Málaga reivindica al Picasso escultor
La figura humana y la materia protagonizan la primera gran exposición que se organiza en España sobre la faceta escultórica del artista, con un total de 61 piezas que componen un recorrido plagado de obras cubistas, abstractas y primitivistas. El Museo Picasso de Málaga rinde así tributo al autor en el año de su 50 aniversario.
Dice Carmen Giménez, comisaria de la muestra, “que lo escultórico resultó fundamental para la construcción de la obra pictórica de Picasso”, y que esta, a su vez, sirvió de aporte a la escultura.
Es decir, una simbiosis entre disciplinas que siempre estuvo presente en el artista. Sin embargo, parece que sus obras en tres dimensiones quedaron relegadas a un discreto segundo plano, como si hubiesen jugado un papel secundario en su fértil carrera. Y no fue así.
El Museo de Málaga ha querido reivindicar precisamente esta faceta, a través de Picasso escultor. Materia y cuerpo, una muestra coorganizada con el Guggenheim de Bilbao que cuenta con el apoyo del Musée national Picasso-Paris y la Comisión Nacional española.
Se trata de la primera vez que se dedica una gran retrospectiva a la faceta escultórica del autor en nuestro país. Picasso celebró su primera muestra con este tipo de piezas en 1966, cuando ya tenía 85 años; primero en el Petit Palais de París y luego en Londres y Nueva York, descubriendo una dimensión artística que hasta entonces había pasado inadvertida.
Esta exposición malagueña se compone de 61 piezas realizadas entre 1909 y 1964, repertorio más que suficiente para advertir la pluralidad de estilos del autor, que siempre consideró esta disciplina como una faceta más personal e íntima. Quizá esa es la razón por la que casi todas sus esculturas permanecieron en la colección familiar.
Giménez, primera directora del museo que por cierto cumple 20 años, ha seleccionado más de medio centenar de trabajos que fijan su mirada en la figura humana. La representación del cuerpo se convierte en el hilo conductor del recorrido, que condensa cinco décadas de experimentación creativa.
De este modo, piezas abstractas, primitivistas, cubistas y relacionadas con el objeto encontrado se reparten por las salas del centro, en un viaje que comienza con Mujer sentada (1902), la primera obra de arcilla hecha por Picasso en el estudio de su amigo Emili Fontbona, cuando aún residía en Barcelona.
Años después haría Cabeza de mujer (1909) con formas ya cubistas, un estilo que volvería a evolucionar en apenas tres años al introducir el vacío –o espacio– como un elemento más de la composición. Esa nada que ahora tenemos tan asumida, a principios del siglo XX parecía un descubrimiento, por eso sorprendió mucho su serie de bronces policromados titulada Copa de absenta (1914).
La década de los años veinte viene marcada por el uso de materiales cotidianos como cordeles, arenas u hojalatas. A este periodo pertenece su Guitarra (1924), una escultura que no fue esculpida ni tallada, sino fabricada con recortes de cartón y cuerdas.
Junto a Julio González, amigo de juventud, Pablo exploró las posibilidades del hierro soldado, también de la madera. A largo de su carrera modeló el yeso, practicó el ensamblaje, usó el hormigón y se atrevió incluso con una escultura de acero de 20 metros de altura.
Su obsesión por conocer y aprender el cuerpo humano, especialmente en lo que se refiere a la tercera dimensión, le llevó a repetirlo una y otra vez. Retrató la carnalidad de bañistas, mujeres, amigos y amantes, su sensualidad y sus formas anatómicas.
Picasso escultor. Materia y cuerpo está patrocinada por la Fundación Unicaja y puede verse en el Museo de Málaga hasta el 10 de septiembre. Después viajará a Bilbao. Forma parte del programa internacional de Celebración Picasso. 1973-2023, con motivo del 50 aniversario de la muerte del autor. Sol G. Moreno