David Bowie a través de la mirada de Brian Duffy
La muestra del COAM recopila imágenes de las cinco sesiones en las que el fotógrafo y el vocalista londinenses trabajaron juntos. En ellas, surgieron los alter ego más famosos del cantante británico y la mayoría de instantáneas por las que ahora se recuerda su época más pop.
Al pensar en David Bowie, una de las primeras imágenes que a cualquiera se le viene a la cabeza es la toma de Brian Duffy de su alter ego Aladdin Sane, que dio nombre y puso rostro a su sexto disco.
En esta fotografía vemos un rayo azul y rojo atravesando su cara, la piel sumamente pálida, casi blanca, y las angulosas facciones del artista agudizadas más aún con maquillaje. En una de las dos versiones de la icónica imagen, Bowie posa con la boca entreabierta y una mirada inquietante.
En la otra variante, que fue la que finalmente se utilizó para la cubierta del disco, Bowie aparece con los ojos cerrados, mientras un extraño elemento de apariencia viscosa y flácida descansa sobre una de sus clavículas. Esta fue la colaboración más famosa de todas las que llevaron a cabo el fotógrafo y el vocalista, y fue mucho más allá de la fotografía. Al principio, el representante del cantante se había visto cautivado por los trabajos publicitarios y de moda de Duffy; pensó que sería un buen artista para la portada del trabajo más reciente del británico, pero finalmente colaboró también en la estética y en el concepto artístico del proyecto. Al principio, el disco no iba a llamarse Aladdin Sane, sino «A lad insane» (que se traduce como «un chico loco»). Fue Brian Duffy quien le cambió el nombre a uno con la misma sonoridad pero con distinta grafía.
Esta colaboración obtuvo tanto éxito que la relación entre ambos acabó convirtiéndose en una serie de cinco trabajos a lo largo de ocho años, sobre todo en una simbiosis entre las mentes creativas de dos grandes artistas. Esto propició, a su vez, la construcción de varios de los personajes en los que el camaleónico cantante se convertiría con el paso del tiempo, adoptando nuevos nombres, nuevos trajes, nuevos rostros y nuevas formas de hacer llegar sus mensajes. Así es como los dos capturaron la esencia del pop de los años 70.
Antes de dar vida a Aladdin Sane, Duffy y Bowie habían trabajado juntos en la creación del primer personaje que encarnó el británico: Ziggy Stardust, un alienígena que llegaba a la Tierra con su guitarra.
Posteriormente, sus colaboraciones incluyeron fotografías al atardecer en el desierto de Nuevo México para la película A man who fell to Earth, un hombre capturado en plena caída para la portada de Lodger. También un arlequín monstruoso denominado simplemente como Strange Monster, símbolo del gusto circense de Bowie por los disfraces, los maquillajes y la incesante transformación en nuevas personalidades.
Finalmente, su relación laboral terminó cuando Duffy decidió retirarse de forma abrupta del mundo de la fotografía comercial en 1980.
Tiempo después, el fotógrafo trató de quemar muchos de sus negativos en el patio de su estudio. Debido al humo, los vecinos avisaron a las autoridades y un empleado público le obligó a apagar el fuego, salvando así gran cantidad de sus trabajos de la extinción.
Pero muchas de las imágenes sí llegaron a perderse, por eso ahora su archivo se encarga de recuperar y aunar en la medida de lo posible el resultado de los negativos calcinados.
La muestra Bowie taken by Duffy que estos meses puede verse en el COAM se compone de impresiones de la época de todos los trabajos en los que colaboraron, así como de otros objetos pertenecientes al Duffy Archive. Para completar el recorrido se proyectan una serie de entrevistas inéditas con los colaboradores del cantante durante estas sesiones de fotografías.
Con ello, no solo se pretende explorar las relaciones creativas de estos dos artistas, sino también sumergir al visitante en la década de los 70 a través de unas de sus figuras más legendarias. La organización corre a cargo de Sold Out, junto al Duffy Archive y a Nomad Exhibitions, y podrá visitarse en el COAM hasta el próximo 25 de junio. Sofía Guardiola