Instituciones públicas y fundaciones sostienen ARCO
Tras unos días de continuo trasiego de gente en los pabellones de Ifema, toca hacer balance y recuento de las ventas. Este año la afluencia de público ha rondado los 100.000 visitantes y las ventas estatales del Ministerio -400.000 euros- han crecido un 8 % con respecto al año pasado. El Ayuntamiento de Madrid ha incrementado notablemente su inversión en la feria, cuadruplicando la cifra del año anterior (226.000 euros esta vez). Fundaciones y empresas siguen siendo los principales clientes de una feria que sobrevive gracias a las instituciones públicas y privadas.
Lo decíamos en nuestra primera crónica: los pasillos de ARCO estaban llenos (hasta el punto de complicar alguna venta el miércoles). Y así han estado durante todos los días de la feria, incluido el domingo, jornada habitual de desmontaje. Sin embargo, la presencia de gente –más de 95.000 visitantes según los organizadores– no se ha traducido necesariamente en ventas, como comentan algunos galeristas. Afortunadamente, instituciones públicas y fundaciones privadas sostienen ARCO y permiten hacer un balance positivo de esta 42º edición.
Ministerio, instituciones públicas locales y autonómicas o fundaciones como la Masaveu y Helga de Alvear acudieron fieles a la cita dispuestos a apoyar, un año más, la feria de arte contemporáneo más relevante de nuestro país.
El Ministerio de Cultura, por ejemplo, ha gastado 400.000 euros en un total de 26 obras firmadas por 18 artistas, cifra que supone un incremento del 8% con respecto al año pasado, cuando se destinaron unos 370.000 euros en 16 piezas (el número de trabajos adquiridos en esta ocasión demuestra que los precios han sido inferiores).
Entre los autores que se incorporan a la colección del Museo Reina Sofía, institución destinataria de las obras, están Ana Jotta –con su acrílico y rotulador sobre pantalla September Song 7– o Lucía C. Pino (y su escultura W.A.O.). También hay algún nombre clásico, como Torres-García o Javier Utray. En total suman un conjunto que cubre diversas generaciones de artistas de la segunda mitad el siglo XX y el primer tercio de nuestro siglo XXI.
Se trata de 26 trabajos que abarcan todo tipo de disciplinas; desde la instalación, como la firmada por el tándem Helena Cabello y Ana Carceller (Cabello/Carceller) hasta el vídeo de la joven argentina residente en París Cecilia Bengolea o el vallisoletano Diego del Pozo Barriuso. La pintura está representada por la argentina Gabriela Bettina y la española Rosa Torres entre otros, mientras que de Anaïs Florin se ha adquirido un trabajo con fotografías y documentos relativos al puerto de Valencia.
Las instituciones públicas locales también han contribuido a los buenos resultados de la feria. La Comunidad de Madrid ha concedido su Premio ARCO 2023 a Sahatsa Jauregi y a Eva Fàbregas, de modo que las obras de ambas ya forman parte de los fondos de la colección del Centro de Arte Dos de Mayo.
En esta ocasión no ha trascendido el dinero total gastado, pero se adivina que es una cifra muy por debajo de los 405.000 euros empleados el año pasado en la decena de artistas incorporados a sus fondos públicos.
El Ayuntamiento de Madrid ha hecho lo propio con otras seis obras que ya engrosan su Museo de Arte Contemporáneo. Ha gastado 226.000 euros en trabajos firmados por María Moreno, Manuel Barbadillo, Nacho Criado, Eusebio Sempere, Concha Jerez y Asunción Molinos. La cifra, contrasta con los 56.870 euros gastados el año anterior.
La cena benéfica que se celebra todos los años en ARCO ha permitido adquirir para su Fundación piezas de seis artistas, mientras que la Fundación Aldo Rubino ha comprado para el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires (MACBA) una obra del cubano nonagenario Waldo Balart a Guillermo de Osma.
A esa misma galería, la Fundación Helga de Alvear ha adquirido un trabajo de Fernand Léger, además de una de la esculturas de Juan Muñoz que exhibía David Zwirner y una obra de Georg Baselitz presente en Thadaeus Ropac (por su parte, la galería de la coleccionista alemana vendió un lienzo de Manolo Quejido, presente por primera vez en la feria). Otras instituciones habituales que no han faltado a sus compras en ARCO han sido Francesca Thyssen con su TBA21, la Fundación María José Jove y la Fundación María Cristina Masaveu Peterson (que desde el miércoles exhibía su logo y particular punto verde sobre obras de Ana Barriga, Rafael Macarrón y Maruja Mallo, entre otras).
Ente los galardones que llevan consigo la adquisición de obra, cabe destacar el premio concedido por la Colección SOLO, que este año ha recaído sobre Sandra Vásquez de la Horra. Su lienzo La liberación del mito presente en la galería Senda ya forma parte del conjunto privado y participará en su próxima exposición Protection No Longer Assured.
El Premio de Arte Catalina D’Anglade ha ido para Ester Partegàs en esta sexta edición. Esto implica no solo la compra del trabajo ganador –Kinge (Baskets)– expuesto en Nogueras Blanchard, sino también el desarrollo de un proyecto inédito que aúne arte y diseño.
La feria insiste en que se ha recuperado la confianza en el mercado, tras unos años complicados de ediciones reducidas, control de aforos, guerra e inflación. El resultado, en efecto, es positivo, pero no para todos.
Si preguntamos a las galerías, reconocen que el optimismo de esta 42º edición se ha apreciado en el ambiente, aunque las ventas no hayan sido tan exultantes. En Max Estrella, por ejemplo, vendieron piezas de Rafael Lozano-Hemmer, Eugenio Ampudia y Manolo Paz por valor de 90.000, 70.000 y 55.000 euros respectivamente, aunque lamentan «haber vendido menos que el año pasado».
Pelaires encontró comprador para su pintura de Gori Mora, como ya dijimos el jueves, y a ella se sumó otra obra de Jorinde Voight de gran tamaño. Parece que, al final, son las instituciones y fundaciones quienes sostienen ARCO. Sol G. Moreno