Meisel, de las portadas de revistas al gran formato

Meisel, de las portadas de revistas al gran formato

La fundación MOP presenta en Coruña la primera gran exposición del autor neoyorquino a través de más de un centenar de imágenes tomadas en un único año: 1993. Por segundo año consecutivo, Marta Ortega ocupa el Muelle de la Batería para llenarlo de moda, glamour y visitantes.

No es la primera vez que ocurre: un proyecto puntual nacido bajo unas determinadas premisas que tiene tanto éxito que se reedita en años posteriores. Eso es lo que ha sucedido en los silos del Muelle de la Batería en Coruña, tras la gran acogida el año pasado de Untold Stories. En aquella ocasión, la idea de Marta Ortega –promotora de la exposición en la ciudad gallega– era rendir homenaje a Peter Lindbergh, fotógrafo de su boda y gran amigo, cuyos últimos esfuerzos creativos los empleó en organizar una retrospectiva en Dusseldorf que nunca llegó a ver montada.

Isabella Blow, Paris, 1993 © Steven Meisel.
Steven Meisel 1993 A Year in Photographs. © Profirst, Mathieu Ridelle.

Se trataba, por tanto, de un gesto personal de la presidenta de Inditex hacia un autor por el que sentía debilidad; una ‘aventura cultural’ de corto recorrido. Lo cierto es que el éxito de aquella muestra y la enorme afluencia de público fueron tales, que se ha visto obligada a repetir experiencia, esta vez con Leticia Castromil como coordinadora de exposiciones de la recién creada Fundación MOP (siglas de Marta Ortega Pérez).

¿Y quién ha sido el fotógrafo escogido para 2022? Steven Meisel (Nueva York, 1954), otro gran maestro de los años noventa, genial y polémico a partes iguales, tan celoso de su intimidad que todo en torno a él es un misterio, y autor de varias campañas publicitarias de Zara.

«Es un artista exquisito que cuida cada detalle y que no deja nada al azar. Verle trabajar es ser testigo de un increíble viaje emocional», explica Ortega en el catálogo.

Steven Meisel 1993 A Year in Photographs. © Profirst, Justin Paquay.

FRANCA SOZZANI, DIRECTORA DE VOGUE ITALIA EN 1993, SOLÍA DECIR AL FOTÓGRAFO: «DISPARA TODO LO QUE QUIERAS MIENTRAS SEA BELLO».

Prueba de ese perfeccionismo y minuciosidad es el más de un centenar de imágenes en gran formato que se reúnen en Steven Meisel 1993. A year in photographs, que ahora se reparten por las salas del Muelle en un montaje que impresiona. No solo por el espacio con techos inmensos, sino por esa pasarela que debe recorrer el visitante a ritmo de Nirvana para acceder al interior, como si fuese el protagonista de un desfile improvisado.

Cuando a Meisel le propusieron organizar una retrospectiva sobre su obra, se agobió. «Aún no estoy muerto», dijo. Por eso, la muestra que ahora puede verse en Coruña no ilustra su carrera ni es un relato cronológico de cómo se convirtió en el fotógrafo de referencia de Vogue Italia. Más bien se trata de mostrar unas pinceladas de su particular forma de trabajar, que incluye hacer danzar a sus modelos hasta obtener poses imposibles. «Para él, jugar es la forma más pura de creatividad», según su colaborador de hace 40 años Jimmy Moffat.

La razón de centrarse únicamente en 1993 se debe a que fue uno de sus años más prolíficos. Además, los miembros del estudio que seleccionaron las obras consideraron que sería una bonita forma de recordar aquella vorágine creadora, justo tres décadas después (la muestra cierra el 1 de mayo de 2023). Aquel año firmó 28 portadas de la edición italiana de Vogue, entonces dirigida por Franca Sozzani, quien solía decir al fotógrafo: «Dispara todo lo que quieras mientras sea bello».

Linda Evangelista, New York, 1993 © Steven Meisel.

Según explica Moffat, «Steven creció en Nueva York obsesionado por la moda, le encantaba el glamour y la belleza. Cuando tenía 16 años se quedaba fuera de las agencias de modelos para hacerles fotografías con las que después hizo su propia enciclopedia de moda. Se sabía el nombre, el año y el lugar donde había tomado cada instantánea».

De modo que no era extraño verle en los años 60 por las calles neoyorquinas con su Instamatic en la mano, dispuesto a inmortalizar a las mujeres que ahora dan la bienvenida al espectador en la primera sala de la muestra, gracias a ocho imágenes que nunca antes se habían mostrado al público.

Hijo de una cantante y un representante de famosos, además de nieto de pianista, poco más se sabe de Meisel, salvo alguna anécdota. Por ejemplo, que a los 12 años hizo pellas en el colegio para conocer a su adorada Twiggy.

Se hizo pasar por la secretaria de Richard Avedon para acercarse hasta su agencia, conseguir un autógrafo de la modelo y de paso robarle una foto con su Instamatic. Curiosamente, veinte años después, durante su viaje de 1993 a Londres, la inmortalizaría de nuevo en una escalera.

La verdad es que Meisel llegó a la fotografía casi por casualidad. Era ilustrador en Halston y los fines de semana acudía a la agencia Elite Model para hacer retratos por puro placer. Una de aquellas modelos envió sus imágenes a la revista Seventeen y ahí fue cuando empezó su carrera como fotógrafo profesional.

El neoyorquino es ante todo un gran amante de la elegancia, la belleza y las líneas definidas. Por eso no extraña que sea él mismo quien cree sus propios estilismos, escenarios e incluso se ocupe de los maquillajes de las modelos.

Naomi Campbell o Linda Evangelista, por ejemplo, crecieron delante de sus cámaras. Las dos tenían cerca de 16 años cuando empezaron a desfilar y fue el fotógrafo quien contribuyó a convertirlas en supermodelos.

Catapultó a la fama a Carla Bruni, Claudia Schiffer, Stella Tennat o Kristen McMenamy, entre otras. También inmortalizó a Isabelle Blow, Hamish Bowles y Barbra Streisand, todos presentes en la muestra.

Por supuesto, no falta esa Madonna desinhibida que, junto a Meisel, caldeó los ánimos con el libro Sex. Lo cierto es que la provocación siempre ha sido un aliciente para el autor neoyorquino, que vistió a las modelos de Ralph Lauren con trajes típicos rusos cuando acababa de disolverse la URSS, y desarrolló una campaña para Adidas titulada Heroína con un doble sentido bastante explícito.

El recorrido culmina –y empieza, porque es circular– con una colección de portadas de Vogue, así como varias instantáneas tomadas entre 1982 y 1992, en lo que es un repaso express por los trabajos previos al año en el que pone el foco la muestra.

Doce meses de locura creadora que nos llevan de Nueva York a París y de esta a Londres, a través de la cámara de Steven Meisel. Sol G. Moreno

Brent King, New York, 1993 © Steven Meisel.