Descripción
¿Cómo es la casa que se construye un arquitecto? ¿O la que se diseña un decorador? Los resultados no siempre tienen por qué ser atractivos. No hay más que ver cómo visten algunos modistos para curarse en salud. ¿Y cómo es la casa de un anticuario, la del que compra y vende obras de arte? ¿Será capaz de coleccionar o será víctima de su propio trabajo? ¿Conservará lo que le gusta o no podrá sucumbir a las posibilidades de una buena venta? La casa de José Antonio de Urbina y Arróspide es la respuesta. Una singular respuesta.
Por Fernando Rayón