MUNCH DISECCIONA EL ALMA HUMANA EN EL THYSSEN

MUNCH DISECCIONA EL ALMA HUMANA EN EL THYSSEN

Edvard Munch. Pubertad.

MUNCH DISECCIONA EL ALMA HUMANA EN EL THYSSEN

El museo madrileño explora los arquetipos creados por el pintor noruego en torno al amor, la muerte, la angustia o la soledad

“Igual que Leonardo da Vinci diseccionó cadáveres para estudiar el cuerpo humano, yo intento diseccionar el alma”. Así de contundente se mostraba Edvard Munch en uno de sus escritos, donde condensa toda la esencia teórica de su obra. El autor de El grito exploró las pasiones humanas como ningún otro y contribuyó a la renovación de las artes plásticas desde su convencimiento de que la pintura moderna pasaba por “pintar gente que respire, sienta, sufre y ame”. Estos personajes rebosantes de vida ocupan ahora las salas temporales del Museo Thyssen-Bornemisza, mostrando algunos de los modelos más repetidos por el padre del arte moderno, junto a Van Gogh y Gauguin.

Edvard Munch. Arquetipos reúne una selección de 80 obras, muchas de ellas inéditas en España, que trazan un recorrido por los temas recurrentes del artista. Gran parte de los lienzos y grabados expuestos han viajado desde Oslo para la ocasión, gracias a la generosidad del Museo Munch. A este préstamo excepcional se han sumado también una decena de colecciones públicas y privadas de Europa y América.

El recorrido de la muestra sacrifica el orden cronológico por una organización temática, que combina obras tempranas con versiones tardías, y se centra en los arquetipos más repetidos por Munch. Ocho apartados –melancolía, muerte, pánico, mujer, melodrama, amor, nocturnos, vitalismo y desnudos– en los que se aprecia la evolución del autor a lo largo de su prolífica y longeva carrera (murió a los 80 años).

La figura femenina está presente de manera casi obsesiva en la exposición, igual que lo estuvo también en la producción del artista noruego. Una mujer de largos cabellos, rostro anónimo y escasa sensualidad, que de joven se muestra débil –como en Pubertad o la Niña enferma, inspirado quizá por la muerte de su hermana pequeña– y al crecer se convierte en un ser dominante que se abalanza sobre su enamorado como una mantis religiosa (es el caso de Beso Mujer vampiro en el bosque). Esta imagen de la mujer se encuentra en la línea de la femme fatale difundida por los círculos artísticos y literarios de finales del XIX que el autor frecuentó.

Resulta curioso comprobar cómo Munch incide más en las pasiones que en los rasgos de los retratados, por eso sus figuras carecen de identidad. Son personajes anónimos construidos a golpe de brochazos y manchas de color cargadas de fuerza y expresividad. Aunque su rostro más universal, El grito, no ha podido abandonar Oslo, sí se muestra una versión litográfica. Tampoco faltan sus paisajes de fiordos ni sus escenas nocturnas, como la Noche estrellada que tanto recuerda a Van Gogh.

Edvard Munch. Arquetipos profundiza en la obra de un autor cuya vida también podríamos enmarcar dentro de otro prototipo: el de artista maldito, loco y alcohólico que, sin embargo, triunfó en vida. Este duelo de sentimientos y pasiones contrapuestas podrá verse en la planta baja del Museo Thyssen hasta el 17 de enero de 2016. Sol G. Moreno @solgmoreno

Edvard Munch. El beso IV. 1902. Xilografía con gubia y segueta. © Stearling and Francine Clark Art Institute, Massachussets. © Munch Museum / Munch-Ellingsen Group / VEGAP, Madrid 2015.
Edvard Munch. Noche estrellada. 1922-1924. Óleo sobre lienzo. © Munch Museum. © Munch Museum / Munch-Ellingsen Group / VEGAP, Madrid 2015.
Edvard Munch. Mujer. 1925. Óleo sobre lienzo. © Munch Museum. © Munch Museum / Munch-Ellingsen Group / VEGAP, Madrid 2015.
Edvard Munch. La tormenta. 1893. Óleo sobre lienzo. © The Museum of Modern Art/Scala, Florencia. © Munch Museum / Munch-Ellingsen Group / VEGAP, Madrid 2015.
Edvard Munch. Pubertad. 1914-1916. Óleo sobre lienzo. © Munch Museum. © Munch Museum / Munch-Ellingsen Group / VEGAP, Madrid 2015.