Segre adjudica además varias obras de Tàpies, Feito, Canogar, Ráfols Casamada, el Bosco Sodi, entre otros, con pujas por encima de los precios de salida
El balance de esta primera licitación del año en la casa de Chamartín, con muchas y muy buenas ventas, no ha podido ser mejor. «Hay citas en que, por distintos motivos, no están claras las ventas, y uno no duerme bien la noche anterior; en ésta, en cambio, todos estábamos muy tranquilos porque la tarde antes ya estaba casi todo lo importante pujado, y así uno no sólo enfrenta la subasta con otra perspectiva, con otra alegría, sino que eso mismo se contagia a los compradores«, comentaba Leticia Permuy, encargada de ventas de Segre. Me recordó notablemente lo que dice Simon de Pury, hablando de las subastas millonarias de su casa, en el impecable vídeo de Isaac Julien que se exhibe actualmente en Helga de Alvear…
Efectivamente, en la sala parecía respirarse el aire de la recuperación económica que cada vez se ve más cerca y, en ese sentido, se produjo una mayor confianza. Y las pujas fueron sucediéndose, una tras otra, sumando y sumando lotes vendidos, hasta terminar con cifras que nos llevan a tiempos pasados… Esperemos que esto mismo se convierta pronto en tendencia y suceda también en otras casas a lo largo de este año.
La obra más importante de la cita era el Bodegón de 1983 de Manolo Valdés (lote 165), que se ofrecía por 78.000 euros; la cantidad, acorde con las obras de ese año que se han vendido en el pasado, no por eso dejaba de ser muy respetable ya para los tiempos que corren y para la factura de la pieza, que se alejaba de lo típico del Equipo Crónica y donde aún no se percibía el estilo del Valdés futuro. Oferta valiente, encontró un comprador que dio los 78.000 euros en una puja por escrito antes de comenzar la licitación.
Siendo esta venta ya considerable, lo interesante del caso es que hubo otras muchas que alcanzaron muy buenos precios. Y así, el papel adherido a tabla de Antoni Tàpies, Deus creus (lote 153), firmado en 1981 y expuesto en Nueva York y en Madrid, y publicado por Anna Agustí (Tàpies, nº 3947), subió de 26.000 a 32.000 euros, una cantidad de mucha entidad, sumadas las comisiones y los impuestos, para un papel de este tamaño.
Las alegrías no acabaron aquí, ni mucho menos. De Luis Feito, Pintura 1270 (O/L, 54 x 73,5 cm; 150), fechado en 1966, subió ante el asombro del público -dada la época y el tamaño del lienzo- de los 10.000 euros de la salida hasta los 14.000 euros. También los dos óleos que se ofrecían del catalán Albert Ráfols-Casamada subieron de precio: Crónica mexicana, 1984/85 (O/L, 114 x 146 cm; 155) pasó de 6.000 a 8.500, y Forma blava, 1987/88 (O/L, 190 x 192 cm; 161) de 12.000 a 13.000 euros; procedentes ambos de la galería Joan Prats, Segre ha vendido en los últimos tiempos casi todas sus obras, quizá porque ha sabido ofrecerlas a precios muy atractivos.
Más alegrías: por el alegre Paisaje con árboles, 1982 (O/L, 100 x 81 cm; 164) de Manuel Hernández Mompó, entre los asistentes y el teléfono subieron la puja de 12.000 a 17.000 euros. Rafael Canogar tampoco se quedó fuera de la fiesta, aunque los precios que alcanzaron sus piezas fueron ligeramente inferiores; Naturaleza muerta, 1987 (O/L, 81 x 100 cm; 159) se adjudicó a un teléfono por los 8.000 euros de la salida, mientras Serie urbana VII-90, 1990 (O/L, 100 x 81 cm) se lo llevó la misma coleccionista que había comprado el Tàpies.
También por la salida, 12.000 euros, se vendió la inmensa Stechschritt im Gortem (Paso de la oca en Gortem), 2008 (Tm/L, 204 x 318 cm; 206) del alemán Volker Hueller; y por 9.500 euros, la salida de nuevo, se vendió el lienzo del mexicano Bosco Sodi, Sin título, 2002 (Tm/L, 150 x 150 cm; 196); no deja de ser curioso -ley del mercado a todas luces- que una pieza de un artista joven aún, nacido en 1970, alcance ya un precio muy similar al de un autor tan consagrado como es Canogar…, pero cuya proyección internacional a día de hoy es mucho menor que la del mexicano.
De Francisco López Hernández se vendió también su Niña (Belén Moneo), 1972 (bronce, 34 x 30 x 12 cm; 218); pieza única que retrata a la hija del conocido y afamado arquitecto -premiado con el Pritzker en 1996-, subió de 4.500 a 4.900 euros, un precio de verdadera ganga a decir verdad. Y ya que estamos con la escultura, dos referencias más: por Drenat, 1986 (acero cortén, 237 x 77,5 x 31,5 cm; 295) de Sergi Aguilar, se ofrecieron dos pujas, adjudicándose finalmente por 8.400 euros; y por la conceptual Sin título, 1979 (madera barizada, 197 x 10 x 9 cm; 294) del minimalista Mitsuo Miura, la salida, 2.800 euros. Y del Miguel Ángel Campano más cercano a ese lenguaje minimal, Sin título, 1975 (O/L, 159 x 304 cm; 292) subió de 2.200 a 4.000 euros; muy buenas compras también.
Acabamos. Honfleur, 1964 (O/L, 60 x 73 cm; 122) de Emilio Grau Sala, subió también de 9.000 a 14.000 euros; el atractivo precio de salida hizo que se produjese esta importante subida. Y en pintura antigua y del XIX dos sorpresas: el Retrato de caballero (O/L, 65 x 52 cm; 24) del círculo de Juan Pantoja de la Cruz, que subió de 8.000 a 12.000 euros, y Trineo (O/L, 31 x 20,5 cm; 50) de escuela rusa del siglo XIX, que se disparó de los 300 hasta los 3.400 euros, quizá por estar firmado por un desconocido para nosotros Wiervas Kannelok…
Muy pocas decepciones hubo, la verdad; la del Gordillo de Dúplex rojo-verde, 1984 (no deja de ser un cartón por 15.000 euros; 154), y las un tanto esperadas por sus fuertes salidas del Farreras (3.500 euros; 140) y del Gerardo Rueda (6.000 euros; 145); como gotas en el mar de las ventas.
Visto lo visto, comprobamos una vez más que, en la segunda mitad del siglo XX, esta casa es una referencia obligada en nuestro país. Daniel Díaz. @Invertirenarte