GOYA EN BILBAO ¿QUÉ HAY DE NUEVO?
Francisco de Goya (Fuendetodos, Zaragoza, 1746 – Burdeos, 1828), tras su etapa formativa en Zaragoza e Italia, se instaló en Madrid en 1775 y en la corte de Carlos III para trabajar en los cartones para tapices con temas de caza para El Escorial. Once años después fue nombrado pintor del rey y en 1789 primer pintor de cámara. A pesar de su éxito, primero con Carlos III y luego con Carlos IV, siempre mantuvo una relación de amistad y cercanía con un reducido número de amigos y familiares como demuestra su correspondencia con Martín Zapater.
Ahora el Museo de Bellas Artes de Bilbao, tras su paso por CaixaForum Zaragoza, coorganiza la exposición Goya y la corte ilustrada, junto al Museo Nacional del Prado- que cede 72 obras- y la Fundación Bancaria “la Caixa”. La muestra- que permanecerá abierta hasta el 28 de mayo- reúne un total de 96 obras, seleccionadas por las comisarias Manuela B. Mena y Gudrun Maurer, jefa de Conservación y conservadora, respectivamente, del Área de Pintura del siglo XVIII y Goya, del Museo Nacional del Prado, que permiten estudiar de un modo integral los años de Goya como pintor de corte y además presentar por vez primera en la capital vizcaína una muestra dedicada al genial pintor aragonés. En el acto de presentación, junto a las comisarias, estuvieron presentes el director del Museo del Prado, Miguel Falomir; el director del Área de Cultura de la Fundación Bancaria “la Caixa”, Ignasi Miró; y el director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, Miguel Zugaza.
Aunque el conjunto principal procede de las colecciones del Museo del Prado, también se han incluido obras de los museos de Bellas Artes de Bilbao, de Ponce de Puerto Rico, de Zaragoza, de la Fundación Colección Ibercaja, la Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País y diversas colecciones privadas, que incluyen obras de pintores del siglo XVIII como Luis Paret, Mariano Maella, José del Castillo, Luis Meléndez, Antonio Carnicero o Lorenzo Tiepolo.
Pero no todo son pinturas. Parte singular de la exposición de Bilbao son el conjunto de cartas escritas por Martín Zapater a su amigo Goya -conservadas en el Museo del Prado- y que es la primera vez que se exponen al público. Además de esta correspondencia tan reveladora, completan la muestra miniaturas, estampas y varias piezas de artes decorativas.
Otra de las novedades de la exposición de Bilbao respecto a la que se vio en Zaragoza son los ocho retratos de militares y cortesanos vascos y navarros que trabajaron en Madrid. Según Manuela Mena, Goya retrató a 34 miembros de aquella comunidad tan importante en la Corte. Entre los cuadros presentes destacan el retrato de Pantaleón Pérez de Nenín de la Colección BBVA, una novedad absoluta tras su restauración en el Prado; el marqués de San Adrián del Museo de Navarra; o los retratos pintados ya en París de Joaquín María Ferrer y su esposa, hoy en colección particular francesa.
Otra de las novedades de la muestra -aunque esta ya se vio en Zaragoza- es el retrato de Martín Zapater joven (hacia 1780). Se trata de una obra conservada en una colección particular italiana que llegó al Prado hace veinte años para su estudio y que, tras su restauración, puede compararse en Bilbao con los otros dos retratos de Goya existentes: los del museo de Bellas Artes de Bilbao y el que se conserva en el Museo Ponce de Puerto Rico. Tres efigies y muchas cartas y muestran un Goya poco habitual al que conocemos por sus trabajos en la Corte.
Las dos comisarias han vertebrado la exposición en seis secciones con un hilo conductor cronológico y temático de este largo período del artista aragonés. La primera Zaragoza/Corazón/Zaragoza/Zaragoza constituye un relato desde su nacimiento, los años de formación, primero en Zaragoza y luego en Roma; su matrimonio con Josefa Bayeu, hermana del pintor de cámara de Carlos III, Francisco Bayeu, y sobre todo su relación con un grupo de artistas, hombres de negocios y mecenas de la capital aragonesa como Martín Zapater, Juan Ramón Martín de Goicoechea o Ramon Pignatelli, personas que estuvieron muy presentes durante toda su vida.
La sección Goya y Madrid, 1775. La caza centra la atención en sus primeros años en Madrid donde comenzó a colaborar en la realización de nueve cartones para tapices con escenas cinegéticas que servirían para decorar el palacio de El Escorial, una actividad que era del agrado de Goya como luego demostraría en sus magníficos bodegones de caza. Y de ahí pasamos a la tercera parte La corte ilustrada: puntos de encuentro, un período de modernización de las ciudades, del desarrollo de la industria y el comercio, y donde las artes adquirieron mucha relevancia gracias al impulso de Carlos III, con la creación de las academias de bellas artes y la invitación de artistas y arquitectos extranjeros que irradiaron su influencia en los creadores españoles.
La amistad y el éxito es la crónica de los años que abarcan desde su nombramiento como pintor del rey en 1786 y tres años más tarde cuando ascendió a pintor de cámara en la corte. Un año más tarde viajó a Zaragoza y se reencontró con su amigo Martín Zapater, a quien retrató, algo que volvería a hacer siete años más tarde en el cuadro de Bilbao cuando Zapater era miembro destacado de la sociedad aragonesa. La década que va desde 1786 a 1797 fue para Goya de una gran producción y fama al captar en sus lienzos a los miembros más importantes de la aristocracia y la política. También como pintor oficial de Carlos IV y María Luisa se ocupó de los retratos de ambos monarcas.
La penúltima sección se dedica al refinamiento femenino en el siglo XVIII, un concepto desarrollado en España durante la segunda mitad de ese siglo y relacionado con la idea de civilización. A través de los nuevos modales, costumbres y gustos, tanto en la indumentaria como en los modos de diversión y ocio se quiso representar un tiempo nuevo. La democratización del vestido y el acceso a telas cada vez más asequibles, empezaron a confundirse entre sí, lo cual dio lugar a un juego de apariencias visible en los retratos y escenas protagonizados por nobles, majos y petimetras que ayudan a comprender mejor la evolución de la moda, desde el exceso del Rococó hasta la simplicidad de tintes revolucionarios del Neoclasicismo.
Y finalmente, una sección que no estuvo en Zaragoza, dedicada a los Retratos de vascos y navarros, en la que el Museo de Bilbao ha querido dejar constancia de la extensión de la corte al País Vasco, entre finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. En ella se exhiben 11 personajes vascos y navarros retratados por Goya en estos años, desde Miguel de Múzquiz y Goyeneche, marqués de Villar de Ladrón y conde de Gausa, ministro de Hacienda y promotor, en 1782, del Banco de San Carlos; al general don José de Urrutia, único militar de su siglo en alcanzar ese grado por méritos propios y no por pertenecer a la nobleza; pasando por el retrato en pareja de Martín Miguel de Goicoechea y Juana Galarza de Goicoechea, consuegros de Goya, de ascendencia navarra; el de Leocadia Zorrilla, protegida y ama de llaves de Goya en sus años finales en Burdeos; el referido Pantaleón Pérez de Nenín; y el de Joaquín María Ferrer y Cafranga, en 1824. En ese arco cronológico se observa una aguda introspección psicológica pero también el capricho y la invención de Goya.
Como actividades complementarias y además de talleres educativos se ha programado un ciclo de seis conferencias, bajo el título Francisco de Goya. Vida y arte en la España de finales del siglo XVIII, en el que intervendrán las dos comisarias; José Luis Ona González, historiador y arqueólogo; Virginia Albarrán, colaboradora científica del Área de Pintura del Siglo XVIII y Goya del Museo Nacional del Prado; Javier Novo, jefe del Departamento de Colecciones del Museo de Bellas Artes de Bilbao; y Aingeru Zabala, historiador y especialista en conservación del patrimonio.