Marca de agua de Venecia en la Fundación Gulbenkian
La Serenissima, que inició su historia en el siglo IX y concluyó con la invasión napoleónica en 1797, ha ejercido y sigue ejerciendo una fascinación sobre creadores de diferentes disciplinas: escritores, poetas, cineastas, fotógrafos, músicos, pero sobre todo pintores a lo largo de la historia. Su atmósfera, festiva y crepuscular a la vez, y su arquitectura han inspirado a los artistas plásticos durante varios siglos, desde antes de Tiziano hasta los vedutistas del siglo XVIII. Precisamente desde hoy y hasta el 13 de enero el Museo Calouste Gulbenkian de Lisboa acoge Venecia en Fiesta. De Canaletto a Guardi, muestra coorganizada con el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid y que reúne más de 50 obras de autores como Canaletto, Michele Marieschi, Bellotto, Pietro Longhi, Giambattista Piazzetta, Guardi y Tiepolo, entre otros.
Comisariada por Luisa Sampaio, con la ayuda de Patricia Simões, esta exposición ha sido posible porque tanto la Fundación Gulbenkian que posee casi una veintena de pinturas de Francesco Guardi, además de otras, como el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid que cuenta en su Colección con un importante número de obras de artistas venecianos del siglo XVIII, como Canaletto, Michele Marieschi, Bellotto, Pietro Longhi, Giambattista Piazzetta y Tiepolo.
Es la segunda vez que ambos museos colaboran como ya lo hicieran hace 15 años con la muestra de Henri Fantin-Latour, que reunió obras de las dos colecciones. Tras su clausura en Lisboa el 13 de enero la exposición viajará a Madrid donde se exhibirá a continuación.
El Settecento veneciano legó para la posteridad algunos de los mejores vedutistas como Giovanni Antonio Canal, más conocido como Canaletto (1697-1768), uno de los mayores maestros en reflejar la topografía, belleza y misterio de una ciudad única tanto por la belleza de su palacios y monumentos como por las fiestas que fijó en sus telas de las que se sucedían en esta ciudad, desde El Gran Canal visto desde San Vio, una tela pintada con virtuosismo antes de cumplir los 30 años; La Plaza de San Marcos del mismo año, 1723-1724; o la famosa regata con el Bucentauro, que pintó casi 30 años después, que reflejaba el ambiente desenfadado y alegre de esa ciudad.
Joseph Brodsky, Premio Nobel de Literatura 1987, en su luminoso libro Marca de agua que tiene a Venecia como hilo conductor escribe: «… el agua es igual al tiempo y proporciona un doble a la belleza. Hechos en parte de agua, nosotros servimos a la belleza de la misma forma. Al rozar el agua, esta ciudad mejora la imagen del tiempo, embellece el futuro. Ése es el papel de esta ciudad en el universo».
Además del vedutismo, tan presente en Canaletto y Guardi, los otros dos temas centrales son las fiestas y los capricci, que no arquitecturas fantasiosas fruto de la imaginación de los artistas locales, todas ellas, por su propia naturaleza, con motivos festivos.
Precisamente de Bernardo Bellotto (1721-1780), sobrino y discípulo de Canaletto se exhibe Capricho con río y puente, pintado en 1745. Este pintor vivió entre Italia, Inglaterra y Alemania y Austria. De Dresde dejó para la posterioridad lecciones de perspectiva del barroco en una ciudad arquitectónicamente barroca tan bella de Sajonia. Fue un virtuoso del paisaje urbano fijando con pulcritud esas composiciones realistas, no exentas de poesía.
En 1703, Luca Carlevarijs publicó una serie de grabados en los que los edificios más importantes de la ciudad se ordenaban según criterios tipológicos. Ese momento marcó definitivamente el nacimiento del vedutismo veneciano, aunque previamente ese género había surgido en el norte de Europa, pero fueron los pintores venecianos los que mejor interpretaron las vistas urbanas. Y además estas obras suscitaron admiración entre los miles de viajeros que hacían el Grand Tour y pasaban por Venecia, entre otros destinos europeos del sur de Europa. ,
Paralelamente se desarrolló otro género vinculado al vedutismo, las fiestas de Venecia, desde sus magníficas regatas, las visitas de soberanos o de diplomáticos europeos. La ciudad se convertía en protagonista y se representaba como una verdadera obra de arte.
Dos pintores contemporáneos del XVIII, Giambattista Tiepolo y Canaletto, obtuvieron resultados sorprendentes como observamos en esas perspectivas de la Plaza de San Marcos, las vistas del Gran Canal, el puente de Rialto, La Salute o San Giorgio Maggiore, entre otros rincones venecianos. Muchas de sus pinturas ensalzan la singularidad de la «ciudad del agua» junto a palacios de las grandes familias venecianas como símbolo de poder y belleza.
Francesco Guardi comenzó su carrera como vedutista a mediados de la década de 1750. En sus primeras obras, el pintor se apropia de prototipos iconográficos existentes y presenta versiones propias caracterizadas por una innegable vitalidad de ejecución. Alejado del rigor geométrico de Canaletto, Guardi fijó arquitecturas bañadas de luz, en un lenguaje pictórico resplandeciente; es el último pintor en inmortalizar el esplendor de las ceremonias de la Serenissima.
Ese paisaje urbano de Venecia resulta patente en el conjunto de doce grabados de Antonio Visentini según Canaletto, pertenecientes a las colecciones de los Museos Cívicos de Venecia. Y junto a ellos un conjunto de objetos de origen veneciano, como libros, tejidos, una escultura de Antonio Corradini y una maqueta de un Bucentauro, emblemática embarcación ceremonial de la ciudad, representada en numerosas pinturas de la época como la que representó Canaletto hacia 1745-1750.
Por último un pequeño grupo de pinturas del siglo XIX y principios del XX que representan la República de Venecia para cerrar la exposición, que reflejan el gusto transversal como coleccionista de Calouste Gulbenkian.