La historia se repite, ‘Vanguardia en Ucrania’ en el Museo Thyssen

La historia se repite, ‘Vanguardia en Ucrania’ en el Museo Thyssen

Nuevamente un país como Ucrania se ve sacudido por la devastación de la guerra como ya ocurriera el pasado siglo, primero con la primera guerra mundial, luego con las revoluciones de 1917, la guerra de independencia y la creación de la Unión Soviética, donde sufrió la represión estalinista en los años treinta con la represión primero y la posterior hambruna que mató a casi cinco millones de personas. Ahora de nuevo Rusia invadió hace nueve meses este país y por ello exposiciones como En el ojo del huracán. Vanguardia en Ucrania, 1900-1930, organizada por el Museo Thyssen-Bornemisza, son un motivo de esperanza y de grito para parar la barbarie.

El Lissitzky. Composición, 1918-década de 1920. Óleo sobre lienzo. 71 x 58 cm. National Art Museum of Ukraine

La muestra, comisariada por Konstantin Akinsha, Katia Denysova y Olena Kashuba, ha sido posible por el apoyo de las autoridades ucranianas para facilitar los préstamos y por la generosidad de Francesca Thyssen-Bornemisza y de otras instituciones. A través de casi 70 obras, entre pinturas, dibujos, collages o diseños de teatro, los aficionados al arte podrán acercarse a conocer un período álgido de experimentación ente los artistas ucranianos más vanguardistas de las tres primeras décadas del siglo XX, desde Bohomazov, Yermilov, Palmov, Petrytskyi, pasando por Boichuk o los más conocidos Malevych y El Lissitzky, sin dejar de mencionar a tres figuras como Alexandra Exter, Sonia Delaunay o Wladimir Baranoff-Rossiné, que  nacieron o comenzaron su periplo artístico en ese país.

Oleksandr Bohomazov. Afilando las sierras, 1927. Óleo sobre lienzo. National Art Museum of Ukraine

La exposición, que permanecerá abierta hasta el 30 de abril para después viajar al Museo Ludwig de Colonia, está estructurada en siete capítulos siguiendo un orden más o menos cronológico. El primero Cubofuturismo se centra en la mirada que integró por un lado el cubismo francés y el futurismo italiano en una síntesis autóctona, caracterizada por su tendencia a la abstracción y a una paleta colorista de su folclore y del arte decorativo, con ejemplos como Naturaleza muerta (1913) de Alexandra Exter; Tiovivo (1921) de Davyd Burliuk; Composición (1919-1920) de Vadym Meller; o algún ejemplo de Bohomazov.

La influencia de la asociación Kultur Lig, fundada en Kyiv en 1918 con el objetivo de difundir la cultura yiddish contemporánea en diferentes facetas, está representada por piezas de Issakhar Ber Ryback en su composición Ciudad, 1917, que más tarde se trasladó a Francia y formó parte de la Escuela de París, así como en otras de Marko Epshtein.

Los diseños teatrales tuvieron mucha importancia por las posibilidades innovadoras que ofrecían a los creadores plásticos, en un trabajo interdisciplinar con dramaturgos, directores y escenógrafos. Ese fue el caso del director teatral Les Kurbas, quien iría incorporando a diferentes artistas del expresionismo y el constructivismo junto a las tradiciones populares del país. En esta sala vemos figurines y bocetos para representaciones hechos por Vadym Meller, Petrytskyi o  Khvostov.

La ciudad de Yárkiv, ahora tan presente por la guerra, que fue capital de de la República Socialista Soviética de Ucrania, en la década de los 20 del siglo pasado fue una capital cultural muy dinámica con la evolución de un creador como Vasyl Yermilov que diseñó portadas para la revista Arte Nuevo (1927); el suprematismo de Kazymyr Malevich derivó hacia un constructivismo y realizó múltiples relieves, ya fueran figurativos o abstractos. Y nuevamente la potencia de Anatol Petrytskvy, Los inválidos (1924).

Sonia Delaunay. Vestidos simultáneos (Tres mujeres, formas y colores), 1925. Óleo sobre lienzo. 146 x 114 cm. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. C Pracusa, S. A
Kazymyr Malevich. Boceto para la pintura del auditorio de la Academia Ucraniana de Ciencias, Kyiv, 1930. Pastel y gouache sobre papel, 44 x 31 cm. National Art Museum of Ukraine

El quinto capítulo gira en torno a los boichukistas, alumnos de Boichuk, un artista que viajó por las principales ciudades europeas para completar su formación y a su regreso abrió un taller en 1917 de pintura al fresco, al temple y de mosaicos dentro de la Academia de Arte de Ucrania. En ella aspiraba a una síntesis de estilos a partir del arte bizantino y los frescos italianos prerrenacentistas con el arte popular ucraniano. Entre las piezas expuestas de este período mencionar una del propio Boichuk, La Lechera (1922-1923), otra de Ivan Padalka, Fotógrafo (1927) o el Retrato de Oksana Pavlenko (1926-1927), de Vasyl Sedliar.

El Instituto de Arte de Kyiv tuvo una gran importancia en el desarrollo de las artes visuales de los años 20 y 30 en Ucrania. Fue la institución que sustituyó a la Academia de Arte de Ucrania en 1924 para adaptarse a la ideología del régimen soviético y entre el cuerpo docente se incorporaron artistas de vanguardia como Malevych, Tatlin o la figura de Oleksandr Bohomazov con una de sus obras maestras presentes en la muestra, Afilando las sierras (1927), que era parte de un tríptico inacabado con ese tono híbrido para encontrar su lugar en el nuevo espacio que venía impuesto desde la política.

Y como cierre algunos ejemplos de la última generación de artistas de la vanguardia ucraniana, que estaba fascinada con movimientos como la Nueva Objetividad y el Novecento italiano, aunque se vio interrumpido por la represión del realismo socialista que impuso su tono propagandista por encima de la experimentación. Cuelgan obras de Yeleva, Yoffe y Syrotenko.