Cristina Lucas trunca la utopía de volar en ‘Manchas en el silencio’

Cristina Lucas trunca la utopía de volar en ‘Manchas en el silencio’

La Comunidad de Madrid presenta en Alcalá 31 los últimos trabajos de la artista jienense, en los que reflexiona sobre la memoria y la violencia de los ataques aéreos en las guerras desde 1912 hasta la actualidad.



Cuenta la mitología griega que Ícaro desafió a los dioses creando unas alas para volar cerca del Sol y este le derritió la cera que cubría sus plumas. El joven se precipitó al mar y murió. Su sueño volador duró apenas unos minutos. Más adelante, Leonardo da Vinci –con sus máquinas inventadas–, Montgolfier –con su globo aerostático– y Otto Lilienthal –con el ala delta– establecieron las bases para que los hermanos Wright construyesen el primer avión.

La máquina soñada se convertía en realidad y el hombre por fin conseguía desafiar la ley de la gravedad. Todo un logro. Sin embargo, esa utopía voladora pronto se truncó cuando se descubrieron las posibilidades bélicas del aparato; basta ver los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, los de nuestra Guerra Civil o los sufridos en Afganistán para ser consciente de ello.

Cristina Lucas pone todas estas imágenes descarnadas ante nuestros ojos para hacernos reflexionar sobre cómo una máquina soñada puede llegar a convertirse en un aparato capaz de ocasionar grandes catástrofes.

Tufting (2017). Lienzos bordados. Fotografía: Guillermo Gumiel.
Piper Prometeo (2013). Vídeo.

Esa reflexión tan pesimista es el hilo conductor de Manchas en el silencio, la exposición con la que Comunidad de Madrid ha inaugurado su temporada en la Sala Alcalá 31. Esta muestra, inaugurada por el recién nombrado Consejero de Cultura y Turismo Jaime de los Santos, da testimonio de la memoria y la violencia sufrida por la población civil a lo largo de la historia. «Cristina Lucas nos recuerda con su trabajo que el arte no es solo un medio para seducir sino también para hacernos conscientes de lo que está ocurriendo en nuestra sociedad», señala el comisario, Gerardo Mosquera, en el catálogo.

El recorrido se inicia con una fórmula matemática, escrita con letras gigantescas en la pared, que se refiere a la capacidad de elevación de las aeronaves: L = (1/2) d v² s CL . Estos mismos parámetros vuelven a repetirse en el vídeo Piper Prometeo, donde una avioneta se pasea con un mensaje que repite indefinidamente la fórmula, como si fuese un Prometeo contemporáneo que revela a los hombres el secreto del vuelo.

Sin embargo, la pieza principal es una vídeo-instalación con tres grandes pantallas que construye un relato histórico de los ataques aéreos que han provocado víctimas civiles desde 1912 hasta la actualidad. La primera pantalla muestra los datos concretos del ataque, la segunda recoge la cartografía de cada lugar, y la tercera presenta fotografías documentales (algunas difíciles de mirar). España, Afganistán, Sudán, Etiopía, Serbia, Japón, Singapur, Irak…

Es El rayo que no cesa, un listado sangrante de ciudades y víctimas que aún hoy sigue en proceso, y que se basa en la investigación llevada a cabo por un grupo de estudiantes de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid.

La planta superior de la Sala Alcalá 31 ofrece una segunda instalación de grandes dimensiones, esta vez algo más amable. Se trata de Clockwise (2016) donde 360 mecanismos de reloj marcan la diferencia horaria de cada grado. Tiempo, memoria y violencia, esos son los tres ejes en torno a los cuales se compone la exposición de la última galardonada con el Premio de Cultura Comunidad de Madrid en la categoría de Artes Plásticas.

Manchas en el silencio es una muestra que evidencia el carácter comprometido de la producción artística de Cristina Lucas, así como el uso del arte como medio de investigación histórica. Podrá visitarse hasta el 5 de noviembre. Sol G. Moreno

Cristina Lucas con la videoinstalación El rayo que no cesa. Fotografía: Guillermo Gumiel.