El libro de las preguntas de Jaume Plensa en el MACBA
En la trayectoria escultórica de Jaume Plensa (Barcelona, 1955) se observa una constante innovación tanto temática, en ese equilibrio entre la figura humana y la abstracción como en su riqueza en el uso de materiales como se desprende en la selección de piezas de la retrospectiva organizada por el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA), que abrió sus puertas el pasado sábado. El director del MACBA y comisario de la exposición, Ferrán Barenblit, ha elegido poco más de una veintena de obras, que abarcan desde la década de los 80 a la actualidad, y que se podran admirar hasta el 22 de abril de 2019. Esta retrospectiva coincide en el tiempo con las piezas que se exhiben en el Palacio de Cristal de Madrid, titulada Invisibles, en ese diálogo permanente que establece entre sus formas y la luz.
Además de la veintena de obras que se exhiben en el interior del MACBA, y gracias a la colaboración con el CCBB, hay un par de piezas instaladas en el patio de esculturas, que sirven de mirada desde el presente al resto de su obra: The Heart of Trees (2007) y The Heart of Rivers (2016), que suponen un rasgo coherente con su forma de trabajar indistintamente en espacios interiores y exteriores, quizá un reflejo de su modo de buscar la sorpresa y lo insospechado derivado de las tensiones entre lo opuesto: pesadez y ligereza. La fotografía en grandes dimensiones de su estudio al comienzo de la exposición, con maquetas, materiales, anotaciones, entre otros objetos, dan una buena idea del universo de Plensa. A lo largo de su carrera el escultor barcelonés ha recibido numerosos galardones como el Premio Nacional de Artes Plásticas de la Generalitat (1997) o el Premio Velázquez de Artes Plásticas del Ministerio de Educación y Escultura en 2013. Muchas de sus obras forman parte de los paisajes urbanos de Chicago, Londres, Montreal, Niza, Tokio o recientemente en Madrid.
Para uno de los escultores españoles de mayor proyección internacional su disciplina tal vez sea la mejor forma de plantear preguntas como se deduce de una de la primeras piezas expuestas, Firenze II, realizada en 1992, que es un gran signo de interrogación, lo que sugiere incertidumbre, dudas, escepticismo y por qué no perplejidad. Y esas vacilaciones sugeridas para el espectador le permiten avanzar en la indagación permanente y desarrollar con convicción un itinerario apasionado que no teme a las contradicciones que se le presentan cuando busca plantea ideas o sensaciones en torno a los objetos que construye, que para Plensa no dejan de ser un modo de integrar relaciones con sus semejantes, apelando como escribe el comisario en el catálogo “a la condición íntima del ser: su esencia física y espiritual, la conciencia de sí mismo y de su pasado”.
A lo largo de la exposición vemos cómo la tensión de opuestos se plasma en una obra de 1992, Mémoires Jumelles, compuesta por once puntales de hierro extendidos entre dos muros enfrentados que sostienen un objeto cotidiano, y el visitante debe pasar por debajo. Y eso genera un nuevo espacio y una nueva sensación para el visitante, mientras que otra concebida 13 años más tarde, Matter-Spirit, es una invitación a golpear la pieza con un mazo, alternando sonido y silencio; y en Rumor, de 1998, rememora su influencia poética en un verso de Blake que sugiere una gota de agua, ligera y mínima, o en Dante’s Dream, ya en 2003, que recuerda un claustro monacal.
En ese contrapunto constante a la ausencia de sonido descubrimos obres como Silence de 2016, un lugar donde no es necesario hablar y que inspira serenidad al espectador que lo contempla, mientras que en Autorretrato con Música, un año después, llena el espacio con notación musical con múltiples melodías. Si la música y la poesía tienen una gran incidencia a la hora de elaborar sus piezas, no es menor la influencia de la ciencia y del pensamiento como en Islands III, creada en 1996, y donde a través de esas botellas de cristal cerradas y situadas dentro de unos prismas de resina que parecen conservar de modo muy seguro una serie de esencias concentradas.
Buen conocedor de la historia del arte occidental, desde el Renacimiento a las vanguardias históricas, sabe dialogar con el arte y los artistas que le han precedido, pero ha desarrollada una vertiente crítica que cuestiona las modernidades posibles en piezas como Dallas?… Caracas?, hecha en 1997, dos urbes que simbolizaron un horizonte de progreso sobre la riqueza que genera el petróleo pero que a través de dos centenares de imágenes tomadas de cocinas domésticas en las dos ciudades revela cierta decepción ante las grandes expectativas. Su preocupación por lo humano también se manifiesta en Glückauf, una pieza de 2005, con el texto literal de la Declaración de Derechos Humanos aprobada por la ONU en 1948, que es una llamada a todos los visitantes a tomar conciencia de que se cumpla en todo el planeta, algo aprobado hace 70 años. Como observamos tanto en sus obras como en las fotos de Jaume Plensa es un artista que mira con perplejidad y se plantea constantes cuestiones para seguir avanzando aunque no siempre tenga las respuestas.