La lectura como arte
Como escribió Fernando Pessoa todo arte es una forma de literatura y ese diálogo entre libros y lectores ha tenido un reflejo en grandes obras pictóricas, escultóricas, instalaciones o fotografías y videos. La editorial Phaidon ha editado El Arte de la Lectura. Libros y lectores en el arte de Pompeya a nuestros días, escrito por el crítico inglés David Trigg, afincando en Bristol y que colabora habitualmente con prestigiosas revistas de arte. En este original volumen este doctor en Historia del Arte ha compendiado una serie de obras de arte creadas en los últimos dos milenios. Alrededor 300 piezas ilustran su particular homenaje a la palabra escrita y leída, que ha tenido reflejo en las principales escuelas de arte de Oriente y Occidente, donde los libros han adquirido a lo largo del tiempo un protagonismo por la fuerte inspiración que irradian para los nuevos creadores en cualquier disciplina artística.
Durante los más de 20 siglos abordados en el estudio e iconografía que recoge El Arte de la Lectura, pueden deducirse los diferentes significados que los libros y la lectura han supuesto para millones de personas: desde el reflejo de un nivel de intelecto o de riqueza hasta la piedad de escenas religiosas, el paso del tiempo en naturalezas muertas y vanitas. A veces ha supuesto una motivación extra para artistas contemporáneos en instalaciones como la magnífica apuesta de la argentina Marta Minujin (1943) que presentó El Partenón de libros en la 14 Documenta de Kassell, Alemania, que impresionó a los miles de espectadores con esa recreación hecha con libros censurados y donados anónimamente , colocados en un armazón de acero con las medidas de esa joya de la Acrópolis, que servían de homenaje a los ideales de la primera democracia del mundo pero también denunciaba la opresión y censura de numerosos regímenes políticos.
El libro se abre con una introducción que aborda los temas generales: cómo los artistas plásticos y visuales han llegado a considerar la dimensión política y social de los libros, incluyendo a autores que fueron controvertidos o prohibidos a lo largo del tiempo; la función de los santos y escribas antes de la imprenta; la relevancia de la literatura impartida en las universidades en la Edad Media y posteriormente en el Renacimiento; la representación del modelo erudito; las lectoras femeninas, y la persecución de los libros y autores a lo largo de la historia, desde el incendio de la biblioteca de Alejandría hasta la quema de libros de los nazis en los años 30 y de otras dictaduras del mismo siglo.
La primera ilustración es el fresco Mujer con tablilla de cera y estilete, del siglo I a.C, y la última una fotografía de Cándida Höfer de la biblioteca del Rijksmuseum de Ámsterdam y a lo largo del libro se suceden piezas de Caravaggio. Cézanne, Dalí, Durero, Magritte, Picasso, Rembrandt y Van Gogh hasta autores más contemporáneos con Tracey Emin, Kiefer, Ruscha y Cindy Sherman, entre otros. A veces el autor plantea curiosos diálogos entre obras de siglos distintos como una pintura de Carpaccio con otra de Fragonard; una ilustración de una edición de El poema de Troya de Benoît de Sainte-Maure, anónimo del siglo XII frente a una instalación de Susan Hiller de homenaje a Gertrude Stein de 2011; un óleo de Balthus con una alegoría de libros prohibidos de Liu Ye, por citar tres de ellos.
De entre las citas de grandes escritores intercaladas por David Trigg, que ayudan a que su contemplación y lectura fluya mejor destacaría dos: la primera de H. D. Thoreau que dice «Lee los mejores libros primero; lo más seguro es que no alcances a leerlos todos»; y la segunda al final del libro de Jorge Luis Borges, «Yo, que me figuraba el Paraíso bajo la especie de una biblioteca», porque quizá condensen y nos ayuden a reflexionar sobre el acto de leer y su relación con otras disciplinas artísticas. Julián H. Miranda
El arte de la lectura: Libros y lectores en el arte de Pompeya a nuestros días, de David Trigg
352 páginas. PVP: 29,95 euros. Publicado por Phaidon