Los espacios detenidos de Salvador Victoria en Calcografía Nacional

Los espacios detenidos de Salvador Victoria en Calcografía Nacional


 

En la plástica de Salvador Victoria (Rubielos de Mora, Teruel, 1928- Alcalá de Henares, Madrid, 1994) la obra gráfica ocupa un lugar importante y tiene valor por sí misma, aunque en numerosas ocasiones su aprendizaje y desarrollo los trasladara a sus lienzos. La exposición Salvador Victoria: espacios detenidos (Obra gráfica 1967-1994) que puede verse desde hoy y hasta el 1 de diciembre en Calcografía Nacional va a permitir que los aficionados a estas técnicas comprueben la versatilidad del creador turolense.

A través de 64 obras, seleccionadas por el comisario Alfonso de la Torre y realizada gracias al apoyo de su viuda Marie-Claire Decay Cartier, quienes estuvieron presentes ayer en la presentación de la exposición, junto a Juan Bordes, académico delegado de la Calcografía Nacional, los visitantes van a poder experimentar y compartir el entusiasmo y la gran curiosidad de Salvador Victoria que cada vez pudo conocer mejor las diferentes técnicas: serigrafías, aguafuertes, litografías o aguatintas, revelando ese placer que sentía cuando plasmaba algo nuevo en esa travesía por la obra gráfica, un universo que duró desde finales de los años 60 hasta su fallecimiento en Alcalá de Henares en 1994.

Aunque realizó más de un centenar de trabajos de obra gráfica, la muestra se ciñe a la carpeta Espacios detenidos, un conjunto editado por la Galería Juana Mordó en 1969, acompañada del poemario Gravitaciones, del francés Jules Supervielle, un bardo capaz de potenciar el silencio y abocarlo a un cierto sentido de la eternidad y la quietud. Esta faceta de ilustrar textos de poetas también tuvo continuidad en Salvador Victoria con autores como José Hierro, en 5 Poemas de Agenda, y como el Premio Nobel, Vaclav Havel, La tentación. Durante sus años de formación y casi tres décadas de continua innovación trabajó con maestros como Dimitri Papagueorguiu y Jafar T. Kaki; tuvo taller propio pero también colaboró con otros tan prestigiosos cono Grupo Quince, José Luis Fajardo, Mónica Gener o Taller del Val.

Salvador Victoria. Carpeta Espacios Detenidos (III-V), del libro de poemas de Jules Supervielle, “Gravitations”, Éditions Gallimard, Paris, 1925). 1969. Serigrafía sobre cartulina. Medida papel: 68 x 48,8 cm. Medida huella: 63,4 x 43,7 cm. Seis sedas. 50 ejemplares firmados y numerados en arábigo. Edición de la Galería Juana Mordó, Madrid. Taller VIMA-Ramón Victoria-Textos talleres Luis Pérez, Madrid. Firmado y fechado en frente, con lápiz, ángulo inferior derecho: “Victoria 69”. Numerado a la izquierda. Ejemplar 1/50
Salvador Victoria. Sin título (0-81), 1981. Aguafuerte-aguatinta sobre cartulina. Medida papel: 38,5 x 49,2 cm. Medida huella: 24,5 x 31 cm. 5 ejemplares firmados y numerados en arábigo. Edición y taller del artista. Firmado y fechado en frente, con lápiz, ángulo inferior derecho: “Victoria 81”. Numerado a la izquierda. Ejemplar 5/5
Retrato de Salvador Victoria trabajando en 1989.

Salvador Victoria después de cursar sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de Valencia, viajó a Granada y posteriormente a mediados de los 50 se trasladó a París, donde permaneció nueve años y entró en contacto con las corrientes abstractas de ese período. Casi toda su obra  girará en torno a la vanguardia plástica, con amistades tan cercanas como Eusebio Sempere, Pierre Soulages, Joaquín Ramo y Lucio Muñoz, entre otros, aunque pasados unos años su expresión se fue haciendo cada vez más libre, con un fuerte componente gestual.

En su obra gráfica hay una correspondencia clara con sus pinturas. Salvador Victoria se apasionaba en creaciones que acompañaban libros de poetas, colaboraba realizando carteles incluso para sus exposiciones en la Galería de Juana Mordó, uno de los hitos expositivos para la introducción de la modernidad plástica de España en los años 60 y 70; y otro cartel serigráfico que hizo para la exposición de Gustave Eiffel en el Colegio de Ingenieros, Canales y Puertos de Madrid en 1973. En los grabados expuestos alterna formas circulares con otras lineales, colores grisáceos y blancos manchados con otros que sugieren el amanecer. Incluso podemos observar cómo superponía esa serie de de tintas evocadoras que aparentemente tiene ciertas similitudes con un montaje fotográfico o un collage pero que desprenden un profundo anhelo poético. Julián H. Miranda