Los sutiles matices del negro de Joan Miró en Cayón
La riqueza que tuvo el color negro en la obra de Joan Miró (Barcelona, 1893- Palma de Mallorca, 1983) fue una constante en su trayectoria plástica porque como dijo dijo «pretendo alcanzar una intensidad máxima con un mínimo de medios», ya que el negro fue el más rico de sus colores, algo que le une a otros creadores plásticos como Pierre Soulages, representante del tachismo y considerado «el pintor del color», algo en lo que Miró le precedió. Ahora la Galería Cayón en su sede de Madrid para celebrar su XX aniversario presenta desde mañana Joan Miró/Presencia del negro, un conjunto de 21 obras en diferentes técnicas que abarcan desde 1938 a 1980. La muestra permanecerá abierta hasta el 7 de noviembre.
Entre las 21 obras seleccionadas de Joan Miró, los coleccionistas y aficionados al arte que visiten la Galería Cayón (Blanca de Navarra, 7 y 9. Madrid) pueden admirar una selección de óleos (sobre diferentes soportes como el lienzo, la madera o el cartón), dibujos y grabados que subrayan la presencia del negro como hilo conductor de la obra del pintor barcelonés. Y es en ese recorrido por la gran sala de la galería donde se constata como fue capaz de extraer la esencialidad que los matices del negro le ofrecían como expresión y alma de su trabajo plástico.
La Galería Cayón ha puesto en marcha quizás su proyecto ambicioso desde que abriera en 2005. Ha editado una publicación que incluye un texto inédito del nieto de artista, Joan Punyet Miró, titulado Joan Miró y el color negro. Y además ha editado un video con subtítulos en inglés con los recuerdos de Joan Punyet sobre su abuelo y la esencia que encontró en ese color que iluminó gran parte de su trabajo.
El recorrido de la exposición se inicia en la entrada a la galería Cayón a la derecha con una cera y grafito sobre cartón, Personnages, oiseau, étoiles, que data de 1978 y donde encontramos algunos de los elementos recurrentes en su obra, las figuras sintetizadas, el pájaro y las estrella en ese bitono tan característico de sus composiciones. Y ya en la sala central y al fondo dos obras muy relevantes Tête (1976), un óleo sobre lienzo de gran intensidad cromática que permite que se vea ese sutil amarillo y rojo , aunque el color negro oscuro impregne la obra; y Personnage, oiseau, étoile, (1943), un gouache con pastel y lápiz conté, soberbio de ejecución que atrae nuestra mirada a esa figura apenas esbozada.
En las siete obras gráficas, cinco de ellas en una vitrina, encontramos tres de 1938: La Baigneuse, La Géante, Paysage Meurtrier; junto a otra de 1947, Petite fille sautant a la corde, femmes, oiseau; y el homenaje que hizo a la Constitución española de 1978, un aguafuerte de 1980; sin dejar de mencionar el exquisito retrato de Miró, realizado con Louis Marcoussis, y sobre todo ese otro a su hija Dolores en la carpeta Album de la poeta y editora escocesa Ruthwen Todd (Edimburgo, 1914- Galilea, 1978), donde junto a los versos de Todd el artista catalán muestra su particular universo plástico.
En sus óleos hay mucha energía pero siempre terminan desprendiendo esperanza en esa búsqueda constante como se observa en Femme, oiseaux, constellations (1976); en L’Oiseau annonciateur, del mismo año, donde esa correlación de negros se impone; y en los trazos poderosos que parecen danzar en el espacio en otro óleo, Personnage, oiseaux (975) dentro de una especie de nubes blancas, mientras que en Femme, oiseau (1976) es capaz de extraer suaves manchas rojas, verdes y amarillas.
Joan Miró como ya hicieran otros artistas como Max Ernst desarrolló la técnica del grattage, de la que fueron pioneros, y que es visible en Personnage (1977) sobre cartulina negra hasta conseguir el efecto del negativo. Miró supo combinar muy bien el trazo de color en obras donde domina el negro.