LA FUNDACIÓN ENDESA ILUMINA LA BASÍLICA DE SANTA MARIA MAGGIORE
El pasado 19 de enero, los reyes eméritos don Juan Carlos y doña Sofía, asistieron a la presentación de la nueva iluminación de la basílica de Santa Maria Maggiore de Roma. Esta empresa ha sido posible gracias al patrocinio de la Fundación Endesa, tras la firma de un acuerdo gestado el pasado año con el Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano. Gracias a él, los visitantes que acudan a ella en su periplo por la Ciudad Eterna, podrán contemplar en todo su esplendor algunos de los espacios más destacados de la basílica. Todo ello gracias al empleo de las técnicas más avanzadas de ahorro de energía y de optimización de eficiencia.
Las actuaciones se han llevado a cabo a lo largo de todo el templo, prestando especial atención al soberbio artesonado de la nave central, obra renacentista llevada a cabo por Giuliano da Sangallo, así como del ábside –con su mosaico del siglo V– y del barroco baldaquino del altar mayor. También han sido objeto de intervención el baptisterio, las capillas Sforza, Cesi, Paolina y del Crocefisso entre otras. En palabras de Borja Prado, presidente de Endesa y de su Fundación, es «un honor y un privilegio iluminar esta basílica, que es un lugar clave para la historia, para la cultura y para el fuerte vínculo que une a España con el Vaticano».
Santa Maria Maggiore es una de las basílicas más antiguas de Roma. Fue fundada en el año 380 por el papa Liberio para celebrar la aparición de la Virgen a un patricio romano. A lo largo de los siglos se ha ido enriqueciendo hasta convertirse en uno de los espacios más importantes del arte europeo. La vinculación del templo con España se remonta al año 1647, cuando Inocencio X aprobó, por deseo de Felipe IV, la Constitución apostólica Sacri Apostolatus, por la cual el monarca y sus sucesores se erigían como cabeza de la Obra Pía. Desde entonces, los reyes españoles han sido protocanónigos honorarios del Cabildo Liberiano de la basílica. Gracias a las rentas aportadas por la monarquía, sus representantes obtendrían a partir de entonces importantes honores litúrgicos. Fruto de todo ello es, por ejemplo, la estatua colosal en bronce de Felipe IV como emperador romano (hacia 1664-1692) que hoy se dispone en el atrio del templo. Fue diseñada por Gian Lorenzo Bernini y fundida por Girolamo Lucenti (sobre la significación de esta estatua véase aquí).