El paisaje vizcaíno en la Ruta del Arte BBK
Ayer se presentó en Bilbao la cuarta edición del programa de divulgación artística La Ruta del Arte BBK, una iniciativa en la que colaboran desde 2018 el Museo de Bellas Artes de Bilbao y la entidad financiera. En esta ocasión muestra la imagen de Vizcaya, a través de 36 reproducciones de obras (pinturas, carteles y fotografías) realizadas por 30 artistas en diferentes periodos de la historia del arte, desde finales del siglo XVIII hasta la actualidad que forman parte de la colección del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Con el título Miradas a Bizkaia se pretende hacer un retrato de dicho territorio y la evolución de su paisaje y paisanaje.
Esta nueva temporada de La Ruta del Arte BBK recoge la iconografía y la geografía vizcaínas, desde los enclaves rurales, la costa cantábrica y sus puertos (Bermeo, Elantxobe, Plentzia o El Abra), hasta los paisajes urbanos e industriales (Bilbao, Erandio o las localidades mineras) de municipios y comarcas como Durango, Balmaseda, Gernika-Lumo, Busturialdea-Urdaibai. En ese universo integral se refleja también la presencia humana, el paisanaje, en palabras de Unamuno, que nuevamente se funde con el paisaje para revelar aspectos de la idiosincrasia de Vizcaya: el trabajo en el mar, la labor de los aldeanos y obreros, las procesiones y el misticismo, el ocio en romerías y regatas, en el juego de bolos y el bertsolarismo, todos ellos hitos claves de la cultura y la historia del pueblo vizcaíno. Un enorme friso que va desde las escenas idealizadas de Luis Paret y Alcázar hasta la denuncia política de Agustín Ibarrola o la mirada poética contemporánea de Jesús Mari Lazcano de la capital vizcaína.
El recorrido cronológico comienza con las imágenes de dos obras maestras de Luis Paret y Alcázar: Vista de Bermeo (1783) y Vista de El Arenal de Bilbao (1783-1784) en las que demostró su gran virtuosismo a finales del siglo XVIII. Son dos composiciones con un sentido topográfico de cómo eran los puertos y las gentes de esos dos importantes puertos. Más tarde llaman la atención la facilidad para captar tipos y ambientes costumbristas en las obras de Antonio María Lecuona y más tarde de Inocencio Asarta, antes de adentrarnos en la pincelada suelta de Regoyos en Santa Lucía, Durango, en las atmóferas de Adolfo Guiard o de Anselmo Guinea.
En ese sendero por el paisaje y paisanaje del mundo vizcaíno encontramos imágenes con ecos cubistas en El puente de Burceña (1925-1930) de Aurelio Arteta o en el Puerto de Bilbao de Celso Lagar, sin olvidar varias décadas más tarde el tríptico de Daniel Tamayo, titulado Duranguesado (1981). El simbolismo late en dos composiciones de los hermanos Arrue en las primeras décadas del siglo XX y en Por las víctimas del mar (1914) de Valentín de Zubiaurre, mientras que cierto aire mágico es seña de identidad de la pieza de José María de Ucelay, Jugando a bolos en San Bartolomé (1935) como en una obra mucho más tardía de Mari Puri Herrero, Albia (2002) tendente a cierta abstracción.
Como en muchas obras del siglo XX, la fotografía impregnó encuadres de pintores como Manuel Losada, Julián de Tellaeche o Antonio de Guezala, en su modo de captar Elantxobe o las playas del Abra, sin olvidar la mirada fotográfica del italiano Gabriele Basilico que captó con su cámara La Ría en 1993. Por último destacar el gran mural que hizo Agustín Ibarrola para homenajear el Guernica de Picasso en 1977, 40 años después de que lo pintara el genio malagueño, y que gracias a esa serie de tramas geométricas rememora el drama humanitario que sufrió la población de Guernica.
Este acercamiento a la imagen de Vizcaya en el arte, gracias a reproducciones de todas estas obras maestras del Museo de Bellas Artes de Bilbao, que comenzó ayer en la Gran Vía de Bilbao continuará exhibiéndose en espacios públicos al aire libre por casi 30 localidades de toda Vizcaya, entre otras Baracaldo, Portugalete, Balmaseda, Getxo, Bermeo, Mundaka, Guernica, Munguia, Erandio, Sestao, Basauri, Amorebieta o Durango, por citar algunas de esos lugares por los que transitará este proyecto elaborado por el conservador del Museo de Bilbao, José Luis Merino, que ha contado con la colaboración de María Victoria Antoñanzas y César Ochoa también del Museo para la propuesta didáctica. La itinerancia concluirá a primeros de diciembre.