La exposición desnuda

La exposición desnuda

Fundación MAPFRE presenta en su sede madrileña Tierna es la noche, una muestra de la fotógrafa japonesa Sakiko Nomura, que con sus desnudos masculinos en blanco y negro desafió los fuertes estereotipos patriarcales del país nipón.

En la portada del primer fotolibro de Sakiko Nomura, La habitación desnuda (1994), aparece la instantánea de un joven sin ropa. Se trata de un retrato en blanco y negro, con grano grueso y un encuadre extraño, que sugiere que artista y modelo tuvieron que estar muy cerca el uno del otro en el momento de la toma. Está, además, ligeramente desenfocada, casi como una fotografía que dispararías en un momento íntimo para poder recordarlo después, sin preocuparte demasiado por la técnica y el resultado posterior.

Este primer trabajo fue, en gran medida, prefiguración de lo que sería la carrera posterior de Nomura: un cuerpo de trabajo cargado de retratos masculinos íntimos, teñidos de vulnerabilidad, que muestran a sujetos desarmados ante la artista y su cámara. Además de la revelación evidente que esto supuso contra los valores tradicionales japoneses, la artista tuvo que buscar nuevos modos de representar el desnudo.

A menudo, las fotografías de este tipo que se tomaban en el país eran, en primer lugar, de mujeres, y en segundo ideada para el disfrute erótico masculino. De modo que Nomura, por un lado, tuvo que buscar la forma de fotografiar a hombres y, por otro, afrontó la representación del desnudo alejada de lo explícitamente sexual. Sin embargo, sí hay una carga erótica implícita en sus obras, contenida pero latente, que convive a su vez con una indudable ternura.

También se repetirá posteriormente en su obra la ambientación nocturna de esa primera fotografía de portada, así como el aspecto onírico aportado por el grano y los desenfoques. Si bien las horas del día suelen estar dedicadas a la vida pública e iluminadas por el sol, la noche, con su oscuridad, resulta mágica y enigmática al mismo tiempo.

Lo que sucede en ella suele estar oculto de puertas para fuera, generando una privacidad que se hace protagonista en los retratos de Nomura, y que hace sentir al espectador que se encuentra en la habitación junto a los hombres fotografiados. De hecho, es así como Nomura toma las fotografías, que a menudo son de amigos o conocidos.

"Black darkness 061". Sakiko Nomura. 2008. Copia de plata en gelatina © Sakiko Nomura courtesy of Akio Nagasawa Gallery
"Nude/A Room/Flowers 166". Sakiko Nomura. 2012. Copia de plata en gelatina. © Sakiko Nomura courtesy of Akio Nagasawa Gallery

Se encuentra con ellos por la noche en sus casas, o bien en habitaciones de hotel, y les invita a quitarse la ropa y posar ante su cámara. En esta situación atípica se genera una relación nueva entre el artista y su modelo que es familiar y extraña al mismo tiempo, y que también queda reflejada en el resultado posterior.

En muchas de sus imágenes y fotolibros –ha publicado una treintena hasta el momento– las imágenes de Nomura aparecen solas, sin una fecha o nota de referencia que aporte contexto.

"Black Darkness 017". Sakiko Nomura. 2008. Copia de plata en gelatina © Sakiko Nomura courtesy of Akio Nagasawa Gallery

Esta ausencia de información invita al espectador a que averigüe qué es lo que narran estas secuencias, a desentrañar el misterio que está implícito en ellas, igual que lo está en la oscuridad de la noche. En algunos de los volúmenes que pueden verse en Fundación MAPFRE, como Another Black Darkness (2016), esto se agudiza hasta el extremo, pues la obra se compone de fotografías solarizadas impresas con tinta negra brillante sobre papel negro mate. En ellas apenas se distingue la imagen, por eso quien las contempla se ve obligado a observar, a acercarse, a detenerse y, en muchos casos, a imaginar lo que tiene delante y no es capaz de advertir.

"Moonlit Night 015". Sakiko Nomura. 2023. Copia cromogénica © Sakiko Nomura courtesy of Akio Nagasawa Gallery

En otros casos, sin embargo, sí conocemos algunas cuestiones del contexto en el que fueron tomadas. Muchas de las imágenes de la muestra datan de la década de los 90, un momento de crisis económica en Japón y, al mismo tiempo, de un gran florecimiento artístico: se abrieron galerías y museos, además de popularizarse especialmente la obra de los fotógrafos.

Surgieron varias mujeres que se dedicaban a esta disciplina, pero a las que la sociedad nipona miraba por encima del hombro, denominando despectivamente a su trabajo «fotografía de chicas».

Sabiendo que fueron hechas en ese momento histórico en el que el arte firmado por mujeres era considerado algo menor –muchas de ellas, de hecho, no lograron traspasar la línea del anonimato–, las imágenes de la autora toman aún más fuerza, y aumenta en ellas el carácter subversivo.

Junto a estas instantáneas de desnudos que marcan su carrera, se suceden en la exposición otras que, en su mayoría, aluden al paso del tiempo: fenómenos atmosféricos, flores a punto de marchitarse, reflejos y luces en movimiento, habitaciones de hotel que normalmente no se habitan más que unas pocas noches… Acontecimientos efímeros, en definitiva, como lo son la juventud y la belleza de muchos de sus retratados.

Esto hace que pueda apreciarse, en todo su trabajo, un tenso equilibrio entre la vida y la muerte, del mismo modo que lo erótico convive con lo tierno, y lo subversivo lo hace junto a lo íntimo.

La muestra, que podrá visitarse hasta el próximo 11 de mayo, cuenta además con 18 fotolibros y una película compuesta a partir de tres cortos firmados por la autora. Por último, se presenta también un proyecto específico, realizado el año pasado en la ciudad de Granada y encargado por Fundación MAPFRE para esta exposición. Sofía Guardiola