Marinus inédito y restaurado
El Museo del Prado presenta la primera monográfica dedicada a este enigmático pintor neerlandés del siglo XVI, del que solo se sabe que trabajó en Reymerswale y que estuvo activo entre 1530 y 1546. Ahora, la pinacoteca madrileña reúne una decena de cuadros del pintor, la mitad de ellos procedentes de sus fondos y recién salidos del taller de restauración, a los que se suman otros dos ejemplares españoles y tres extranjeros que se muestran en nuestro país por primera vez.
Marinus Claes van Reymerswaele es un pintor prácticamente desconocido del que apenas se tienen referencias documentales. Nacido hacia 1489 y fallecido 57/58 años después, poco más se sabe sobre su biografía, salvo que fue alumno del pintor de vidrio Symon van Dale y que inició su carrera en Amberes, posiblemente en el taller de Quentin Massys, antes de regresar a su ciudad natal.
De hecho, hasta la segunda mitad del siglo XIX ni siquiera se leyó correctamente su firma y no fue hasta ese momento cuando se identificó al “Marino de Siressa” mencionado por Vasari con el “Marinus de Zeeuw” descrito por Carel van Mander. Ambos topónimos hacían referencia a un pequeño pueblo de Zelanda, región situada en los actuales Países Bajos que resultó devastada por varias inundaciones (ya en vida del pintor).
Esta falta de datos biográficos, no ha impedido que sus obras se hagan populares, especialmente aquellas referentes a cambistas y recaudadores de impuestos. Dichos personajes del comercio y la banca son precisamente el reclamo de la exposición que ahora puede verse en el Museo del Prado, porque permite comparar, frente a frente, dos cuadros nunca antes expuestos en España: Los recaudadores de impuestos del Hermitage y otra versión de igual asunto conservada en el Louvre (realizada cinco años después).
Ambas escenas llaman la atención del espectador en la Sala D del Edificio Jerónimos, donde se ubica la nueva muestra temporal de la pinacoteca. Marinus, pintor de Reymerswale reúne una decena de cuadros del artista, del que solo se conocen un total de 26 obras autógrafas. Cinco de ellas proceden de los fondos del museo y poseen el aliciente de mostrarse al público tras su limpieza y restauración.
Cuenta Christine Seidel, comisaria de la muestra, que la colección de Marinus atesorada por el Prado fue el punto de partida de su investigación, desarrollada durante los dos últimos años gracias a una beca de la Fundación María Cristina Masaveu Paterson.
A estos cinco óleos se le sumaron, más tarde, las pinturas del Louvre y el Hermitage, además de otras piezas procedentes del Museo de Bellas Artes de Gante, el Thyssen y la Academia de San Fernando.
El estudio de esta decena de composiciones ha permitido a Seidel conocer mejor la forma de trabajar de Marinus, que siempre “reciclaba” los mismos temas: el mundo de las finanzas y variaciones sobre escenas religiosas como san Jerónimo en su estudio o Vírgenes con Niño.
Al parecer, el artista hacía cuadrículas sobre la composición y usaba calcos antes de personalizar cada tabla con detalles que la convertían en única y original. La precisión y minuciosidad con la que dibuja las monedas, por ejemplo, ha permitido identificar ejemplares históricos como el vlieguer de Carlos V, también presente en la muestra. Y lo mismo ocurre con los textos de los libros, que se pueden leer perfectamente.
Según explicó Andrés Úbeda durante la presentación, «este tipo de exposiciones se encuentran en el ADN del museo», que trata de estudiar todos sus fondos, no solo las obras maestras. Esa manera de encarar la investigación de la propia colección, no solo ha permitido presentar la primera monográfica del autor neerlandés, sino editar un volumen que aborda el enigma de su biografía, el funcionamiento del taller y una especie de catálogo razonado con obras autógrafas, atribuidas o de su círculo.
Todo ello, señala Seidel, ha contribuido a cambiar la percepción que se tenía hasta ahora de Marinus, un artista especializado en representar la avaricia según el concepto medieval: con ropas extravagantes, rostros satíricos y una fuerte carga negativa. «Ahora podemos estudiar otros aspectos de su estilo. Por ejemplo, sabemos muy poco sobre los propietarios de sus cuadros, pero es posible que más que cambistas fueran trabajadores de la Administración».
Precisamente ese cambio de lectura se percibe en las cuatro composiciones que ahora pueden compararse en sala. Las dos versiones de Recaudadores de impuestos de 1530 y 1535 de San Petersburgo y París parecen encarnar la usura y la codicia, a través de unos personajes grotescos donde se adivina la influencia de Durero o Quentin Massys (con quien a veces se le confunde).
Sin embargo, las tablas del Prado que representan a El cambista y su mujer fechadas unos años más tarde, entre 1538 y 1539 respectivamente, se aprecia una actitud completamente distinta, como si el artista quisiera retratar simplemente un oficio o profesión. Ya no hay crítica ni sátira. Lo que sí que vemos es una capacidad increíble para personalizar en cada caso el velo del personaje femenino, las monedas o los papeles del fondo (juego de diferencias que puede apreciarse con detalle en el interactivo creado para la ocasión).
Marinus, pintor de Reymerswale está patrocinada por la Fundación de Amigos del Museo y Mitsubishi Corporation, nueva entidad colaboradora de la pinacoteca. Podrá verse hasta el 13 de junio. Sol G. Moreno
*Más información sobre Marinus en el artículo de Christine Seidel Otro enigma del arte flamenco publicado en ARS número 44.