Hopper, junto a los maestros holandeses en Dresde
La Gemäeldegalerie Alte Meister organiza una exposición subtitulada El interior y el exterior que pone de relieve el papel del artista estadounidense como dibujante y que subraya las influencias que obtuvo de distintos pintores europeos, sobre todo durante la primera etapa de su carrera.
La primera vez que Edward Hopper visitó París tenía 24 años. Corría el año 1906 y, lejos de interesarse por las vanguardias que despuntaban en el panorama artístico de la ciudad, el joven estadounidense –ya graduado en la New York School of Art– se empapó de las obras que contemplaba en el Museo del Louvre y de las piezas de los impresionistas.
A la ciudad francesa volvería hasta en tres ocasiones, además visitaría otras ciudades europeas como Londres, Bruselas o Ámsterdam. En esta última pudo contemplar pinturas que le cautivaron profundamente, como las firmadas por Frans Hals, Vermeer o Rembrantd (le llamó especialmente la atención La ronda de noche).
Las influencias que obtuvo durante estos periplos europeos, especialmente gracias a los cuadros de los grandes maestros holandeses, son el eje en torno al cual gira la muestra Edward Hopper. El interior y el exterior, que confronta varios óleos del norteamericano con algunos de sus artistas predilectos.
En la exposición puede contemplarse, expuesto por primera vez en la ciudad alemana, el gran lienzo titulado Sol matutino, pintado por Hopper en 1952 y prestado por el Columbus Museum of Arts de Ohio. Se trata, además, del cuadro que da nombre a la muestra, pues el artista se obsesionó con plasmar en ella de forma adecuada la diferencia de contrastes entre el exterior y el interior, bañados por la luz de las primeras horas del día.
Junto a este lienzo, se encuentran obras maestras como Mujer leyendo una carta de Vermeer, así como otras obras de Hopper, en este caso gráficas. Entre ellas pueden contemplarse, por ejemplo, algunos de los centenares de bocetos y dibujos preparatorios que darían lugar a Sol matutino.
También hay varios grabados, entre los que cabe mencionar La lancha o Las sombras nocturnas. Este último es un aguafuerte realizado por el artista en 1921, durante una época en la que dejó de lado los grandes cuadros que le caracterizaban para experimentar con este tipo de técnicas y formatos, donde destaca el dramatismo del punto de vista escogido por el pintor.
Esta muestra podrá contemplarse en la Gemäldegalerie de Berlín hasta el próximo 31 de julio. Sofía Guardiola