Esteban Vicente y Joaquín Sorolla: intimidad y jardín
La exposición A la luz del jardín, organizada por el museo dedicado al pintor segoviano, indaga en las similitudes y diferencias que se encuentran en las obras que los dos artistas realizaron inspirados por la naturaleza que rodeaba sus propias casas, y que ellos mismos habían plantado y cuidado con esmero.
Para un pintor, un jardín es un lugar en el que poder plasmar la naturaleza, pero gozando al mismo tiempo de la intimidad que proporciona el hogar, y que no pueden encontrar en espacios públicos, sobre todo, cuando son ya artistas consagrados. Por ello, tanto Joaquín Sorolla (1863-1923) como Esteban Vicente (1903-2001) —que afirmó que, de no haberse dedicado a la pintura, habría querido ser paisajista— procuraron que los terrenos que rodeaban sus casas fueran lugares que despertaran su inspiración.
En el caso de Sorolla, escribía en las cartas que mandaba a su mujer, Clotilde, instrucciones sobre qué semillas debía plantar en cada momento para que el jardín de su casa madrileña alcanzase su máximo esplendor y se ajustase a sus ideas, todo ello durante sus largas estancias en el exterior, sobre todo, cuando recibió el encargo de los murales para la Spanish Society. Por su parte, Vicente convirtió la parcela que rodeaba su casa colonial holandesa de Bridgehampton (Nueva York) en una serie de franjas de color, plantando muchas semillas de la misma especie en un mismo trozo de tierra, para que se convirtiese, cuando las plantas florecieran, en un bloque sólido de una única tonalidad, recordando así a los propios cuadros del artista.
Cuando Esteban Vicente fallece, es su mujer, Harriet, la que se ocupa del jardín, tal y como podemos ver un breve vídeo que se proyecta como parte de la muestra, al final. En él, la esposa del artista habla de la importancia que todas aquellas plantas y flores tenían para el pintor, y dice una frase que vuelve a conectar la idea de intimidad y de jardín o, más aún, de amor y de jardín. «Intento cuidar el jardín por Esteban, tenerlo como a él le hubiera gustado, como homenaje y como legado». Esto, a su vez, nos devuelve a la figura de Sorolla, creando otro vínculo entre ambos, pues también en la vida del pintor valenciano se mezclan estos dos conceptos. Al comienzo de la exposición vemos una serie de fotografías de los jardines de los dos. En una de las imágenes del jardín de Sorolla, un enorme rosal de flores blancas se encarama a la fachada principal de su casa, para luego desaparecer en otra de las fotografías posteriores.
También en uno de los cuadros del pintor que componen la muestra vemos la entrada a su casa, y apreciamos de nuevo este rosal que, según se dice, enfermó cuando murió Clotilde, la esposa de Sorolla, y terminó de secarse cuando él falleció, lo cual cobra aún más significado si tenemos en cuenta que las plantas trepadoras han sido tradicionalmente símbolo de amor conyugal. Además, cabe destacar en este sentido la importancia que ambas mujeres tuvieron en la vida y la obra de estos artistas, así como ayudando a cuidar y mantener sus jardines, siendo un nuevo elemento de unión entre ellos.
Otro de los puntos en los que ambos artistas se acercan es en su técnica pictórica. En las obras que vemos de Sorolla en esta exposición, casi todas pertenecientes a la etapa final de su vida, el artista tiende hacia la abstracción. Sus jardines se convierten en manchas de color y pinceladas matéricas que incluso en algunos casos recuerdan levemente a Van Gogh, y su principal foco de interés es la experimentación.
Por el contrario, Vicente, también en su etapa final, va tendiendo levemente hacia la figuración, como se puede apreciar en la última obra que pinta en su vida, presente en esta exposición, en la que se distingue perfectamente uno de los árboles de su jardín. Además, hay una serie de elementos que se repiten en las obras de ambos, como las rosas, que fomentan la conexión entre ellos, así como la importancia que le otorgan los dos a la luz.
No obstante, también encontramos algunas diferencias, como el hecho de que Sorolla, por lo general, pintase su jardín a partir del natural, directamente en él, mientras que Vicente pintaba desde su estudio, situado junto a su casa, por lo que solía imaginar su jardín para poder plasmarlo en lugar de tenerlo delante.
La exposición, en la que además de cuadros de ambos artistas y del ya citado vídeo puede verse una amplia selección de dibujo y collage de Vicente, estará disponible hasta el 2 de octubre en el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente de Segovia. Además, como guinda a la exposición puede contemplarse, en el patio del museo en el que están enterradas las cenizas del pintor y de su esposa Harriet Godfrey Peters, un jardín que se ha creado inspirándose en el de la casa colonial del matrimonio, con muchas de las especies que ellos cultivaron allí y, como no podía ser de otro modo, con un rosal trepador. Sofía Guardiola