Aitor Ortiz, una narrativa sutil en el Museo Universidad de Navarra
La reflexión sobre la fotografía y la técnica fotográfica tiene en el Museo Universidad de Navarra uno de los mejores exponentes de su acción expositiva porque no en vano cuenta con el mayor fondo documental de fotografía española y latinoamericana. Después de clausurarse ayer la exposición Geografía del Tiempo de Bleda y Rosa, que se ha exhibido desde el 21 de marzo, ahora el Museo acaba de presentar la original obra de Aitor Ortiz (Bilbao, 1971) en la muestra titulada La memoria trazadora, que incluye casi centenar y medio de fotografías, de las cuales 80 nunca se habían expuesto antes. Un buen ejemplo lo constituye el proyecto Link, que puede contemplarse por primera vez y que se acompaña con la música del compositor Gorka Alda, especialmente creada para la exhibición. Desde el 21 de septiembre este artista vasco también está participando con un par de fotografías en la muestra Doce fotógrafos en el Museo del Prado, que subrayan su minimalismo en esa representación de salas de exposiciones temporales vacías de la primera pinacoteca española para revelarnos lo que vemos cuando todo está tan despojado y solo queda la estructura y la luz.
Valentín Vallhonrat, director artístico del Museo, destacó durante la presentación que es una obra original, sólida y muy seria en el trabajo y que en este proyecto el artista «ha reflexionado sobre cuestiones de la Colección del Museo que estaban presentes en su trabajo». Por su parte, Aitor Ortiz subrayó que aunque para él la arquitectura es el punto de partida pero no desde el punto de vista historicista, ya que no le interesan referencias ni datos concretos, «sino generar, con su descontextualización, una narrativa».
Y añadió que esa ausencia de datos le permite «hablar de las relaciones con la arquitectura en estado puro. Hablar de estructura, densidad, vacío, transparencia y opacidad… Todas las cualidades propias a la arquitectura».
El modo en que están expuestas las imágenes no responden a un criterio cronológico, aunque abarcan desde mediados de los noventa hasta ahora, sino que se exhiben como grupos para hacer una honda reflexión sobre las ambigüedades de la representación y los distintos mecanismos para poder interpretarla. Hay en muchas de esas fotografías un proceso narrativo de construcción constante y eso le hace plantearse y plantearnos una serie de preguntas para ampliar el horizonte visual y cognitivo.