El Estado compra en Durán un gouache de la argentina Norah Borges
Fechado en 1935 y ofrecido por apenas 250 euros, se adjudicó por 10.000 euros en la cita del 21 de junio
Leonor Fanny Borges Acevedo (1901-1998), más conocida por Norah, el apodo que le puso su hermano, el genial escritor Jorge Luis Borges, se formó en Suiza, donde su padre estaba siendo tratado de su ceguera. Pocos años después, vino a vivir a España, donde frecuentó en los años 20 los cenáculos de vanguardia ultraísta (ver Museo Reina Sofía).
Para Sergio Baur, experto en la obra de la artista, “Norah Borges constituye una rara excepción dentro de la historia del arte argentino, debido a que su presencia en las décadas de auge de las vanguardias internacionales le permitió acompañar a personajes de la relevancia de Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca, Gabriela Mistral, y a los jóvenes poetas de renovación de España y de la Argentina, y establecer un diálogo plástico con los movimientos artísticos de esos años” (ver).
Algo de todo ese mundo se percibe en el gouache que ofrecía Durán. Fechado en 1935 y titulado Estudiante-mesa (35 x 30,4 cm; lote 108), se ofrecía por apenas 250 euros… Su gouache mejor pagado hasta la fecha había sido San Fernando de Cádiz, 1938 (43 x 46 cm; ver), adjudicado en Naón JC & Cía, Buenos Aires, en agosto de 2021, por 3.704 euros. Pero como suele ocurrir, estas piezas no pasan desapercibidas, y varios coleccionistas pujaron una y otra vez, por teléfono y vía online, hasta cerrar la cifra en unos nada desdeñables 10.000 euros, casi con total seguridad su mejor venta en subasta, momento en el que el Estado ejerció su derecho y lo adquirió, suponemos que para el Museo Reina Sofía. De esta forma, supera los 9.737 euros pagados en Martín Sarachaga, Buenos Aires, en octubre de 2018, por el óleo Figuras en un paisaje, 1945 (O/cartón, 80 x 120 cm), muy típico de su mano, y los 11.800 euros pagados en mayo de 2015 en Galería Arroyo, en Buenos Aires también, de Composición (O/L, 52 x 54 cm).
Como anillo al dedo me parece que vienen estas palabras suyas: “En mis cuadros, he pintado jovencitos silenciosos que viven esperando el amor. Y el amor no les llega en mis cuadros, pero ellos lo están esperando. Eso pinto”. En el fondo, como parece lógico en alguien de su talla –que siempre aceptó humilde y felizmente vivir eclipsada por la fama de su hermano-, pensaba que “solo puede dar alegría la representación de un mundo perfecto donde todo esté ordenado, de contornos nítidos, de colores limpios, de forma definidas y de detalles minuciosos hasta la exaltación”.
El resto de la cita en Durán transcurrió ya por los cauces más habituales. En este sentido, debemos mencionar los 7.500 euros ofrecidos por un mismo coleccionista al teléfono por las cuatro piezas de Jorge Oteiza que se ofrecían (ver), los 5.300 euros pagados por otras cuatro sobre papel de Joan Hernández Pijuán (ver), y los 3.500 euros, la salida, por el papel Perfil, 2005 (construcción en papel hecho a mano y pintado al óleo encolado a tabla, 52 x 55 cm; 273), de Rafael Canogar.
El mundo decimonónico nos dejó dos gratas alegrías. La primera, la venta por los 5.000 euros pedidos del pequeño lienzo de Eugenio Hermoso, Familia de campesinos (O/L, 36 x 21 cm; 69). Y la segunda, la subida de 2.000 a 5.000 euros, de Leyendo la carta en la biblioteca (O/T, 21,5 x 16 cm; 59), del apenas conocido checo Johann Hamza.
En maestros antiguos, mencionemos para terminar los 12.000 euros ofrecidos por un coleccionista al teléfono, la salida, por el cobre de Escuela flamenca del siglo XVII, Los desposorios de la Virgen (88 x 70 cm; 4). @Daniel Díaz