GIANLUIGI COLALUCCI, EL RESTAURADOR DE LA CAPILLA SIXTINA
El pasado 28 de marzo fallecía en Roma Gianluigi Colalucci, restaurador jefe de los Museos Vaticanos. Su carrera profesional estuvo marcada por la restauración de los frescos de la Capilla Sixtina de Miguel Ángel. En las siguientes líneas repasa su semblante Leticia Ruiz, directora de las Colecciones Reales de Patrimonio Nacional.
Gianluigi Colalucci (Roma, 1929-2021) alcanzó su enorme fama por haber dirigido entre 1980 y 1995 la restauración de los frescos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. La bóveda primero, con La Creación, y más tarde El Juicio Final, un trabajo que se convirtió en la “restauración del siglo”, según han recordado los medios italianos a propósito del fallecimiento del restaurador el pasado 28 de marzo. Y no solo por ser la Sixtina uno de los ámbitos de referencia del Renacimiento italiano –el fresco por antonomasia de la pintura mural–, sino porque la restauración se llevó a cabo bajo las cámaras de Nippon Television Network Corporation, quienes pagaron más de cuatro millones de dólares por tener en exclusiva los derechos de imagen.
Hasta entonces, nunca antes una restauración había despertado tanto interés, reconocimiento y algunas controversias. La intervención liberó a los dos grandes frescos de los humos, la suciedad y los abundantes repintes que durante siglos fueron ocultando toda la vivacidad cromática y lumínica del mítico conjunto pictórico. La limpieza de esas capas que envolvían los frescos causó tanta sensación como desconcierto en quienes habían visualizado durante años unas imágenes brumosas y un tanto opacas.
Colalucci afrontó el desafío con tranquilidad, amparado por su amplia experiencia como restaurador jefe de los Museos Vaticanos, institución a la que llegó en 1960. El trabajo se desarrolló con el amparo de un complejo equipo de historiadores, documentalistas, arquitectos y químicos que completaron una ambiciosa intervención, acometida por los principios de restauración filológica que desde el Istituto Centrale per il Restauro había ayudado a concebir Cesare Brandi, profesor de Colalucci y autor de uno de los textos fundamentales de la Restauración moderna.
Gianluigi Colalucci se convirtió en el restaurador estrella de las dos décadas finales del siglo XX, una personalidad reclamada como conferenciante o profesor en varias universidades y centros de Estados Unidos, Australia, Japón y Europa, en especial en España. En nuestro país fue profesor en la Politécnica de Valencia, donde fue nombrado doctor honoris causa. Participó además en diversos foros y cursos.
Recuerdo su presencia en el Museo del Prado, en los cursos de restauración de Aguilar de Campoo (Palencia) y en la Universidad Menéndez Pelayo de Santander. Desde esta ciudad se desplazó a Santillana del Mar para visitar con enorme interés y emoción las cuevas de Altamira. Tuve el honor y el placer de acompañarle, gracias a una amistad que iniciamos años antes, en el ponteggio de la Sixtina, la estructura que se instaló siguiendo las trazas de la ideada por Miguel Ángel, un lugar amplio en el que Colalucci y su equipo trabajaron durante años y en el que compartieron generosamente las enseñanzas de tan apasionante tarea.
Comprobar in situ la escala y magnitud de las figuras del Divino Michelangelo fue una experiencia inolvidable. Conversar con Gianluigi sobre el modo de acometer las diferentes labores de la restauración pictórica fue siempre placentero y único, una charla prolongada con un sabio tranquilo y sosegado que, pocos meses antes de fallecer, gustaba de visitar los talleres vaticanos para departir y seguir disfrutando de su querido oficio de restaurador. Leticia Ruiz Gómez