La última lección de Carmen Sánchez, mecenas del Prado
Ayer se presentó en el Museo del Prado la exposición El legado de Carmen Sánchez. La última lección, que incluye 15 obras adquiridas gracias a la generosidad de una mecenas como Carmen Sánchez (1929-2016), profesora, directora del Colegio Nervión y Amiga del Museo del Prado, que legó 758.648 euros y su casa de Toledo para la compra de obras de arte, realizadas entre 2017 y 2021. A esa suma el Museo del Prado agregó 20.532 euros para la adquisición de esas 15 obras. Entre ellas podríamos destacar pinturas de Alonso Berruguete, Mariana de la Cueva y Barradas, Gabriel Antonio Corvoysier, no presentes en la colección del museo, junto a otras de Pedro de Campaña, Mariano Fortuny, Eduardo Rosales y María Blanchard, entre otros artistas. Las pinturas se exhiben en las salas 60 y 60 A del edificio Villanueva hasta el 24 de octubre.
En el acto intervinieron el presidente de Real Patronato del Museo del Prado, Javier Solana, quien destacó su labor como docente que él pudo conocer durante su etapa como Ministro de Educación; Miguel Falomir, director del Museo, el comisario de la exposición, Pedro J. Martínez Plaza y varios familiares de Carmen Sánchez.
De las 15 piezas adquiridas por el museo, hasta ahora inéditas, cinco de ellas son de artistas no representados en la colección del museo, como es el caso de Alonso Berruguete (1480-1561) con su Alegoría de la Templanza, obra del período italiano del autor, que no tenía presencia hasta ahora y que tal vez sea la pieza más relevante del conjunto; y dos artistas menos conocidos como Mariana de la Cueva y Barradas (1623-1688), San Francisco arrodillado en meditación (según El Greco); y Gabriel Antonio Corvoysier (1659-1725), la Virgen del Carmen imponiendo el escapulario a san Simón Stock.
Precisamente estas dos últimas obras son las primeras que se han identificado de estos artistas y eso supone un nuevo significado para la historia de la pintura española y más en concreto para la labor artística que desarrollaron las mujeres artistas en la segunda mitad del siglo XVII. En el caso de Corvoysier arroja nueva luz en el estudio de la pintura madrileña del mismo período.
También destaca por su rotundidad el Autorretrato de Pedro de Campaña (1503-1580), uno de los mejores ejemplos de la pintura renacentista española; Mujer en el baño (¿Diana de Poitiers?), ya que apenas se conservan obras de François Clouet (1516-1572) o de su taller en nuestro país. Y dando un salto en el tiempo La boloñesa de María Blanchard (1881-1932), primera obra que ingresa en el Prado y que probablemente fue la pintora española más importante anterior a Pablo Picasso.
El generoso legado de Carmen Sánchez, que se hizo miembro de la Fundación de Amigos del Museo del Prado en 2003 y siguió hasta su muerte en 2016, ha permitido que la pinacoteca española incorpore otras obras como El Retrato de caballero de Adriaen Thomasz. Key (1544-1589); La Estigmatización de san Francisco, una curiosa escena religiosa de las pocas que pintó José del Castillo (1737-1793); y de la pintura de historia ejemplos tan relevantes como Los Comuneros Padilla, Bravo y Maldonado en el patíbulo, de Antonio Gisbert (1834-1901), que es una réplica de la conservada en el Congreso de los Diputados; y tres obras de Luis de Rosales (1836-1873) de este género: Doña Blanca de Navarra entregada al captal de Buch, la Reina doña Juana en los adarves del castillo de la Mota y el estudio Sala de Constantino en el Vaticano.
Por último, poseen gran interés obras como Giuseppe Maria Ferdinando Dal Pozzo, una de las mejores pinturas conocidas de José Aparicio (1770-1838); la Sagrada Familia del roble de Luis Eusebi (1773-1829), figura capital en la historia primera del museo, del que fue su primer conserje y a quien debemos su primer catálogo; y un Paisaje napolitano, que condensa muchas de las búsquedas que ocuparon a Mariano Fortuny (1838-1874) durante su estancia estival en Portici, Nápoles. Todas las obras presentes han sido restauradas y limpiadas en el Taller de Restauración del Museo Nacional del Prado, tras su compra en España y en otros países. Verlas ahora colgadas en las salas del Prado son un merecido homenaje a una de las grandes mecenas que ha tenido el Museo del Prado en los últimos años. Carmen Sánchez unió a su condición de docente una generosidad para que se siguiera transmitiendo el conocimiento en uno de los templos del arte.