Cuando la piel es un lienzo en blanco para pintar, incidir o grabar
CaixaForum presenta la mayor exposición organizada hasta la fecha sobre la historia del tatuaje, en una coproducción junto al Musée du Quai Branly-Jacques Chirac. Cerca de 240 obras entre fotografías, pinturas, herramientas de trabajo y sellos recalan ahora en la capital, tras su paso por París, Toronto, Chicago y Taiwán. Esta singular muestra recorrerá todos las sedes de la Fundación La Caixa de la Península durante los próximos cuatro años.
Es un viaje al pasado de un tema bastante presente: el tatuaje. Tatto. Arte bajo la piel propone un recorrido por la historia del dibujo en el cuerpo humano y lo hace desde un punto de vista antropológico que nos lleva desde los antiguos rituales del pueblo ainu a los irezumi japoneses, los moko típicos de Nueva Zelanda o los símbolos carcelarios del siglo pasado que derivarían en el tatuaje chicano. No en vano se trata de una práctica ancestral que ha ido evolucionando a la par que las tradiciones, estéticas e intereses de cada sociedad.
El nacimiento del tatuaje se remonta al Calcolítico con Ötzi, un hombre cuyo cuerpo tatuado se conservó durante 4.500 años en el hielo de los Alpes tiroleses que fue hallado en 1991.
Si pensamos que la piel es el lienzo en blanco perfecto porque siempre nos acompaña, entonces podremos explorar el tatuaje como una de las formas de expresión artística más personales que existen. No solo define al autor que los crea, sino que también dice mucho de aquel que los porta y los muestra.
El Musée du Quai Branly-Jacques Chirac ha sido el principal promotor y prestador de piezas en este proyecto, que lleva ya unos años mostrándose por todo el mundo y viajando por varios continentes (Europa, América y Asia). Ahora la mayor exposición en torno al arte grabado en el cuerpo recala en Madrid, en un montaje laberíntico estructurado en pequeños apartados temáticos.
La directora general adjunta de la Fundación «la Caixa», Elisa Durán, fue la encargada de presentarla ayer, en compañía del presidente del Musée du Quai Branly, Emmanuel Kasarhérou; la directora de CaixaForum Madrid, Isabel Fuentes, y la comisaria, Anne Richard.
Arte bajo la piel plantea un periplo temporal y espacial por todos los continentes, desde los orígenes del tatuaje hace ya más de 5.000 años hasta la actualidad, desde las prácticas litúrgicas de los pueblos arcaicos hasta las sofisticadas técnicas de maestros europeos actuales, desde la represión hasta la reivindicación.
El nacimiento de este tipo de expresión se remonta al menos al Calcolítico, periodo en el que vivió Ötzi, un hombre cuyo cuerpo tatuado se conservó durante 4.500 años en el hielo de los Alpes tiroleses. La momia del Hombre de Hielo fue hallada en 1991 con 61 tattos en su piel. Más adelante, la cultura maya practicó la escarificación y los dibujos faciales, como demuestra una de las flautas del periodo tardío presentes en la muestra.
Aunque el cristianismo prohibió el tatuaje y fue vetado oficialmente en el Segundo Concilio de Nicea de 787, durante el siglo XIX volvió a renovarse el interés por este tipo de prácticas, tanto en la corte como en los tugurios. Hasta el punto de que Sutherland MacDonald (hacia 1850-1937), conocido como el Miguel Ángel del tatuaje, se hizo imprimir una tarjeta de visita en 1891 como «artista tatuador». De esta etapa se muestran diversos ejemplos procedentes de Indonesia, Birmania, Túnez, Argentina o Australia, que ilustran los múltiples motivos ornamentales del rostro o el cuerpo: elementos geométricos, letras, figuras, incisas o pintadas, en blanco y negro o a color, etc. El repertorio es infinito. Entre las 240 piezas presentes, hay máscaras, carteles y fotografías, pinturas de personajes decorados, diversos utensilios punzantes, sellos o contenedores de tinta, vídeos, baúles y libros.
No falta la presencia de Whang-od Oggay, una tatuadora filipina de 104 años que es considerada como la última maestra que utiliza el batok (tatuaje tradicional hecho a mano). Tampoco el tatau polinesio –herida abierta–, el horror vacui de los cuerpos dibujados japoneses, los símbolos incisos en las prisiones rusas ni la fiereza de los black and gray chicanos.
Además, por vez primera se presenta una veintena de prototipos modelados en silicona y tatuados en tinta por algunos de los mejores especialistas del momento, como Laura Juan, Filip Leu, Mark Kopua, Horiyoshi III, Colin Dale o Jee Sayalero.
«Es una exposición bastante especial porque descubre las raíces, la simbología y el presente del tatuaje, al tiempo que lo examina como forma de expresión e identidad social», explica Elisa Durán.
La muestra podrá visitarse en CaixaForum Madrid hasta el 17 de abril de 2022. Después, iniciará una itinerancia de cuatro años por el resto de sedes españolas. Todo para mostrar el legado indeleble de generaciones que dejaron la huella de su arte y el de sus coetáneos en su propio cuerpo. Sol G. Moreno