Grandes ventas en Fernando Durán
Los más de ochocientos mil euros facturados sólo en contemporáneo muestran el itinerario para 2019
A lo largo de este mes de diciembre todas las salas han tenido su último examen del año y, con él, deberán hacer balance, ver los puntos positivos y sus flaquezas, y pensar estrategias de mejora para el nuevo año 2019. La más importante pasa -lo venimos diciendo desde hace tiempo-, irremediablemente, por el arte contemporáneo: porque es lo que más y mejor se vende, casi como sin esfuerzo. Y me temo que Fernando Durán, la última cita del año y en su última cita del año, ha dado un ejemplo con los más de ochocientos mil euros de martillo -a los que hay que sumar el premium con la comisión de la sala y los impuestos-, en apenas tres horas durante la tarde del 27 de diciembre. Una cifra histórica incluso para ellos pero que demuestra que hay un amplio mercado al que algunas salas no digo que renuncien pero sí que no terminan de potenciar o de decidirse a conseguir. Es muy importante la pintura antigua y las artes decorativas, pero los números hablan por sí solos y concluyen de forma categórica.
La pieza más cara de la cita fue, finalmente, la arpillera de Manolo Millares, Humboldt en el Orinoco, 1968 (65 x 81 cm; lote 110), que había salido a pujas en abril pasado por 225.000 euros (ver) y, al no venderse, se ofrecía ahora por un precio atractivo: 175.000 euros. Las pujas se sucedieron y terminó adjudicándose por los mismos 225.000 euros soñados meses atrás.
Como comentamos en nuestro artículo de previos (ver), esta gran venta estuvo perfectamente escoltada con tres piezas de mercado internacional que funcionaron a la perfección. En primer lugar, del español, pero con un fuerte mercado extranjero, Invierno en horizontales, 1970 (O/L, 130 x 130 cm; lote 107) de Fernando Zóbel; el buen tamaño del mismo, su exposición en la galería de Juana Mordó y el ser incluida en el catálogo razonado del autor, auparon a los coleccionistas que viajaron hasta los 130.000 euros finales desde los primeros 80.000 euros. Las otras dos eran piezas un tanto especiales. De la pareja artística Elmgreen & Dragset, The traveler, 2015 (Escultura en acero, resina epoxy, pintura, motor y plástico, pieza única, 205 x 60 x 120 cm; 141-A), se adjudicó por 80.000 euros a primera hora del día siguiente, ¡pues el comprador interesado se había despistado! Y del buscado y aclamado londinense Julian Opie, y procedente de la Lisson Gallery de Londres, Tina Walking, 2001 (pantalla de plasma LCD con animación digital, 2/4, 128 x 75 x 7,3 cm; 86), se adjudicó también por los 60.000 euros pedidos. Y llevamos ya 495.000 euros.
Volviendo a lo nacional, la venta más destacada fue la de Lita Cabellut, Impression of Asia 01.2014 (Tm/L, 260 x 199,5 cm; 100), que se adjudicó por los 85.000 euros pedidos; vistos los últimos remates, se ve que hay interés por seguir comprado su obra.
Y se sucedió luego un rosario de ventas, menores ya, pero que gota a gota regaron el fertilizado campo de contemporáneo. Algunos de esos frutos son los siguientes. El gouache de Salvador Dalí, Escenario para don Juan Tenorio, 1950 (31 x 39,5 cm; 76), se vendió por los 36.000 euros de la salida. De José María Sicilia, La luz que se apaga, 2005 (O/cera en marco de madera, 185 x 157 cm; 118), se compró por los 25.000 euros pedidos. De Juan Genovés, su Desplazamiento, 2007 (A/L/T, 48 x 65,5 cm; 99), pasó de 12.000 a 22.500 euros. El simplificado papel de Joan Hernández Pijuán, Memoria de la Segarra VII, 1989 (A/papel Japón, 148 x 142 cm; 90), expuesto en Soledad Lorenzo en 1989, subió de 11.000 a 19.000 euros. El temprano homenaje de Luis Gordillo a Francis Bacon, Cabeza Bacon, 1963 (O/L/T, 73 x 60,2 cm; 92), a pesar de no ser su estilo definido y buscado se vendió por los 14.000 euros pedidos. Y el lienzo pintado del joven Guillermo Pérez Villalta, Personaje ante una pared, 1975 (A/L, 165 x 250 cm; 98), pasó de 12.000 a 15.000 euros. Podríamos seguir desgranando remates, pero debemos avanzar y ver el contraste.
De la esmerada colección de dibujos, una vez retirado de la subasta el de Bartolomé Esteban Murillo, Santo Tomás de Villanueva dando limosna a los pobres (tinta sobre papel verjurado, 29,1 x 20,2 cm; 461), por el que se pedían nada menos que 145.000 euros, y no vendidos ni la fantástica composición de Carlo Maratta, La Inmaculada concepción y san Felipe Neri (plumilla y tinta sepia sobre papel amarillento verjurado, 48 x 33,8 cm; 441), por 32.000 euros, ni el interesante Cristo atado a la columna, c. 1642/4 (aguada parda y grisácea, pluma y preparado a lápiz sobre papel verjurado amarillento, 12,4 x 9,1 cm; 451), de Alonso Cano, que se ofrecía por 7.000 euros, asumió la responsabilidad Zacarías González Velázquez, cuyo Estudio de tres ángeles en vuelo, c. 1794/5 (lápiz con toques de clarión, 20,6 x 34 cm; 541), subió de 2.500 a 8.000 euros. Interesantes fueron también la subida del Estudio para un retrato de Felipe V (carboncillo, 28,5 x 24,2 cm; 471), de Escuela francesa del siglo XVIII, y la venta por los 6.000 euros de inicio de la Cabeza de león (sanguina, 14,5 cm diámetro; 480), de Antonio Rafael Mengs.
Y queda la pintura antigua. La sorpresa llegó con una tabla de roble con San Francisco recibiendo los estigmas (129 x 68,5 cm; 739), de Escuela flamenca siglo XVI, con una subida espectacular: de 9.000 a 85.000 euros, recordando composiciones similares de Patinir, Isenbrant, etc. Buena venta obtuvo también la tabla atribuida a Juan de Flandes, Virgen con el Niño (O/T, 43,5 x 33 cm; 781), por los 22.000 euros de salida. En cambio, la tabla con el Ecce Homo (34,4 x 24,9 cm; 743), del Círculo de Sebastiano del Piombo, que ya había salido a pujas y no se había vendido, subió de 4.000 a 16.000 euros.
Por último, dos ventas. Del inglés Thomas Bardwell, Retrato de dama y niño, 1751 (O/L, 180 x 123 cm; 808), se vendió también por los 30.000 euros pedidos. Y, como era de esperar, La joven de la naranja (O/L, 60 x 50 cm; 1105), del cordobés Julio Romero de Torres, pasó de los atractivos 30.000 euros a unos más adecuados y lógicos 55.000 euros finales.
Y de esta forma me parece que queda demostrada perfectamente la importancia y eficacia del arte contemporáneo en nuestras subastas, muy por encima habitualmente de las cifras tanto de pintura antigua y del siglo XIX como de las Artes decorativas. Feliz año. Daniel Díaz @Invertirenarte