El Louvre restaura ‘Las cuatro estaciones’ de Arcimboldo
Las Estaciones de Arcimboldo regresaron a las paredes de la Galería Central del Museo del Louvre después de una restauración que las ha devuelto a su aspecto original. Adquiridas en 1964, las cuatro escenas tienen un origen bien documentado.
El pintor recibió el encargo en 1573, cuando llevaba once años en la corte de Viena. Retratista oficial, era ya muy conocido por sus “cabezas” compuestas por plantas, animales u objetos diversos que simbolizan una figura alegórica o un personaje real.
Las Estaciones eran invenciones virtuosas y divertidas con una dimensión simbólica y política. Evocaban las cuatro edades del hombre (infancia, adolescencia, madurez y vejez); los cuatro elementos (aire, fuego, tierra y agua), y también los temperamentos (melancólico, flemático, sanguíneo y colérico); según un juego que mucho tenía que ver con el espíritu del Renacimiento. El emperador Maximiliano II de Habsburgo regaló la serie al elector Augusto de Sajonia.
Desde hace años, las obras presentaban un aspecto amarillento por un barniz opaco que había sido retocado sin mucho éxito. Por lo tanto, la primera intervención consistió en limpiar la capa de barniz. Más tarde, y gracias a las pruebas que aportaron las radiografías, se decidió eliminar las guirnaldas de flores pintadas alrededor de las cabezas. Estas se correspondían a adiciones posteriores –en el siglo XVIII o XIX– a Arcimboldo, quien siempre diseñaba sus figuras sobre fondos negros lisos.
Además, las copias antiguas de estas obras corroboraron cual debió ser el estado original de las Estaciones. Bajo las orlas de flores apareció una capa pictórica bien conservada que incluía varias flores que coronaban la cabeza de la Primavera o incluso el escudo de armas de la familia Meissen en el Invierno. La eliminación de las guirnaldas dio a las figuras una mayor legibilidad y, sin duda, monumentalidad.
La única alteración irremediable se debió al uso de un pigmento de esmalte azul que, con el tiempo, había virado a marrón. Arcimboldo lo utilizó en la Primavera para determinadas partes del cabello y del Iris Germánico –una especie de lirio– que emerge de su pecho. Al margen de esto, la restauración puso de manifiesto el buen estado de conservación del material pictórico e hizo visible la paleta clara y brillante original. Las figuras reposan ahora mucho mejor sobre el fondo negro.
La restauración la llevó a cabo Roberto Merlo, del taller Arcanes, desde mayo de 2023 hasta finales de enero de 2024 en el Centro de Investigación de los Museos de Francia, con la asistencia técnica y científica de Matthieu Gilles y Clarisse Delmas y bajo la dirección de Sébastien Allard, director del Departamento de Pintura del Louvre. Una restauración magnífica que sigue la nueva tendencia del museo parisino, que está acometiendo trabajos de conservación en buena parte de su colección. La Gioconda espera su turno.