Naturaleza surrealista en Caixaforum Madrid
Un siglo de biomorfismo es la nueva propuesta expositiva de Caixaforum, esta vez en colaboración con el Centre Pompidou. Sugiere un recorrido por el arte del siglo XX e inicios del XXI, bajo un telón que pone como protagonista a la crisis climática y medioambiental.
La exposición Arte y naturaleza. Un siglo de biomorfismo, concebida por el Centre Pompidou y la Fundación «la Caixa», propone una mirada retrospectiva a cien años de conexión entre las artes y las formas orgánicas. Mediante una aproximación a autores como Paul Klee, Picasso, Alvar Aalto, Le Corbusier, Jean Arp, Georgia O’Keeffe, Raoul Hausmann o Kandinsky, plantea una nueva lectura de sus obras desde la perspectiva medioambiental.
El recorrido se vertebra en cuatro ámbitos temáticos –Metamorfosis, Mimetismo, Creación y Amenaza– y está compuesta por una selección de piezas que enfrentan pintura, escultura, fotografía, cine, diseño y arquitectura.
El primer espacio se abre con una escultura de bronce de Henri Laurens titulada Métamorphose (1940). A partir de ella, se suceden una serie de obras procedentes en su mayoría del surrealismo, que diluyen las fronteras entre las formas antropomorfas, zoomorfas y vegetales.
Ejemplo de ello es la escultura Mujer degollada (1932-1940) de Alberto Giacometti, una obra que encierra en sí misma una gran violencia. Simula un cuerpo femenino que parece estirarse y retorcerse en el suelo, algo que el artista equipara con un planta venenosa o una mantis religiosa dispuesta a devorar al macho.
En el apartado de Metamorfosis también se encuentran la pintura Estría roja, amarilla y negra (1924), de Georgia O’Keeffe, con su representación de una puesta de sol; o El asno podrido (1928), de Salvador Dalí, en la que el autor utilizó arena y grava para dar relieve a su figura cubista.
En Mimetismo, el diseño y la fotografía cobra mayor importancia. Así, el espectador llega a dos piezas del arquitecto finlandés Alvar Aalto: la silla Paimio 41 (1930) y Flores (1940), que toman como referencia la simplicidad y belleza del mundo vegetal. Ambas comparten espacio con las lámparas en forma de flor de Patrick Jouin y Andrew Kudless, así como la mesa de Ross Lovegrove creada en 2007 e inspirada en las hojas de un árbol de ginkgo.
Las fotografías presentes en este apartado se centran sobre todo en el movimiento de la Nueva Objetividad. Por eso destacan las imágenes de Raoul Hausmann, junto a su interés por captar la geometría irregular de la vegetación. O la fotografía de 1922 de un cactus tomada por Albert Renger-Patzsch, a quien le fascinaban los principios estructurales de hojas y frondas.
Sin embargo, el protagonismo de este espacio lo tienen las obras de Vassily Kandinsky y Jean Dubuffet, frente a las cuales se acumula la mayor parte de los visitantes. Del primero se exhiben las pinturas Composición IX (1936) y Azul cielo (1940), en las que el autor incorpora imágenes oníricas inspiradas en motivos naturales. La obra de Dubuffet, La giga irlandesa (1961), llama la atención por la composición de esos alvéolos coloreados, que parecen encajar como un alambicado puzzle.
El surgimiento de la abstracción en la década de 1910 transformó la relación entre arte y naturaleza, ya que los pintores abstractos rechazaban la imitación de la apariencia externa de las formas orgánicas. Eso es precisamente lo que trata de mostrar el capítulo designado Creación.
Siguiendo estas ideas, varios artistas de los sesenta utilizaron la propia naturaleza como material de trabajo. Algunos de los ejemplos más claros son las creaciones del arte povera en Italia o el land art en Estados Unidos. Aquí destacan Giovanni Anselmo y su representación de lo efímero con su lechuga sobre una peana de granito.
Sin embargo, la obra más humilde y la que esconde una visión más poética de la creación es la de Benjamin Graindorge. Bajo el nombre de Fallen tree [Árbol caído], el diseñador compone un banco de madera pulida que se apoya en el suelo gracias a las ramas de un árbol. Una explicación visual sobre cómo el cuerpo natural se transforma en objeto manufacturado.
La última parte del recorrido de CaixaForum se dedica al miedo y la preocupación que genera la actividad humana sobre la naturaleza. Con Amenaza, la muestra entra de lleno en el ámbito medioambiental y en obras más sugerentes. Skin Pool (Gleen) [Estanque de piel (relucir)], de la artista suiza Pamela Rosenkranz, ocupa casi todo el espacio de esta sección: un gran tanque de acero inoxidable con un líquido de color rosado y apariencia tóxica.
También se expone la primera pieza del artista japonés Tetsumi Kodo, llamada Polución-cultivo-nueva-ecología, de 1971. Se trata de un jardín posnuclear compuesto de flores con formas fálicas, que tienen claramente como telón de fondo las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki.
Arte y naturaleza cierra con una instalación audiovisual visible a través de unas gafas 3D. El vídeo pertenece a Exodus, de Jeremy Deller, quien cada día graba la salida de un enjambre de murciélagos de una gruta.