La naturaleza humanizada de Marina Núñez echa raíces en el Lázaro Galdiano
La obra de la artista palentina se cuela discreta y silenciosamente en el museo madrileño apelando a la sensibilidad del espectador y buscando filtrarse en lo más profundo de su piel. Esta intervención permanecerá abierta hasta el 10 de marzo de 2024 y se podrá visitar en paralelo a la colección permanente del centro.
Hay un verso de Paul Valéry –incluido en La idea fija– que dice así: «Nada es tan profundo como la piel». El poeta hace referencia a la relación entre lo visible y aquello que no se ve con tanta claridad, y cómo la sensibilidad humana interviene en ese proceso. Se trata de una metáfora en la que evidencia que la epidermis es el puente que conecta al ser con su entorno y con los objetos que le rodean.
Precisamente sobre esta reflexión construye Marina Núñez su exposición en el Museo Lázaro Galdiano, que además comparte título con el verso: Nada es tan profundo como la piel. «No somos nada inmaterial atrapado en un cuerpo, que es la superficie de descripción de todas nuestras acciones cotidianas que son para mí lo que definen la identidad», comenta la artista palentina a ARS.
Se trata de un conjunto site specific que se camufla con el resto de obras de la colección y que ocupa el espacio del pórtico, el salón de baile y las salas 7, 9, 11 y 17. Ejemplo de ese mimetismo es el grupo de piezas llamado Ornamento, una instalación ubicada en el suelo, que se camufla con la marquetería del palacio. Esta obra en 3D está realizada con Houdini, un software que ha permitido a la artista dar la forma que ella buscaba al cuerpo y depositar una tela sobre el mismo con la ayuda de un simulador.
Una de los conjuntos más bellos y llamativos de la muestra es Historia natural, compuesto por cinco piezas flanqueadas por sendas Inmaculadas de Miguel Jacinto Meléndez y Claudio Coello. Es un cristal macizo, con forma rectangular, grabado con láser y con base de luz LED. En su interior se encuentra una figura humana en suspensión rodeada por cientos de partículas –una amalgama de puntos de rotura del láser–, que se convierte en la obra protagonista de la sala 11 dedicada al arte español de los siglos de oro.
La artista explica que escogió el título de Historia natural: «porque remite a los modelos cosmológicos que empiezan en el renacimiento. Esos modelos que relacionan el mapa humano con el mapa del universo. Esta figura está contando, sobre todo, que somos un ecosistema».
Sus creaciones están también inspiradas en la mitología griega, como es el caso de Dafne. «Al contrario de esa leyenda, que es terrorífica, aquí las mujeres paisaje están representadas de modo utópico». Esta es la única obra analógica de la exhibición, pues a pesar de estar generada en el ordenador, posteriormente ha sido impresa en tinta negra sobre madera. Luego la artista ha dibujado todo con lápiz blanco por encima.
Destaca la intervención en el pórtico del palacio, ya que parte de una experiencia inmersiva con vídeos y sonido. La obra tiene bastante que ver con la colección de pintura flamenca del Lázaro Galdiano, en concreto con la Virgen del canciller Rolin de Jan van Eyck. Ambas tienen ese mismo punto de vista alto, con embaldosados, arcos y paisajismo.
Las herboristas continúan esa temática de chicas paisaje que es una constante en la exposición. Cubiertas por un manto de encaje floral y dorado, deambulan de manera espectral al son de una melodía renacentista compuesta por Luis de la Torre (marido de la artista).
«En el espacio se puede ver cada uno de los cientos de baldosas, cada una de ellas con diferentes especies botánicas. En ese sentido, hay una imaginería como de ciencia ficción, que contrarresta con este espacio tan clásico, tan de fantasía medieval», comenta la autora.
Nada es tan profundo como la piel de Marina Núñez en el Museo Lázaro Galdiano busca, a través de sus metáforas, llegar a lo más hondo de quien mire las obras, colarse bajo su epidermis y provocar una intensa experiencia emocional y sensorial. Nerea Méndez Pérez