La colección de una vida expuesta en el BBAA de Bilbao
La muestra Familia Sota. Arte y mecenazgo repasa parte de los tesoros artísticos que reunió entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX el empresario Ramón de la Sota, compuesto por nombres como Zuloaga, Darío de Regoyos o Adolfo Guiard. Un legado que se incautó durante la Guerra Civil y que poco a poco sus herederos están pudiendo recuperar.
La familia De la Sota y Llano ha sido sinónimo de tutela artística y coleccionismo en Bilbao, por eso ahora su historia se recoge en cinco de las salas del Museo Bellas Artes de su ciudad, a través de las obras más representativas adquiridas por esta saga vasca.
Su historia con el arte se remonta a la amistad de Ramón de la Sota con el artista Adolfo Guiard, del que acabó teniendo más de 50 pinturas, muchas de ellas paisajes de diferentes ciudades de Euskadi. A estas obras se suman escenas campesinas y retratos.
Por otro lado, el papel que desempeñó la familia en la industrialización de la ciudad les llevó a recopilar diferentes lienzos y grabados que trataban esta temática, símbolo de los avances que se dieron a principios del siglo pasado dentro de la siderurgia, el ámbito ferroviario, eléctrico o las navieras.
La muestra expone varias piezas clásicas, entre ellas un par de retratos de Cornelis van der Voort y Luis de la Cruz y Ríos, que la familia fue adquiriendo gracias a la amistad que tenía con expertos en la materia como Ignacio Zuloaga, gran conocedor de la pintura goyesca y afamado pintor vasco, cuyas obras también cuelgan de las paredes del museo bilbaíno para esta retrospectiva.
El recorrido dedica también un apartado al arte moderno que De la Sota, aconsejado por sus hijos, comenzó a adquirir ya entrado el siglo XX. Entre los artistas de vanguardia de época destacan, por un lado, Aurelio Arteta o José María de Ucelay (jóvenes autores que durante los años 30 y 40 se acercaron a un arte modernista en España). Por otro lado, aparecen creadores como Regoyos –ahora expuesto en el Prado dentro de la exposición sobre pintura social– o Iturrino, que los descendientes de la familia coleccionaron.
Gran parte del arte reunido por Ramón de la Sota y Llano fue incautado durante la Guerra Civil y posteriormente recuperado. Sin embargo, aún quedan tesoros por recuperar, como demuestra la reciente devolución de pinturas de los últimos años y los esfuerzos que aún se hacen por localizar las obras aún desaparecidas.
Entre las últimas restituciones que se muestran en el museo que dirige Miguel Zugaza, se encuentran los mencionados Retrato de joven caballero de Van der Voort o el de María Cristina de Borbón de Dela Cruz y Ríos. A ellos se suma el de Martín Zapater pintado por Francisco de Goya.
Como nexo de unión entre la vanguardia y el clasicismo de la colección De la Sota se ha decidido exponer, gracias al préstamo del Museo del Prado, El vuelo de las brujas de Goya, una de esas piezas en las que el maestro –bisagra entre lo antiguo y lo moderno– critica a la sociedad del momento mientras da rienda suelta a su peculiar universo creativo de pesadillas e ensoñaciones.
Este viaje por la vida de Ramón de la Sota y Llano a través de la selección de más de 60 obras, comisariada por el coordinador de Conservación e Investigación del museo bilbaíno, Javier Novo, se podrá visitar hasta el 13 de octubre y ha sido patrocinada por la Fundación Bancaria BBK. Roberto Ponce López