El Cristo de Alonso Cano, su desaparición e incierto futuro
El lienzo que colgaba de los muros del convento del Amor Misericordioso y de la Madre de Dios de Piedrahita (Ávila) fue retirado y embalado el pasado jueves, con un destino aún por confirmar. El traslado de las religiosas carmelitas ha llevado consigo el desmantelamiento del cenobio y la retirada de esta obra devocional, cuyo destino final se desconoce. TEXTO: Ester Bueno Palacios
Anterior al patronazgo de los Señores de Valdecorneja, el convento de carmelitas de la localidad de Piedrahita fue erigido gracias a la fundación de doña María Álvarez de Vargas y Acevedo hacia 1460. Tanto esa fundación como la posterior permanencia del convento fue posible gracias al patronazgo económico de la comarca, mediante donaciones y por dotes, también por los impuestos que se pagaron en su momento a los señores de Valdecorneja.
Este convento albergaba hasta hace poco el conocido como Cristo Granadino o Cristo de Alonso Cano, para el que es esencial la figura de ‘La Venerable’, Sor María de Jesús y del Espino, una monja que nació en Hoyos del Espino y que ingresó como lega al servicio de Doña Isabel Calderón en el siglo XVII.
‘La Venerable’, cuyos restos se conservan en la capilla del convento, tuvo una revelación en la que vio esta imagen de Cristo que sirvió como guía para el pintor. A través del hermano de Isabel Calderón, que era prior de la catedral de Granada, se encargó el cuadro a Alonso Cano, seguramente el artista más importante del primer barroco pictórico, amigo de Velázquez −de hecho fue padrino de su nieta−, para que lo plasmara en un lienzo, según las indicaciones de la carmelita.
El Cristo de Alonso Cano llegó a Piedrahita en 1654 y el pasado jueves fue embalado y trasladado a un lugar no determinado ante la protesta vecinal más multitudinaria que se recuerda en esta localidad abulense, de poco más de 2.000 habitantes.
No ha servido como muro de contención la petición de que el monasterio y su contenido fueran declarados BIC, ni que esta solicitud llevara implícita la protección inmediata del edificio y de los bienes patrimoniales y culturales que contiene.
Tampoco importó la incontestable realidad de que el Cristo Granadino de Alonso Cano fuera donado para que ser venerado por los fieles de Piedrahita y que el canon 616.1 del Código de Derecho Canónico contemple que se ha que respetar en primer lugar la voluntad del donante, infringiéndose este canon, ya que existe documento probado en el que se sentencia que ha de estar ofrecido al culto en la localidad.
Ante esta situación, el objetivo de la ciudadanía es que la localidad recupere las obras, ya que descontextualizarlas significaría también una pérdida de su valor, además de esa carga identitaria que permanece en la impronta de todos los que las consideran suyas (pues han formado parte de su legado ancestral). La exigencia se extiende a que exista transparencia en el paradero de las obras, ya que, sin ser demasiado imaginativo, incluso podrían ser puestas a la venta en cualquier subasta de obras de arte.