El Prado restaura la tela desgarrada y rota de ‘La muerte de Lucano’
Seis meses después de entrar en los talleres de la pinacoteca, la obra de José Garnelo y Alda se muestra en la Sala 61 junto a La muerte de Séneca de Manuel Domínguez y otros grandes cuadros de historia del siglo XIX. En diciembre regresará al Museo Garnelo de Montilla, donde está depositado desde 2008.
Parches e injertos de lienzo, nuevo bastidor, reintegraciones cromáticas… La imagen que esta mañana ofrecía La muerte de Lucano (1887) al público poco tenía que ver con la tela oscura, dañada y rota que entró el pasado enero en los talleres de Restauración del Museo del Prado. Entonces le faltaba toda la espalda del personaje de la izquierda y parte de la bañera; además, los pliegues del cortinaje del fondo se habían convertido en una mancha informe y negra, que ocultaba incluso a los romanos cabizbajos del extremo derecho.
Las malas restauraciones hechas en el pasado y un escaso cuidado de la tela fueron haciendo mella tanto en el lienzo como en la capa pictórica de esta obra de juventud de Garnelo, quizá la más importante del autor. “La primera vez que vi la pintura me impresionó mucho porque le faltaba una parte importante en el lado derecho de la composición”, cuenta Lucía Martínez, miembro del Área de Restauración del Prado. En aquel momento colgaba del Instituto de Educación Secundaria Padre Luis Coloma de Jerez de la Frontera –antiguo Instituto Provincial–, sobre una escalera. “Juan Ramón Jiménez debió de admirarla cuando estudiaba allí”, imagina la restauradora, pues la obra permaneció en depósito en este mismo lugar desde 1928 y hasta 2008, fecha en la que se trasladó al Museo Garnelo de Montilla (Córdoba).
El primer problema al que se enfrentaron los restauradores fue el soporte, gravemente dañado y lleno de parches que ocultaban roturas. Tuvieron que eliminarse estos elementos no originales antes de incorporar otros tantos injertos –uno de ellos de 70 x 20 centímetros– para consolidar el lienzo, evitar pliegues y tapar desgarros de la tela. Tras el montaje del nuevo bastidor, una estructura robusta fabricada por el carpintero Tomás Duaso, se procedió a la limpieza de lacas y barnices sobre la capa pictórica. Esto permitió recuperar detalles hasta ahora ocultos, como las gotas de sangre de la bañera –que aluden al suicidio del poeta que, como Séneca, se segó la vida antes de que los soldados ejecutaran su condena a pena de muerte– o las primeras letras de PHARSALIA que se leen en el pergamino del extremo inferior derecho (la epopeya inacabada que escribió el poeta romano).
Finalmente, se trabajó en la reintegración y restitución del color en las zonas perdidas, para lo cual resultó muy útil una fotografía en blanco y negro de 1987 que se conservaba de la obra. Esta se imprimió al tamaño real de la pintura –293 x 495,5 cm– y sirvió como guía a los restauradores en un trabajo que ha sido posible gracias al apoyo económico del Ayuntamiento de Montilla y de la Fundación Iberdrola España.
La tela cuelga ahora en la Sala 61 del Edificio Villanueva, junto a La Muerte de Séneca de Manuel Domínguez. Se quedará dos meses, después viajará a Montilla, donde el Prado lo tiene depositado. Representa el suicidio de Marco Anneo Lucano, quien se cortó las venas después de ser condenado a muerte por haber participado en la fallida conjura de Pisón contra el emperador Nerón. La presencia de su esposa, Pola Argentaria, y sus amigos confiere a la escena una gran carga emotiva. Asimismo, cabe destacar el énfasis en la anatomía del cuerpo yacente y el acierto en la armonía del color y la luz de la composición.
El Museo del Prado posee cinco obras de José Garnelo pero ninguna de ellas se exhibe de forma permanente en sus salas. Todas están dispersas por Zamora, Málaga e incluso en la embajada de Atenas, en depósito. Sol G. Moreno