Los tesoros de Notre-Dame desvelados

Los tesoros de Notre-Dame desvelados: comienza la cuenta atrás

Quedan poco más de siete meses para que la catedral de París abra de nuevo sus puertas y tanto las pinturas como los tapices que se conservaban en su interior ya lucen como nuevos. No sufrieron desperfectos durante el incendio de 2019, pero se aprovechó su evacuación para que pasaran por el taller de restauración. Ahora una exposición en el Mobilier national muestra un aperitivo de lo que se podrá ver in situ a partir del 8 de diciembre: una veintena de pinturas de vivos colores, la alfombra del coro recuperada y varias maquetas del futuro mobiliario litúrgico del templo.

Modelos del futuro mobiliario litúrgico de la Catedral de Notre-Dame. Imagen: © Mobilier national, Faustine Letellier.

Cuando el 15 de abril de 2019 las televisiones retransmitieron en directo cómo las llamas devoraban los muros de la catedral de Notre-Dame de París, el público contuvo la respiración; especialmente al ver caer la aguja, uno de los símbolos de esta joya del gótico francés. De repente, 800 años eran borrados de un plumazo mientras todos asistíamos atónitos a su destrucción. Lo bueno es que enseguida comenzó una carrera contrarreloj para restaurar el edificio y devolverle el esplendor que ha tenido desde finales del siglo XII. Un proceso desarrollado en varias fases que ha durado cinco años. Primero una enorme lona tapaba las heridas del edificio, gravemente dañado y contaminado por las 300 toneladas de plomo fundido que cayeron al suelo; eran los momentos posteriores al incendio y tocaba limpiar y retirar escombros. Después las grúas inundaron el entorno para dejar paso a la reconstrucción, que sigue en curso.

Laurent de La Hyre. La conversión de san Pablo. 1637. © DRAC Île de France.

Ahora llegamos por fin a la fase final, con la fachada ya vista –los vanos del cuerpo superior aún están negros– y los trabajos de la torre principal avanzando lentamente. La célebre aguja no volverá a coronar el templo parisino hasta finales de año, cuando se reabra de nuevo la catedral, pero ya hay algunos tesoros de Notre-Dame que pueden contemplarse perfectamente restaurados.

Es el caso de las monumentales pinturas que en su momento decoraron la nave principal del templo, los llamados “Mays” [Mayos] realizados por algunos de los mejores artistas del siglo XVII como Aubin Vouet, Charles Le Brun, Guercino o Guido Reni. Ahora 13 de ellos se exhiben en las salas del Mobilier national, junto a varios tapices sobre la vida de la Virgen y la gran alfombra del coro que en contadas ocasiones cubre el suelo de la catedral.

Todos estos tesoros se exhiben en la muestra Restoring the grand decors of Notre-Dame, tras haber pasado por el Centro de Investigación y Restauración de Museos Franceses (C2RMF) dependiente del Ministerio de Cultura. Han sido dos años de estudio, análisis de pigmentos y radiografías que han permitido recuperar los colores originales de cada una de estas escenas, además de descubrir pentimenti y cambios de composición como los que se aprecian en El centurión Cornelius a los pies de san Pedro (1639) de Aubin Vouet.   

¿Pero qué son esos “Mays” y qué importancia tuvieron para Notre-Dame? La tradición nació durante el primer tercio del siglo XVII, cuando los canónigos del templo quisieron rediseñar el interior gótico y engalanarlo con pinturas más acordes a la renovación de la fe católica surgida con la Contrarreforma.

Eran donaciones que hacía el gremio de orfebres a la ciudad de París, pinturas de grandes dimensiones normalmente acompañadas de una explicación y un poema que se colgaban cada mes de mayo de la nave central de la catedral. De esta manera, año tras año se iban acumulando más escenas (imaginemos cómo quedaría el blanco de la piedra revestido de estas coloridas composiciones).

Aquella costumbre se mantuvo de 1630 a 1707, lo que significa que se llegaron a realizar 77 Mayos, muchos de los cuales se dispersaron o perdieron con la Revolución Francesa (solo 13 regresaron a la catedral y una veintena acabó en el Louvre).

Proceso de restauración de una de las pinturas. © DRAC Île de France.

El ejemplar pintado por Guercino, por ejemplo, desapareció misteriosamente –todo apunta a un restaurador mal pagado– para volver a aparecer por partes en el mercado, donde el Louvre consiguió dos pedazos en 2015. Ambas partes se muestran en el centro parisino junto al dibujo preparatorio que deja constancia de la composición completa y la decena de pinturas monumentales procedentes de Notre-Dame. Colgarán a ojos del público hasta el 21 de julio, antes de regresar a la catedral y volver a ocupar las capillas donde se encontraban (a una altura en la que difícilmente podrían contemplarse detalles como la sangre que brota de las palmas de las manos del san Andrés de Charles Le Brun).

Sébastien Bourdon. La crucifixión de san Pedro. 1643. © DRAC Île de France.

Mobilier national ofrece así un recorrido inédito por esta serie y otras pinturas de la iglesia, que permiten recrear al aspecto que debió de tener a mediados del siglo XVII. Una de las escenas más destacadas es la que pintó Laurent de La Hyre sobre la conversión de san Pablo, que se muestra ahora junto al modellino previo.

Parece que la escena propuesta no terminó de gustar, ya que tuvo que añadir la figura del Cristo en la parte superior izquierda para dejar más clara la revelación del santo al caer de su montura. Otra mención especial merece El triunfo de Job de Reni, que pudo contemplarse en Madrid en la muestra celebrada en el Prado.

A la veintena de pinturas se suman otros tesoros de Notre-Dame como varios tapices sobre la vida de la Virgen –realizados en origen para la catedral de París pero actualmente conservados en la de Estrasburgo–, así como la alfombra Savonnerie de 200 metros cuadrados encargada por Carlos X para el templo. Completan el recorrido las maquetas del futuro mobiliario litúrgico, incluido el ambón y el baptisterio concebidos por Guillaume Bardet.

Guido Reni. El triunfo de Job. © DRAC Île de France.

Restoring the grand decors of Notre-Dame es la cara visible de un ambicioso proyecto que ha llevado consigo el análisis y restauración de parte de las obras maestras de la catedral (los tapices,  por ejemplo, se repartirán en dos tandas para mostrarse durante los meses que dure la muestra). Se trata, por tanto, del perfecto aperitivo de lo que veremos en diciembre, cuando los tesoros de Notre-Dame se desvelen al completo.

REALIDAD AUMENTADA EN MADRID

Otra propuesta relacionada con la catedral parisina que puede visitarse estos meses es la que ofrece Histovery de manera simultánea en CentroCentro Madrid y en Westminster Abbey de Londres. La exposición aumentada busca que espectadores de todas las edades se embarquen en un viaje interactivo a través del tiempo y la historia por la iglesia, a la espera de poder visitarla físicamente a partir del 8 de diciembre. Desde luego, ganas no faltan. Sol G. Moreno