Los tapices centenarios del Worcester, al descubierto
Después de un año de meticuloso trabajo por parte del equipo de restauración del Museo de Arte de Worcester, una treintena de tapices centenarios ven la luz en la exposición From the Vault [Desde la bóveda]. Una muestra que incluye 12 tapices de gran formato, muchos de ellos nunca antes exhibidos, y fragmentos de artistas contemporáneos que podrán verse hasta el 27 de julio.
El Museo de Arte de Worcester (WAM), en Massachusetts, ha estado coleccionando tapices por más de un siglo, pero debido a la fragilidad del material ante los cambios de temperatura y humedad, la sensibilidad a la luz y el descuidado estado de muchos de ellos, rara vez se han mostrado al público.
En 2016, se exhibió de manera excepcional El Juicio Final, uno de los pocos tapices completos y en buen estado de conservación que representan esta alegoría cristiana. Originalmente tejida en Flandes, esta pieza monumental del siglo XVI (3,6 metros de alto y 7,9 metros de ancho) fue adquirida por el WAM en 1935 y estuvo colgada durante más de cincuenta años en el Patio Renacentista de la pinacoteca.
Sin embargo, en 1990 fue desmontada –con suciedad y desgastada– y se almacenó mientras se recaudaba la financiación necesaria para su restauración. Finalmente, con ayuda del Fondo René y Karin Jonckheere, gestionado por la Fundación Rey Balduino (Bruselas), se sometió a un exhaustivo proceso de limpieza de dos años y permaneció a la vista del público durante casi cinco meses.
Otros en su lugar han tenido menos suerte. Desde que fueron adquiridos por primera vez –algunos en la década de 1930– jamás han salido del depósito. Es el caso de dos tapices flamencos que representan escenas de la Guerra de Troya, realizados alrededor de 1475: El Centauro (El Sagitario luchando contra los griegos) y Palamedes mata a Deíbofo y es asesinado por Paris; Calcante insta a los griegos desanimados, incluido Aquiles. Los textiles los compró el coleccionista local Aldus Chapin Higgins en 1937, pero hasta 1970 no fueron donados al WAM.
La exposición también cuenta con seis tapices flamencos del siglo XVI que escenifican momentos clave de la vida del emperador romano Tito. Llegaron a la institución cultural en 1942 por medio de una donación de Harry Payne Whitney, una destacada coleccionista y fundadora del Museo Whitney de Arte Americano.
Acompañan a estos, tres piezas textiles noruegas del siglo XVII adquiridas en 1929. Atribuidas a un taller de Vaage, los ejemplares presentan las siguientes escenas bíblicas: Las vírgenes prudentes e insensatas, El banquete de Herodes y la decapitación de San Juan, y La adoración de los Magos y los tres Reyes Magos rumbo a Belén.
Entre las obras más modernas, se aprecia una de 1937 del artista francés Jean Lurçat, Tiempo de Cosecha. De esta forma, el museo se aleja de una idea de tapiz vinculada a la enseñanza moral y como expresión de poder para acercarse más a su función como forma artística.
Confirma esta narrativa la última adquisición de la pinacoteca, dream disk, del artista norteamericano Diedrick Brackens. El autor, que usa sus tejidos para explorar temas de identidad queer y raza, utiliza hilo de algodón por su profunda conexión con la historia estadounidense y la experiencia afroamericana.
Se completa este patrimonio textil con numerosos fragmentos que van desde tejidos coptos egipcios hasta piezas de la antigua América. Aunque de menor tamaño, estos objetos sirven para observar la extensa historia del tapiz como arte técnico, así como la evolución de los estilos de producción a lo largo del tiempo y la geografía.
Respecto al montaje de Desde la bóveda, ha requerido de todo un trabajo previo para garantizar la seguridad y la longevidad de las obras. El pasado agosto un equipo de comisarios y conservadores del museo liderado por la comisaria adjunta de Arte Europeo, Delaney Keenan, sacó más de dos docenas de tapices del almacén para evaluar su estado y determinar cuáles podrían exhibirse.
Finalmente, seis de ellos se trasladaron al taller de servicios textiles de la institución en Andover, Massachusetts, con el fin de realizar una limpieza superficial, así como proceder a la estabilización estructural y la instalación de nuevos herrajes para colgarlos.
Aprovechando su salida del depósito y su restauración, el Worcester llevó a cabo un proyecto de digitalización de los tapices, de manera que ahora el público tiene también la oportunidad de ver imágenes a color de alta resolución de muchos de ellos por primera vez. Nerea Méndez Pérez