Los recién llegados a la colección del Museo Meadows
Entre las nuevas incorporaciones de la entidad, caracterizadas por pertenecer a artistas que no se encontraban hasta ahora en sus colecciones se encuentran un lienzo de Herrera el Viejo, otro de Rodríguez Luna y un tercero de Ribera Cirera, además de obras en papel de artistas como Francisco de Goya o Manuel Onoro.
El pasado 31 de agosto el Museo Meadows, que depende de la Universidad Metodista del Sur de Dallas (Texas), anunció la incorporación de nueve obras que aumentan la que es ya una de las mayores colecciones de arte español fuera de nuestro país. Con tres de las nuevas piezas –San Francisco de Herrera el Viejo, Salir del baile de Ciera Ribera y Naturaleza muerta de Antonio Rodríguez Luna– la institución honra la memoria de Mark Roglán, director del museo durante 15 años, fallecido el pasado mes de octubre.
Tal y como ha afirmado la directora interina y conservadora del museo, Amanda W. Dorseth, estas nuevas adquisiciones buscan ampliar y enriquecer la visión del arte español que ofrecen las colecciones del Meadows, pues las obras pertenecen en su mayoría a artistas que no estaban presentes en ellas hasta el momento.
Esto es lo que ocurre con San Francisco, lienzo de Herrera el Viejo, del que el museo poseía solo un dibujo. Pertenece a una etapa muy activa de la vida del pintor, en la que recibió numerosos encargos importantes, y muestra al santo penitente instantes antes de sufrir la estigmatización. En un primer momento, tal y como revela una radiografía de la obra, Herrera había planeado representar al santo de perfil, pero finalmente optó por una composición que interpelase más directamente al espectador. Acompañándole aparecen una serie de elementos que subrayan los votos de pobreza, obediencia y castidad de su orden: un cordón anudado, una cruz y una calavera.
Los otros dos lienzos cuya incorporación homenajea a Roglán pertenecen a artistas modernos. Uno de ellos, en este caso adquirido por los amigos del Museo Meadows, es Salir del baile, de Román Cirera Ribera (1849-1935). El artista barcelonés fue muy cotizado por los coleccionistas gracias a sus obras basadas en la vida moderna de la capital francesa, gozando de un gran éxito comercial. No obstante, con pinturas como esta se apartó de ese camino, según escribió él mismo, para «buscar un lenguaje más personal» y menos determinado por las peticiones de su marchante.
El otro cuadro es Naturaleza muerta, 1981 de Antonio Rodríguez Luna (1910-1985) y se trata de una donación anónima. Fue pintada cuatro años antes de la muerte del artista y, si bien es una obra abstracta, recuerda levemente al estilo figurativo que utilizó durante gran parte de su vida, además de a los bodegones clásicos.
A estas tres pinturas se suman dos grabados de Francisco de Goya, Banderillas de fuego y El célebre picador Fernando del Toro, obligando a la fiera con su carrocha (ambas pertenecen a la serie de La tauromaquia); un aguafuerte y una litografía de Manuel Anoro, y dos cuadros de autores estadounidenses que aún viven: un autorretrato de Roger Winter y Bahía agradable con barcos, 1999 de Larry Holowitz. Sofía Guardiola