NÚMERO 4 | OCTUBRE-DICIEMBRE 2009

35,00 

Michal Rovner, en la frontera; Maíno, pintor de retratos; la colección de Uli Sigg; entrevista a Bill Viola; Murillo a la luz de una percepción cambiante; Pourbus y la tradición de los primitivos flamencos; Samuel Keller y Art Basel; el esplendor de los Romanov; en el estudio de Beatriz Milhazes.

Categoría: Revista

Descripción

UNA HISTORIA DIFERENTE

Cuando comenzamos a trabajar en esta revista, una de las metas que nos propusimos fue hacer llegar a los lectores las noticias y novedades más importantes que se fueran produciendo, tanto en arte antiguo como en moderno y contemporáneo. Parecía lógico pensar que esas ‘novedades’ afectaban más a los artistas actuales que a los de siglos pasados. Quizá imaginábamos que aquéllos ya estaban muy estudiados y poco se podía aportar a su biografía o al catálogo de su obra. Nos equivocamos.

Los recientes artículos publicados sobre dos nuevos velázquez, los descubrimientos sobre la etapa juvenil de Ribera, o el reportaje sobre los retratos de Juan Bautista Maíno que firma Leticia Ruiz en este número, demuestran que en el arte del Siglo de Oro español no sólo no está todo dicho, sino que las investigaciones en curso están revolucionando los conceptos y clichés que existen sobre esa etapa de nuestra historia. Resulta también interesante comprobar, lo decía en el anterior número, cómo los investigadores van cambiando de perfil y de actitud. La especialización es ya un hecho irreversible.

Por todo ello no nos debe sorprender si la Historia del Arte que hasta ahora hemos conocido cambia de nombres y apellidos. O se enriquece con nuevas aportaciones y estudios que dan un giro a los lugares comunes que manejábamos. Las técnicas de investigación y restauración son parte de esta gran revolución.

Es verdad que alguno podría pensar en un cierto secuestro del pasado; en que algunas cosas que aprendimos de niños ya no valen, o que tal o cual obra ya no es de aquel autor. Puede ser. Pero no es menos cierto que la historia, nuestra historia del arte, es tan fantástica que puede permitirse el lujo de sorprendernos cada día con pequeñas o grandes novedades que son parte fundamental de su atractivo.

Y si apasionante está resultando el arte antiguo, el contemporáneo es aún mejor. Michal Rovner, una artista israelí casi desconocida en nuestro país, demuestra un dominio del lenguaje tan brillante como comprometido. Sin llegar a desarrollar un arte de género, despliega una sensibilidad inquietante en sus acercamientos al pasado: arqueología, tiempo, casi arte rupestre. Acercarse a su trabajo es una experiencia aconsejable en un trimestre en el que los museos, galerías y fundaciones se van a ver las caras con el momento más duro de la crisis. Sólo desde la imaginación y el riesgo se puede ganar. Hay que arriesgar como lo hace la feria Frieze, y como lo hace el mercado, motor verdadero contra cualquier crisis. Y como lo hace el Prado con Maíno: ¡Qué grandísima exposición!

Por Fernando Rayón

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