El Prado confirma la atribución de su Profeta al Maestro de san Jorge y la Princesa
El fragmento del profeta Daniel, hasta ahora adscrito a Jaume Huguet, cuelga en la exposición del bicentenario con la nueva atribución al enigmático pintor aragonés
Como cualquier buena historia, todo comienza con un protagonista dispuesto a contar algo nuevo sobre él. Esto es lo que sucedió cuando en 1923 el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) adquirió al coleccionista Emili Cabot la tabla de San Jorge y la princesa (inv. 15868, 90 x 58,5 x 2,3 cm). Su singular belleza y calidad técnica le granjearon desde el principio gran notoriedad, máxime cuando fue atribuida a los pinceles del pintor Jaume Huguet (Valls, hacia 1412-Barcelona, 1492). Pronto se relacionaron con ella dos tablas que, conservadas en el Kaiser Friedich Museum, fueron destruidas durante el bombardeo de la capital alemana de 1945. En origen, debieron formar parte de un tríptico desmembrado seguramente en el siglo XIX.
Aunque fue como obra capital de Huguet en la monografía de José Gudiol y Joan Ainaud de Lasarte de 1948, algunas voces como las de Chandler R. Post (1938) no habían aceptado la atribución. Así las cosas, hubo que esperar, nada menos que a 1991, para que Joan Sureda rechazase de pleno esta autoría, algo que quedó puesto de manifiesto de nuevo en 2003 cuando el MNAC y el Museo de Bellas Artes de Bilbao dedicaron una exposición a Bartolomé Bermejo y la pintura gótica de su tiempo. Fue entonces cuando la historiadora Rosa Alcoy planteó la complejidad de la autoría, señalando en el encabezamiento a las notas al pie de la ficha correspondiente a la tabla, que mientras no se resolviese esta, debería llamarse al autor «Maestro de san Jorge y la Princesa».
Desde entonces, el rebautizado protagonista de la narración, un pintor activo en Aragón en la segunda mitad del siglo XV, ha caminado por la historia del arte con entidad propia. Y con ella, ha reunido un pequeño corpus de pinturas en su haber. Todas ellas las ha desgranado recientemente Alberto Velasco González, conservador del Museo diocesano y comarcal de Lérida, quien, por cierto, muy recientemente reconstruyó también para Ars Magazine (nº 39, 2018, ver aquí) el retablo mayor del Real monasterio de Santa María de Sigena.
El final de la historia comienza ahora. En un documentado artículo titulado «Rediscovering the Master of the Saint George and the Princess: new paintings» (ver aquí), el investigador incluyó –retomando lo señalado por Rosa Alcoy en su monografía sobre la tabla del MNAC de 2004 (ver aquí)– una tabla del Museo del Prado titulada Un profeta (P2683), que Velasco identifica con Daniel. La pintura, apenas un fragmento de una pieza de mayores dimensiones, había llegado al museo en 1916 por legado de Pablo Bosch, y hasta entonces había sido considerada de Jaume Huguet. Tras la publicación del artículo, el museo ha decidido cambiar la atribución, convencido por lo que señalan ambos autores. Así consta ya en su página web (ver aquí) y en la cartela y catálogo correspondiente de la exposición del bicentenario que ayer abrió sus puertas al público y de la que forma parte.