LA COLECCIÓN DEL RENACIMIENTO Y BARROCO EN EL MNAC
Ayer se abrió al público en el Museo Nacional de Arte de Cataluña la Colección del Renacimiento y Barroco que reúne un conjunto de 250 obras, entre pinturas, estampas, esculturas, dibujos y artes decorativas, sin olvidar un fondo bibliográfico relevante de más de 1.000 documentos. Además tiene una singularidad y es que estos fondos artísticos no provienen del patrimonio real o nobiliario, sino que se configura a principios del siglo XX en torno a dos ejes fundamentales: por un lado, las recuperaciones de obras en la primera mitad del siglo XIX, a partir de la acción de la Junta de Comercio y la Real Academia de las Buenas Letras de Barcelona; y por otro, las adquisiciones y donativos de coleccionistas privados de Cataluña.
Durante los años posteriores, la colección se fue enriqueciendo gracias a más aportaciones de la sociedad civil y también a la ayuda de instituciones que vieron obras de gran calidad en el arte de ese periodo, entre el siglo XV y principios del XIX. Por eso la colección refleja a la perfección el gusto de la sociedad civil catalana de la época. Este ambicioso proyecto museístico, patrocinado por la Fundación Endesa, ha sido liderado por el actual director del MNAC, Pepe Serra, que ha contado con la colaboración de un equipo multidisciplinar que pone en valor todos los tesoros de este amplio período histórico que atesora el museo.
Son, precisamente, dos conjuntos personales los más destacados en la configuración de la colección: el legado Francesc Cambó y la colección Thyssen-Bornemisza, sin olvidar las procedentes del Instituto Amatller de Arte Hispánico, la colección Gil y la colección Julio Muñoz Ramonet, de la que se exhiben La Anunciación de El Greco, y La Aparición de la Virgen del Pilar de Goya, por citar las más relevantes. En la nueva presentación, uno de los cambios más notables es que las obras de los dos primeros conjuntos se integran en el discurso expositivo y aportan el contrapunto internacional a la pintura catalana y española.
Las obras están organizadas siguiendo un criterio temático, relacionado con los grandes motivos que suscitaron el interés de los artistas de la época y que llegaron a transformarse en géneros autónomos. Podemos mencionar, por ejemplo, los casos del paisaje, el retrato –inicialmente vinculado con la aparición de la figura del donante en un contexto religioso–, los bodegones –convertidos desde finales del siglo XVI en un escenario de experimentación visual–, o la iconografía religiosa –que adoptó fórmulas más humanistas y más vinculadas a la experiencia de la vivencia mística.
A su vez, este orden temático encuentra su contrapunto en tres relatos que configuran una narrativa más fundamentada en criterios cronológicos: el Renacimiento en Cataluña (siglo XVI), con obras de Damià Forment o dos escenas religiosas de Ayne Bru, entre otros; el Siglo de Oro español (siglo XVII), representado por Diego Velázquez con un San Pablo, pintado hacia 1619, depósito de la Colección Gil, José de Ribera, Francesc Ribalta o Francisco de Zurbarán, del que también se exhiben bodegones, y el Barroco catalán (siglos XVII y XVIII) con artistas como Antoni Viladomat o Francesc Pla “el Vigatà”. Por último, se debe mencionar que la lectura del período se complementa con una cuidadosa selección del fondo de reserva de la Biblioteca Joaquim Folch i Torres del Museo y una recopilación de dibujos, grabados y fotografías que inaugura un espacio permanente dedicado a la obra gráfica, como novedad expositiva que enriquece y ameniza el recorrido, en la que se exhiben imágenes de Toni Catany, Humberto Rivas, Otto Lloyd y Oriol Maspons, entre otros.
El legado Francesc Cambó reúne un conjunto de pintura sin precedentes en Cataluña, un repertorio con identidad propia que abarca la historia de la pintura europea desde el siglo XIV hasta principios del XIX. Encontramos una perfecta representación del Quattrocento italiano, de la sensualidad de los grandes maestros venecianos del Cinquecento, del auge económico de los Países Bajos en los siglos XVI y XVII, sin olvidar la grandeza del Siglo de Oro español hasta llegar a la plenitud del rococó europeo. La colección, instalada en el Museo Nacional desde 1954, es una de las aportaciones desinteresadas más valiosas que el Museo ha recibido. En el recorrido pueden verse obras maestras como El Minueto de Giandomenico Tiepolo, Retrato de Charles Michel Ange Challe de Fragonard, Pareja amorosa desigual de Lucas Cranach el Viejo, La Alegoría del Amor, Cupido y Psique de Goya, Vittoria Colonna de Sebastiano del Piombo o una naturaleza muerta de Francisco de Zurbarán, por mencionar algunas de las más representativas de dicho legado.
La Colección Thyssen-Bornemisza
La selección de piezas depositadas en el Museu Nacional por el Museo Thyssen-Bornemisza presenta una visión del arte europeo desde el siglo XIII hasta el XVIII. En las obras que forman parte de esta colección hay pinturas de grandes maestros, principalmente el arte del Quattrocento con Fra Angelico en Virgen de la Humildad; la pintura alemana del siglo XVI con Lucas Cranach el Viejo en su Pareja amorosa desigual, y el Barroco de las escuelas flamenca e italiana, con Pedro Pablo Rubens en La Madre de Dios y el Jesús con Santa Isabel y San Juanito, Giacomo Ceruti y sus Tres mendigos, Giandomenico y Giambattista Tiepolo o Giovanni Antonio Canal, más conocido como Canaletto, en su magnífico Retorno de ‘Il Bucintoro’ el día de la Ascensión, entre otros.