Fiebre floral en el Museo de Arte de Toledo con Rachel Ruysch

Fiebre floral en el Museo de Arte de Toledo con Rachel Ruysch

Aunque las plantas de los bodegones de la pintora holandesa no se marchitan, sí que se agota el tiempo para visitar su monográfica en la pinacoteca estadounidense (hasta el 27 de julio). Un recorrido a través de su legado, que combina la belleza de la naturaleza y la observación científica con la obsesión floral de su tiempo.

Ya sea en Flowers in a Glass Vase on a Marble Table (1704), en Roses, Tulips and Other Flowers (1709) o en Flowers in a Glass Vase, with a Cricket in a Niche (1700), además del jarrón de cristal, las pinturas de Ruysch comparten un elemento en común: el tulipán. Precisamente a través de este detalle se descubre uno de los motivos florares que obsesionó a toda una generación de autores neerlandeses.

De entre todos los géneros que se desarrollaron durante el siglo XVII en las Provincias Unidas de los Países Bajos –pintura histórica, paisajismo, escenas de la vida cotidiana, retratos…–, la artista se decantó por la pintura floral. Parte de la responsabilidad de esa decisión se debió a su padre, Frederik Ruysch, un renombrado profesor de anatomía y botánica que la puso de aprendiz con uno de los autores de bodegones más prestigiosos de la época: Willem van Aelst.

Este subgénero pictórico tan específico alcanzó tal popularidad por aquellos años, que se convirtió en una pieza obligada en casa de todo ciudadano pudiente. Y la respuesta a por qué el neerlandés de buena cuna quería tener una pintura floral hay que buscarla, precisamente, en los tulipanes.

A principios del siglo XVII, estos fueron importados de Constantinopla, causando una sensación inmediata en una población ya de por sí obsesionada con las flores ornamentales. Para el año 1630, ya existían más de 100 variedades creadas por el método de hibridación. Las más raras no tardaron en alcanzar cifras astronómicas.

De este modo, el tulipán pasó a formar parte de un gran mercado bursátil, cuyo colapso estaba más que asegurado (era el precio a pagar por especular con un bien tan perecedero como las flores).

Rachel Ruysch. 'Flowers in a Glass Vase' (1704). Óleo sobre lienzo. 83.8 x 67 cm. Detroit Institute of Arts, Founders Society Purchase, Robert H. Tannahill Foundation Fund, Joseph M. de Grimme Memorial Fund, et al., 1995.67.
Rachel Ruysch. 'Flowers and Fruit in a Forest' (1714). Óleo sobre lienzo. 97 x 123.2 cm. Städtische Kunstsammlungen & Museen Augsburg, Karl und Magdalene Haberstock-Stiftung.

Este episodio ilustra hasta qué punto dicha planta se convirtió en símbolo de riqueza y estatus. De hecho, a la larga, resultaba más barato y duradero un cuadro que representaba un ramo de flores, que el propio ramo.

Como hija heredera de esta cultura febril, la protagonista de la exhibición del Museo de Arte de Toledo se sumó a la producción de bodegones. La pinacoteca, que no es ajena a este capítulo de la historia, contextualiza las obras tempranas de Rachel Ruysch con otros fanáticos de este subgénero, como su maestro Willem van Aelst, Maria van Oesterwijck, Jan Davidsz de Heem y Otto Marseus van Schrieck.

Rachel Ruysch. 'Posy of Flowers, with a Beetle, on a Stone Ledge' (1741). Óleo sobre lienzo. 20 x 24.5 cm. Kunstmuseum Basel, Inv. 1100, Gift of Prof. J. J. Bachofen-Burckhardt Foundation, 2015.

En total, se han reunido más de 100 préstamos de reconocidos museos nacionales e internacionales y colecciones privadas, que incluyen 48 de las piezas más importantes de la autora holandesa. Junto a estas se exhiben libros ilustrados, dibujos y especímenes botánicos y zoológicos que subrayan su minucioso estudio de la naturaleza.

Rachel Ruysch y Michiel van Musscher. 'Rachel Ruysch' (1692). Óleo sobre lienzo. 76.2 x 63.5 cm. Prestado por el Metropolitan Museum of Art.

Además, la exposición ha hecho posible, después de mucho tiempo, un reencuentro entre dos de sus cuadros. Se trata de Naturaleza muerta con flores (1716-1720), que el TMA adquirió en 1956, y su obra complementaria, Naturaleza muerta con frutas, nido de pájaro e insectos (1716), procedente de Dudmaston Hall, Inglaterra.

El museo estadounidense cuelga también los bodegones florales de Anna, su hermana menor. Aunque su producción fue menos abultada, ya que ella dejó de pintar, esta comparación permite ver cómo los inicios de ambas se desarrollaron de forma muy similar. De esta manera, el TMA busca también abrir nuevas líneas de investigación y ofrecer otra perspectiva del talento compartido entre las hermanas.

Dentro del recorrido encontramos una sección a explorar los años más productivos de Rachel, que coinciden con su nombramiento en 1708 como pintora de la corte de Düsserldorf, al servicio del príncipe Johann Wilhelm. Este periodo consolidó su reputación como una de las figuras clave dentro de la pintura floral.

Ruysch trabajó hasta pasados los 80 años con una paleta de colores más vivos y fondos más claros, influenciada por el estilo rococó francés. Un ejemplo de ello es el cuadro Posy of Flowers, with a Beetle, on a Stone Ledge (1741), presente en Toledo. De esta última etapa de su vida, se exhibe también un dibujo que realizó tan solo unos meses antes de su muerte en 1750. Nerea Méndez Pérez