Eduardo Adaro y el Banco de España
El Banco de España organiza la tercera exposición en torno a elementos centrales de su colección e historia. Tras las dedicadas a Goya, flores y frutos, ahora presenta hasta el 24 de febrero en sus salas de Madrid una muestra original y un libro que ilustran la figura de Eduardo Adaro (Gijón, 1848-Madrid, 1906), arquitecto del edificio principal del Banco de España, construido a finales del siglo XIX y de muchos otros en la geografía española. Esperanza Guillén, catedrática de Historia del Arte, y Yolanda Romero, conservadora de la Colección del Banco de España, han comisariado la muestra y han hecho posible la publicación en paralelo del volumen monográfico Eduardo Adaro. Arquitecto del Banco de España.
La muestra reúne 140 obras, entre pinturas, material documental, planos, maquetas, vidrieras, restos ornamentales del edificio, teléfonos de época, un pararrayos, fotografías de época y otras más actuales que ilustran la evolución del documentalismo desde finales del siglo XIX hasta la actualidad.
Como subrayó en la presentación Yolanda Romero, conservadora del Banco de España, el propósito es acercar la dimensión de este gran arquitecto a la sociedad a partir de la colección del Banco de España, enriquecida con préstamos, porque Adaro estuvo muy vinculado a la historia del banco, lo que le permitió desarrollar una tipología que luego implementó en todo el territorio español.
Y añadió que la primera fase fue encargar a Esperanza Guillén, catedrática Historia del Arte, una monografía sobre el arquitecto y las transformaciones de ese momento, gracias a las nuevas tecnologías que estaban llegando a España y las nuevas corrientes sociales; la segunda encargar a Manuel Laguillo que plasmara con su cámara un recorrido visual por los proyectos y detalles arquitectónicos de Eduardo de Adaro; y la tercera poner de manifiesto la modernidad de España en diálogo con la contemporaneidad.
Por su parte, Esperanza Guillén, señaló que probablemente la figura de Eduardo de Adaro no haya sido suficientemente conocida ni valorada porque el estilo ecléctico como el de otros arquitectos de su generación fue rechazada por la siguiente generación que huían del ornamento. «Adaro no se sometía a la norma, tenía libertad para recoger los testimonios del pasado como expresión de modernidad y por eso su obra fue uno de los mejores ejemplos de la Restauración. El edificio y otros que construyó son la expresión de que un nuevo poder estaba emergiendo y sustituía a la vieja aristocracia».
Y concluyó diciendo que fue un hombre avanzado de su tiempo, preocupado por la gentrificación, por las condiciones del sistema penitenciario y por estar pendiente de las nuevas soluciones que ofrecían los nuevos hallazgos tecnológicos que quiso incorporar en sus diseños.
En esta exposición multidisciplinar que gira en torno a la concepción del edificio, un trabajo innovador en el que el arquitecto asturiano supo fusionar por sus sólidos conocimientos e innovaciones técnicas tanto lo palaciego con lo industrial, la tecnología avanzada con lo artesanal, prestando atención a la funcionalidad pero sin perder de vista la tradición para conferir modernidad al edificio.
En un momento de cambio social y de gran transformación en España de finales del siglo XIX, Eduardo de Adaro supo incorporar los últimos progresos técnicos como los sistemas de calefacción, el uso de los ascensores, la importancia de los teléfonos para mejorar la conectividad, una cuidada iluminación y por supuesto la seguridad en un entorno financiero. Además de todo el corpus del Banco de España en Madrid y en otras ciudades españolas también se ocupó del inmueble del Banco Hispano Americano que se ubicó en la Plaza de Canalejas de Madrid. Siempre atento al diseño, la funcionalidad y la estética.
Las comisarias han estructurado el recorrido en cinco secciones temáticas: Los orígenes de un nuevo edificio para el Banco de España, La seguridad, El palacio del dinero, La versatilidad de un arquitecto: otros proyectos de Eduardo de Adaro y Epílogo.
En la primera sala podemos observar fotos de Clifford; dibujos con el proyecto de la fachada; un interesante retrato de Alfonso XII, pintado en 1875 por Carlos Luis de Ribera, un pintor español nacido en Roma en 1815, que tenía destreza en los temas históricos y en los retratos de época; junto a las fotos que tomaron en la casa Laurent o una que procede de los fondos del Rijksmuseum, tomada hacia 1885-1886 cuando ya avanzaba la obra, que había comenzado en 1883 y que culminaría en 1891; y en esa misma vitrina un libro de cuentas donde se anotaban las indemnizaciones por accidente laboral que el Banco de España daba a los afectados o sus familias.
Y no quiero dejar de citar un soberbio retrato que le hizo Joaquín Sorolla en 1905 al ingeniero político y escritor, José de Echegaray, ministro de Hacienda, bajo cuyo mandato el Banco de España se convirtió en la principal entidad financiera de España. A partir de ese momento tuvo el monopolio de la emisión de billetes, porque anteriormente también podían emitir entidades como el Banco de Bilbao y otras.
En una pequeña sala se alberga la segunda sección, la seguridad, con las puertas blindadas que daban acceso a las cajas más pequeñas en las que se guardaban objetos preciados y dinero. Algunas fotografías antiguas y actuales revelan la importancia que las mismas tenían para la entidad y sus clientes.
La tercera sala, ecuador de la exposición, exhibe una maqueta monumental realizada por Miguel Prim en 1970, del edificio diseñado por Eduardo de Adaro y que ha tenido varias modificaciones desde que concluyera hace 132 años. Las mejoras y ampliaciones realizadas por José Yarnoz, Javier Yarnoz y la de Rafael Moneo, o la última incorporación de una torre que está realizando Ruiz-Larrea y Asociados, aún en proceso de finalización pero que ya se puede ver en la maqueta.
En esa parte cuelga un óleo de Asterio Mañanós (Palencia, 1861-Madrid, 1935), que inmortalizó en 1916 la visita que hicieron Alfonso XIII y Victoria Eugenia al Banco de España un año antes; planos; dibujos; diferentes modelos de teléfonos; timbres, interruptores; inodoros de la casa inglesa Doulton; un pararrayos de la época; o dos vidrieras que se han desmontado para que los visitantes puedan admirar la belleza de los artesanos alemanes de la Casa Mayer de Múnich.
Sin embargo aquí también sobresalen un conjunto de fotografías de artistas contemporáneos españoles e internacionales como el caso de Candida Höfer (Eberswalde, 1944) representante de la Escuela de Düsseldorf, de quien se exhibe dos imágenes tomadas en el 2000, una de la escalera imperial y otra del patio de operaciones; ejemplos de Javier Campano (Madrid, 1950). al que le hicieron un encargo, como posteriormente ocurrió con Jorge Ribalta (Barcelona, 1963) que ha realizado una taxonomía del proyecto de restauración del edificio y detalles del ornamento, que hoy documenta muchas de las aristas del mismo inmueble.
La cuarta parte recoge la versatilidad de Eduardo Adaro y algunos de los proyectos que puso en marcha o diseñó como se deduce al contemplar los dibujos de la fachada de la fábrica de galletas La Industrial Madrileña, las plantas y alzados para la puesta en marcha de una prisión en la isla de La Cabrera, su participación como arquitecto facultativo de la Comisaria Regia para paliar los terremotos en Granada y Málaga en 1884, o un proyecto de monumento a Ventura Rodríguez y Juan de Villanueva, entre otros proyectos de un arquitecto preocupado por lo social.
El trabajo fotográfico de Manuel Laguillo (Madrid, 1953) está presente en casi todas las secciones de la exposición, pero quizás sea en Epílogo donde su presencia adquiera mayor protagonismo de uno de los renovadores de la fotografía arquitectónica y urbana de nuestro país. El Banco de España le encargó que hiciera un recorrido visual por la obra de Eduardo de Adaro y ahora más de 300 imágenes tomadas por él se han agrupado en seis hojas de contacto monumentales que recorren todo el itinerario creativo de Adaro.
Resulta enriquecedor comprobar la interacción y la mirada de los fotógrafos de finales del siglo XIX como Laurent y Clifford con los más coetáneos para comprobar cómo el paso del tiempo ha ido renovando ese modo de plasmar la realidad.
Aunque la mayoría de estos objetos proceden del Archivo Histórico y de la Colección Banco de España, hay una serie de préstamos que han enriquecido la muestra gracias a la generosidad de diversos coleccionistas privados e instituciones públicas, como el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología, el Museo Cerralbo, el Archivo de Villa, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, el Museo de Historia o el Archivo Militar de Segovia.