OLAFUR ELIASSON EN ELVIRA GONZÁLEZ: TRÁNSITOS E HISTORIAS NO CONTADAS
Navegación situada es la cuarta exposición individual del artista islandés-danés. En ella, se exploran temas como el movimiento de las personas por el mundo, la forma de plasmar lo que no es—aquello que no se dice, la decisión que no se toma, la persona en la que no nos hemos convertido— y las nuevas maneras de ver y entender todo lo que nos rodea.
Lo primero que hace Olafur Eliasson cuando aparece en pantalla en la presentación de su muestra para la galería Elvira González, que tuvo lugar a finales del mes pasado, es situarnos en algún punto del espacio que él ocupa (es decir, su estudio). Señala hacia un sitio de la estancia y afirma que España debe encontrarse en esa dirección. Asimismo, indica dónde tenemos que mirar si queremos dirigir la vista hacia el lugar en el que se encuentra.
Este pequeño gesto, que podría resultar anecdótico en una época en la que todos nos hemos acostumbrado a las videollamadas y los encuentros telemáticos está sin embargo cargado de significado; puesto que de eso tratan las obras que Eliasson presenta en Navegación situada: del sitio que ocupamos en el mundo, de aquel al que nos dirigimos, de ese que no hemos llegado a pisar y del que sentimos como propio.
Para plasmar todo ello, el artista ha creado unos móviles que cuelgan de las dos salas de exposición, una serie de acuarelas, una obra titulada Lava residues y una instalación. Los móviles, a los que ha llamado Compass travellers funcionan como brújulas, pues tienen una flecha de arco cuya punta metálica, con la ayuda de un imán, apunta siempre hacia la dirección escogida. Además, estas piezas se completan con fragmentos de troncos erosionados por el agua, que están presentes también en otros trabajos de la muestra.
Con estas brújulas el autor busca, según sus propias palabras, “adentrarse en un mundo desconocido sin perderse”. Explica que estos instrumentos marcan un destino, pero también señalan el punto concreto en el que nos encontramos ahora mismo. A esto añade que al indicar dónde estás y a dónde quieres ir, estos objetos tienen también una dimensión social que comparten contigo aquellos que viven cerca de ti. Para esclarecer esto último, Eliasson cita al teórico de la literatura argentino Walter D. Mignolo, que formula el enunciado “soy de donde pienso y actúo”. Acompañando a estas piezas encontramos la obra Lava residue, en la que vemos de nuevo un tronco desgastado, y sobre él una serie de placas de vidrio de distintos colores superpuestas, con círculos y elipses recortadas que nos permiten ver las que hay detrás.
Los fragmentos de madera erosionados son importantes en este conjunto para hablar de movimiento y tránsito, pues el artista los recoge en las costas islandesas, cuando ya han recorrido un largo periplo. Estos troncos proceden de Siberia y las corrientes marítimas los arrastran a las playas en las que Eliasson los encuentra y convierte en material para sus obras, como acostumbra a hacer (pues la naturaleza ha sido en toda su trayectoria parte central de su lenguaje artístico).
El recorrido de la exposición se completa con una serie de acuarelas de grandes dimensiones tituladas Situated absence navigation. En ellas, su autor busca plasmar lo que no es mediante la investigación del color. Dibuja círculos cromáticos —con la figura circular retoma esta idea de movimiento, que es el hilo conductor de toda la muestra— y va rellenándolos de distintos tonos, todos muy cercanos al blanco, pero dejando siempre un fragmento sin pintar. De este modo, cubre toda la superficie de un azul de extrema claridad, excepto una pequeña sección que queda en blanco; realiza esta misma operación con el resto de tonalidades, dejando siempre un espacio sin pintura. Estos últimos fragmentos serían la representación de todo aquello que nunca ha llegado a suceder, por lo tanto para Eliasson solo puede plasmarse mediante el vacío.
La pieza que corona la muestra es The missing left brain. Para contemplar esta instalación hay que penetrar en una habitación en total oscuridad, donde el espectador se topa con un juego de luces y colores producido por una serie de lentes y otros dispositivos ópticos que giran de forma aleatoria y siempre distinta. El artista nos invita así a reflexionar sobre nuestra forma de percibir el mundo —las distintas lentes con las que nos miramos— dependiendo de las circunstancias del momento, pero también del lugar en el que nos encontremos. Retoma de este modo la frase del lingüista argentino y las ideas que ya se habían ido desgranando mediante las otras piezas del recorrido.
Navegación nsituada podrá contemplarse hasta el 2 de abril en la galería Elvira González. Sofía Guardiola.