Las voces del Pacífico resuenan en Caixaforum Madrid
La exposición plantea un recorrido por las tradiciones artísticas de distintos pueblos oceánicos de Micronesia, Palaos, Melanesia, Nueva Guinea o Polinesia, entre otros. Algo más de 200 objetos, muchos de ellos procedentes de la colección del British Museum, podrán verse en la sede madrileña de CaixaForum hasta el 14 de septiembre.
Aunque se encuentre al final del recorrido, merece la pena empezar hablando de Bottle Ocean 2123, una instalación creada ex profeso para la sala y ambientada dentro de cien años. Su autor es George Nuku, un artista de origen maorí que se trasladó a Madrid para el montaje de la obra.
Es una pieza donde medusas, tiburones, tortugas y rayas de plástico habitan un océano del mismo material, iluminado en tonos azulados y verdes que simulan el entorno submarino. Según Nuku, “si pensamos en cómo se fabrica, a partir de materiales creados durante los procesos ancestrales de la Tierra, esa simple botella de plástico es, en cierto modo, uno de los objetos más antiguos que existen”.
De esta forma, busca cambiar la percepción que se tiene de este material y convertirlo en sagrado. Una cuestión que atraviesa buena parte de su trabajo pues, junto al cambio climático y el ascenso del nivel del mar, otro de los grandes desafíos a los que se enfrentan Nuku y los habitantes del Pacífico es la contaminación de las aguas.
No obstante, para identificar las inquietudes de estos pueblos oceánicos conviene hacer un recorrido desde los ancestros hasta el presente. Esto es, precisamente, lo que propone CaixaForum con Voces del Pacífico. Innovación y tradición, que se podrá visitar hasta el próximo 14 de septiembre.
A través de siete salas, la exhibición se centra en las tradiciones culturales de los habitantes de este complejo entramado de islas. Son innovadores, tejedores y talladores, así como bailarines, guerreros y viajeros.
Para trasladarse de un territorio a otro, idearon tecnologías a partir de un profundo conocimiento del entorno. Se dice que los navegantes llevaban el océano dentro: sabían leer el mar y el cielo de día y de noche. Y es que, para los isleños, el mar era una vía de comunicación que los conecta –salvando el espacio y la diversidad lingüística– con parientes, amigos y vecinos, así como desconocidos y enemigos.
El primer asentamiento del Pacífico se produjo en la isla de Nueva Guinea, cuando formaba parte de un continente de mayores dimensiones llamado Sahul. Los viajeros llegaron aquí hace más de 60.000 años y la última isla en poblarse fue Aotearoa (Nueva Zelanda), hace unos 800 años.
Aunque el océano ha sido su medio de subsistencia, también ha inspirado prácticas artísticas. Lo vemos, por ejemplo, en el modelo de una tomoko (canoa de guerra) de las Islas Salomón, realizada en el siglo XX por un artista local llamado Ango. También en Nueva Irlanda (Papúa Nueva Guinea), donde era más común colocar estas figuras malangan de madera en una canoa.
Pese a las diferencias entre culturas, todas parecen tener en común su aprecio por los tejidos, como objetos de gran valor en toda Oceanía.
Este tipo de piezas se ofrecen como obsequio en momentos relevantes de la vida, por ejemplo nacimientos, defunciones o bodas. Los más valiosos, incluso, se convierten en reliquias que pasan de generación en generación.
Tradicionalmente, las mujeres eran las responsables de la producción textil y las encargadas de transmitir el arte de tejer y trenzar a las niñas de la familia. Cuando se introdujeron en la región las prendas europeas, el protagonismo de los tejidos indígenas fue en declive, aunque en la actualidad se han recuperado nuevamente estas tradiciones y son muy populares entre los turistas.
Otra práctica muy característica de las culturas del Pacífico es la de la talla y el tatuaje. La primera la vemos en figuras como el Dios del pescador de Rarotonga, procedente de las Islas Cook, pero también en otro idolillo del Delfín de Ilawa, en las Islas Salomón. Tal era la importancia de esta labor, que en algunas zonas de la región era equiparable a la de un sacerdote o experto en rituales.
En ese contexto adquiere también relevancia el arte del tatuaje, que precisamente por la técnica empleada, se describía como “talla sobre la piel”. Normalmente se usan unos peines afilados que se mojan en tinta y se clavan en el cuerpo, golpeándolos con un pequeño mazo.
Con esta aproximación a las culturas y tradiciones del Pacífico, la exposición quiere ser una celebración de la creatividad y la sensibilidad artística de sus habitantes. La completa muestra compuesta por 210 objetos ha sido posible gracias a los préstamos del British Museum, el Museo de América de Madrid y el Museu Etnològic i de Cultures del Món de Barcelona. Nerea Méndez Pérez