Cartografía de un coleccionista curioso, arriesgado y explorador
El editor y aventurero noruego Erling Kagge, conocido por haber conquistado los dos polos Norte y Sur a pie, muestra ahora su faceta como amante del arte contemporáneo (otro reto para él). La Fundación Banco Santander presenta 200 del total de 800 piezas que componen su colección, llena de autores europeos y americanos como Urs Fischer, Olafur Eliasson o Wolfgang Tillmans.
Cuenta el propio Kagge que cuando vio por vez primera una obra de Richard Long, con apenas 13 años, no pudo más que reírse y burlarse del artista. Años después, tras haber coronado la montaña más alta del mundo –el Everest– y fundado su propia editorial en 1995, quiso buscar nuevos retos (guiado siempre por el asombro y la curiosidad ante la creación).
Entender la obra de Klara Lidén o Torbjørn Rødland, por ejemplo, se le antojaba todo un desafío intelectual, por eso comenzó a comprar sus piezas. “Es mucho lo que no comprendo y lo que no puedo dejar atrás, y eso me lo recuerda el arte”, confiesa antes de explicar que su primera adquisición fue una litografía en la que aparecían tres hombres y una mujer. “Yo acababa de dejarlo con mi novia, la escena me pareció una escena de celos y me impactó mucho. Esa misma noche me hice con ella, a cambio de dos botellas de vino tinto”.
Al principio adquiría una o dos obras al año pero, poco a poco, se fue animando en la búsqueda –también en el descubrimiento– de piezas singulares, de manera que ahora posee 800. Una cuarta parte de esos tesoros abandona por vez primera el hogar de Kagge para presentarse en la Fundación Banco Santander de Boadilla del Monte.
Cerca de 200 pinturas, fotografías, esculturas, vídeos e instalaciones de medio centenar de creadores muestran los gustos, intereses e inquietudes del coleccionista-explorador. Dos instalaciones de Eliasson que conectan con la naturaleza, los poemas visuales de Lawrence Weiner, el humor gamberro de Urs Fischer, la ironía de Franz West al crear su propio ‘emblema’ para un Rolls Royce o las pinturas móviles de Ian Cheng componen una especie de cartografía del dueño de estas piezas.
Erling Kagge (1963) nació en el seno de una familia de Oslo, su padre era crítico de jazz y su madre editora. Sin televisor, creció rodeado de libros y buena música. Aunque no eran excesivamente amantes del arte, recuerda que sus progenitores compraron una litografía de Chagall cuando tenía 8 años. Ejerció un par de años como abogado, pero ha centrado su labor profesional en la edición de libros (propios y ajenos). Es conocido por ser el primer hombre en completar el triple desafío de conquistar a pie el Polo Norte y el Polo Sur, además de coronar el Everest.
Ese espíritu aventurero y explorador es el mismo que mantiene a la hora de comprar obras. Por eso, My cartography. The Erling Kagge Collection es un canto al arte más libre y experimental que el espectador puede descubrir. De hecho, hasta el título de la exposición ofrece un juego con esas letras en negrita que esconden un mensaje.
Según dijo la comisaria Bice Curiger durante la presentación, “Kagge es una persona a la que le encanta abandonar la zona de confort y prefiere centrar su mirada en lo no convencional. Ese es, tal vez, el espíritu de su colección”. Asombro, curiosidad, riesgo y, por supuesto, desafío intelectual son los principales motores de este conjunto de piezas.
Borja Baselga, director de la Fundación Banco Santander, abundó en la excepcionalidad de estas obras, adquiridas con el “esfuerzo continuo” del noruego durante estos últimos 25 años, “el mismo que le ha llevado a culminar sus retos montañeros”. Su colección tiene el “mismo espíritu indómito y retador” que el propio Kagge; podrá descubrirlo hasta el 4 de septiembre de 2020. Sol G. Moreno