Cien mil euros por el Cruz Herrera de Fernando Durán

Cien mil euros por el Cruz Herrera de Fernando Durán

Muy buenas ventas, por valor de unos 600.000 euros, que se fueron casi íntegramente a los lotes del siglo XX donde destacaron las de Tàpies y las de los extranjeros Szyszlo, Signac, Dokoupil, Scotti y Sodi.

 

En nuestro artículo de previos (leer) sugeríamos ya que el lienzo de José Cruz Herrera no pasaría desapercibido a los coleccionistas, que lucharían por hacerse con él por su importante tamaño y por sus diez personajes. Y así fue. Fiesta marroquí (O/L, 96,8 x 129 cm; 270), tras una intensa y apasionante batalla entre varias líneas telefónicas, se disparó de los 50.000 euros de la salida hasta los 100.000 euros; y así, por los 121.000 euros que deberá pagar el comprador, premium incl., pasa a ser su quinta pieza más cara.

 

En esta línea de precios, fue una verdadera pena que la arpillera del canario Manolo Millares no se vendiese: aunque un teléfono ofreció 90.000 euros por su Humboldt en el Orinoco, 1968 (65 x 81 cm; 351), la reserva por la pieza era de 100.000 euros (y en estos momentos hay muchas posibilidades de venta).

 

Sin duda, el otro gran triunfador de la noche fue Antoni Tápies. Vendió, por los 33.000 euros de la salida cada una, sus dos fantásticas acuarelas fechadas en 1949 y procedentes de Eulalia Domenech Tápies, su sobrina: Pequeña acuarela II. Dau al Set (34,1 x 24,4 cm; 337) y Dau al Set. Pequeña acuarela I (34,4 x 24,7 cm; 338); y también, por los 16.000 euros de la salida, su papel de La Clau del Foc Nº 10, 1973 (óleo con huellas dactilares y de mano, 33 x 41 cm; 339), ofrecidos esta vez por un teléfono, el mismo precio que dio otro teléfono por el gouache sobre papel litográfico titulado Les Essències de la Terre, 1968 (49,5 x 36 cm; 340) de Joan Miró, tras salir desde los 10.000 euros.

 

La playa, 1982 (81 x 130 cm; 397), lienzo firmado por Manolo Valdés pero deudor aún del lenguaje de Equipo Crónica –y por ello, probablemente, una de sus primeras obras en su aventura solitaria-, pasó de 8.000 a 12.000 euros, y el espectacular aluminio de Andreu Alfaro, La Mer Toujours Recommencée, 1972 (pieza única, 141 x 41 x 62,5 cm; 346) de 5.000 a 9.000 euros.

 

Como decíamos, más interesantes aún fueron las ventas de los extranjeros. En primer lugar habría que destacar la del peruano Fernando Szyszlo, cuyo Sol Negro, 2004 (O/L, 98 x 78 cm; 348), expuesto en la galería Kreisler de Madrid en 2005, subió también unas cuantas pujas, y de 17.500 terminó rematándose por 25.000 euros a una oferta en la mesa (cerca de los 27.500 euros pagados en abril en Retiro por Yurak, 1971 (ver). Y, por supuesto, la de la acuarela de Paul Signac,La Seine à Samois. Étude, 1900 (26 x 32,5 cm; 329), estudio con el mismo título del cartón que posee la Staatsgalerie de Stuttgart, que encontró un comprador que ofreció en la sala, ante la sorpresa del público, los 20.000 euros de la salida.

 

18.000 euros, la salida también, se pagaron por Serie Ruedas, 1991 (A/L, 181 x 293 cm; 356) de Jiri Georg Dokoupil. Y dos gratas sorpresas: de Bosco Sodi, que continúa vendiendo y afirmando sus precios, Sin título, 2007 (A y materia/L, 118,5 x 120,5 cm; 388) pasó de 12.000 a 15.000 euros; y del argentino Ernesto Scotti, Sin título, 1956 (O/L, 155,3 x 256,5 cm; 398) subió en pocos segundos de 4.750 a unos fantásticos 11.000 euros. Y en postventa, # 20 Take 36, 1997 (A/L, 153,5 x 87 cm; 357) de James Nares fue vendido por 12.500 euros.

 

En la sección de papeles, cuatro destacados por calidad y precio. Por Casas junto al mar, 1933 (tinta, 14 x 18,5 cm; 336) de Joaquín Torres García se dieron en sala 7.500 euros, la salida; a 4.000 euros subió la acuarela de Fernando Zóbel, Bodegón con mesa de mármol gris, 1980 (17,4 x 38 cm; 341); el temprano Can, 1980 (A y tinta, 35 x 49 cm; 369) de Miquel Barceló, subió de 2.500 a 3.000 euros, mientras El suicida, 1978 (ceras de colores, 36 x 32,5 cm; 371) de Chema Cobo se adjudicó por 1.000 euros.

 

No todo iban a ser ventas; hay que reconocer que la sección de pintura antigua y del siglo XIX, donde unas cuantas quedaron sin comprador, no fue como se esperaba.

 

Aún así, por la paleta de Julio Romero de Torres, con el Retrato de joven dama rodeada de rosas, 1899 (firmada y dedicada, 33,5 x 22,7 cm) se dieron 7.500 euros, cerca de los 8.000 euros ofrecidos –la salida- por el Retrato de Jenny-Louise Hachette, 1889 (O/L, 110 x 80 cm; 213), la mujer de Albert Gay-Lussac, realizado por el pintor francés Etienne Dinet. También por la salida, apenas 6.000 euros, se vendió a Francia el Autorretrato, c. 1868 (O/L, 63 x 46 cm; 199) de Eduardo Rosales, a pesar de ser uno de los tres únicos que se conocen.

 

Ya en el siglo XVII, 22.500 euros se dieron en sala –una puja por encima de la salida- por el inédito cobre, de cierto tamaño ya (53,5 x 39,5 cm; 134), con la representación de la Inmaculada Concepción atribuido a la mano de Bartolomé Esteban Murillo según la casa de subastas. El resto de las ventas importantes en esta sección se adjudicaron por la salida. Un teléfono ofreció los 18.000 euros por el buen paisaje de Cacería de leones (O/L, 171 x 253; 126) de Francisco Collantes; 6.000 euros pujados en sala por La transverberación de santa Teresa de Jesús (O/L, 139 x 112 cm; 163), del onubense Alonso Miguel de Tovar; 7.000 euros de un teléfono por la Familia de don Manuel Cornejo, c. 1750 (O/L, 247 x 310 cm; 157), atribuido a Eugenio López Durando y uno de los escasísimos retratos de familia fuera de los Borbones; y 2.500 euros por cada uno de los dos lienzos del sevillano Juan del Espinal: San Juanito y Niño Jesús de la pasión (O/L, 72 x 54,5 cm; 135 y 136).

 

Si hacemos las cuentas, aunque se quedaran en el tintero algunos lotes importantes, la conclusión es sencilla: los casi 600.000 euros hablan de buenas y suculentas ventas. Daniel Díaz @Invertirenarte