Las obras que más triunfan en ARCO 2025 no están a la venta

Las obras que más triunfan en ARCO no están a la venta

La 44º edición de la feria, abierta hasta el 9 de marzo, sorprende con una propuesta inédita por parte de la galería Helga de Alvear, que rinde homenaje a su fundadora con una selección de piezas de la colección particular de la mecenas, adquiridas precisamente en ARCO durante los últimos 15 años. Otras 213 galerías se suman a la cita de Ifema con cientos de obras que saltan de las paredes para ocupar todos los espacios.

Maribel López en el stand de la galería Helga de Alvear durante el aplauso por la mecenas fallecida.

No podría haber un mejor homenaje para Helga de Alvear, fiel galerista de ARCO y posiblemente una de sus mejores compradoras privadas (siempre que se paseaba los pasillos, picaba con alguna obra que le llamaba la atención de otro stand y la incorporaba a su colección particular).

En 2025 cumplía 30 años de su primera participación en la Feria Internacional de Arte Contemporáneo y seguro que estaba preparando algo potente con su equipo para celebrarlo, pero el 2 de febrero cuando falleció, todo quedó en suspenso.

¿Qué hacer ahora con ese espacio que desde hace unos años da la bienvenida al visitante nada más entrar al pabellón 7? ¿Debería mantenerse la propuesta inicial o apostar por un tributo que recordase la figura de una de las mayores referencias del mundo del arte contemporáneo en nuestro país?

La decisión tuvo que tomarse con celeridad. Nada de recordatorios emotivos ni grandes fotografías con el rostro de la mecenas alemana –que nunca fue amiga de excesos–, sino una propuesta inédita con un modesto cartel explicando la esencia del espacio de este año, donde no hay ninguna pieza para vender. “En homenaje a su generosa y apasionada labor de apoyo al arte contemporáneo, el stand de la galería presenta una selección de obras que Helga adquirió en ARCOmadrid y ARCOlisboa durante los últimos 15 años. Las obras expuestas no están a la venta”.

A fin de cuentas, si el mejor legado que deja es su colección, ¿por qué no aprovechar el escaparate que supone la cita de Ifema para mostrar una parte? Sobre todo, si se han adquirido en esa misma feria, aunque en ediciones anteriores.

Encontrarse de bruces con esta propuesta tan altruista en la cita más importante del mercado contemporáneo español es casi como una performance, una especie de acción artística que rebasa las necesidades más básicas –vender– por un objetivo mayor (recordar la faceta coleccionista de una figura tan querida y admirada como Helga de Alvear).

Igual que ocurrió el año pasado con la desaparición de José Martínez Calvo de Espacio Mínimo, pasear por los pasillos de ARCO este 2025 sin la presencia de Helga se hace duro. Y mientras recorro los pabellones 7 y 9 de Ifema, no puedo dejar de pensar en las ausencias; sin Juana, que se jubiló en 2023, ni la galería Marlborough, que cerró inesperadamente el verano pasado, la cita dirigida por Maribel López se va quedando algo huérfana. Es cierto que vienen otros nuevos, pero los vacíos se mantienen.

Volviendo a la 44º edición de la feria: salvo las pinturas de Ugo Rondinone y Georg Baselitz, entre otros, que pueden contemplarse por el puro placer de verlas fuera del museo que la coleccionista abrió Cáceres, todo lo demás se vende. Desde el Miró de Leandro NavarroTete aux trois cheveux devant la lune que por 1,6 millones de euros vuelve a ser una de las obras más caras de la feria– hasta la fotografía de Chema Madoz de Elvira González o la plaza de toros de Barceló que cuelga de Thaddaeus Ropac.

Impresiones de ARCO 2025. SGM

Que el mencionado Miró y un bodegón de Juan Gris acaparen las obras de mayor valor, demuestra hasta qué punto los ‘clásicos’ siguen teniendo fuerza en una feria que mira al arte contemporáneo, pero sin desprenderse de los autores de las vanguardias del siglo XX como Tàpies, Chillida o Palazuelo. De hecho, este año la mirada al pasado parece más fuerte que nunca, con varias obras que carecen de creatividad y suponen una nueva revisión de, por ejemplo, El almuerzo en la hierba de Monet, Los borrachos de Velázquez –de mano de Vik Muniz–, las ninfeas de Monet y hasta el urinario de Duchamp.

NeuroBloom, una de las esculturas de Dia Muñoz presenten Ponce y Robles.

Esta vez son 214 galerías las que han acudido a Ifema en la semana del arte, para ofrecer todo tipo de propuestas con precios que oscilan desde los 300 euros hasta casi los dos millones. Un margen bien amplio para poder cubrir todos los bolsillos.

Broto, Murakami, Frances Torres, Plensa, Bernardí Roig y una legión de nombres femeninos entre los que se encuentran Ana Laura Aláez, Teresa Lanceta y Soledad Sevilla están presentes en esta 44º edición, donde parece que las obras han abandonado las paredes para ocupar todo el espacio de los stands.

Hay obras pintadas o pegadas directamente sobre el pladur, piezas que cuelgan del techo y esculturas que serpentean por el suelo. Manos que puedes tocar para comprobar que se adaptan a tu temperatura corporal –LUGAN en José de la Mano–, amasijo de sillas que no son para sentarse, lámparas cuyas bombillas iluminan pechos y cajas de cristal que esconden criaturas híbridas que oscilan entre lo orgánico y lo etéreo (Dia Muñoz en Ponce+Robles).

Por supuesto, tampoco faltan las piezas políticas, como la de Carlos Aires en Sabrina Amrani que pide “stop de war” o la de Eugenio Merino en ADN, donde mete en el lavavajillas a personajes como Trump o Musk.

Mi paseo por ARCO 2025 culmina con la sección dedicada a la Amazonía titulada Wamatisé, donde las referencias indígenas son numerosas en el trabajo de la fotógrafa Anna Bella Geiger o DUHIGÓ. Sol G. Moreno

Anna Bella Geiger. Série História do Brasil Little Boys and Girls.
Una de las manos de LUGÁN que pueden verse y tocarse en la galería José de la Mano. SGM
Una de las obras que ocupan el espacio de Wamatisé.