Las muchas caras de Rembrandt en el Thyssen
La pinacoteca madrileña inaugura la primera exposición que relata la relación de Rembrandt con sus competidores y discípulos como retratista en el Ámsterdam del siglo XVII. La muestra, que cuenta con más de 90 obras, se podrá visitar hasta el día 24 de mayo.
La fascinación que suscita la obra de Rembrandt van Rijn en todo el mundo está también muy presente en nuestro país. A pesar de la enorme oferta cultural y de las colecciones de pintura antigua tan ricas que custodian nuestros principales museos, el maestro holandés es uno de los menos representados. Ese es uno de los motivos por el que una exposición centrada en su trabajo siempre va a ser recibida con entusiasmo. Más aún, si se trata de una como Rembrandt y el retrato en Ámsterdam, 1590-1670, la última propuesta del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza comisariada por Norbert Middelkoop, especialista en el pintor y conservador del Museo de Ámsterdam.
El hilo conductor, que relaciona las 97 piezas reunidas –35 de ellas dentro del corpus del maestro holandés–, es la práctica del retrato en la ciudad neerlandesa y cómo la figura del artista influye a los creadores coetáneos. La presencia de obra de una treintena de manos distintas posibilita el entendimiento de un lugar y una época muy concretos. En cada una de las nueve salas que conforman el recorrido, se incide en la comparación y el contraste entre las formas de trabajar. Ámsterdam parte de ser una ciudad apegada todavía a los modelos manieristas –con su propio carácter pero con una gran deuda a los retratistas italianos de finales del siglo XVI–, a un hervidero creativo en el que Rembrandt es una pieza fundamental a la hora de crear un estilo nuevo y propio, a ser testigo de los momentos finales del creador, cuando la moda imperante ha cambiado, pero sigue obsesionado en la investigación de su lenguaje particular (que tiende al mayor uso de empastes y de una paleta muy reducida).
La organización de esta exposición, que se lleva fraguando desde 2016, ha contribuido también con algunos descubrimientos relacionados con la identidad de los personajes, que en ocasiones aparecen en varios lienzos en distintos momentos de sus vidas. Según ha contado Guillermo Solana, director del museo, fue Mar Borobia, Jefa del Área de Conservación de Pintura Antigua, quien propuso a Middelkoop como comisario de una muestra que girase en torno al retrato en la obra de Rembrandt. El núcleo del incipiente proyecto era, en aquel entonces, el autorretrato del maestro que custodia la pinacoteca y que fue adquirido por el Barón Thyssen en 1976.
Poco a poco se cambió el foco de atención al tema definitivo y se plantea febrero de 2020, un año después del 350 aniversario de la muerte del pintor, como fecha para su inauguración. Tanto Solana como Borobia han querido agradecer durante la presentación de la muestra a la Comunidad de Madrid su apoyo mediante el patrocinio de la muestra. Marta Rivera de la Cruz, Consejera de Cultura y Turismo, también ha estado presente y ha destacado la importancia de la exposición y de la obra de Rembrandt a la hora de plasmar la sociedad de su momento.
Aun cuando todas las piezas comparten un tema en común –y tomando en consideración que dentro de la pintura antigua el retrato sigue unos convencionalismos que dejan poco espacio para la variedad– la muestra no resulta repetitiva. Los casi 100 retratos no nos observan desde una fría distancia –ni viceversa– sino que como decía el propio Middelkoop: «Nunca pensé que el rostro humano pudiese ser repetitivo. Además, nos podemos ver identificados con los retratados. Estos no son reyes o príncipes, son burgueses, miembros de la clase media, artistas e intelectuales, cuyos nombres en muchos casos conocemos. Lo interesante es que podemos imaginar sus vidas, sus preocupaciones, no demasiado distintas de las nuestras». A esto se suma la variedad que introducen los retratos colectivos, tan abundantes en la época, muchos de ellos prestados por el Museo de Ámsterdam.
Algunos de los préstamos más interesantes son, por ejemplo, el del Retrato de un joven del Museo Nelson Atkins en Kansas –que según señalan desde la organización, es prácticamente la primera vez que se cede–, La lección de anatomía del doctor Jan Deijman –aunque menos conocida que la protagonizada por el Dr. Nicolaes Tulp, resulta una impactante pieza–, Dirk Bas Jacobsz. y su familia –obra de Dirck Santvoort y perteneciente al Rijksmuseum– o Retrato de una joven con gorro negro procedente de la Colección Abelló. Ésta es la primera vez que dicho cuadro puede ser contemplado tras su adquisición por parte del coleccionista. Esta compra es una de las más relevantes del empresario español en los últimos años, tal y como contamos en el número 43 de ARS Magazine.
Al finalizar la muestra el visitante se encuentra con una sala dedicada a la actividad de grabador de Rembrandt. Su habilidad y su afán investigador en diversas técnicas –aguafuerte, punta seca…– le vincula a nombres como Durero o Goya. Cabe destacar que el grueso de las piezas de esa última sala procede de las colecciones de la Biblioteca Nacional, incluidos varios autorretratos, como, por ejemplo, Autorretrato dibujando frente a una ventana.
Para acompañar la exposición, el museo organiza un simposio el día 9 de marzo bajo el título Cara a cara con el retrato en la época de Rembrandt. En él distintos investigadores especializados en el tema tratarán de las dificultades en la atribución de obra al maestro, su papel dentro del panorama artístico o la influencia otros creadores.