Espontaneidad en los collages de Isabel Coixet en el Thyssen de Madrid
Hoy se abre al público en la sala 30 del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza la muestra Isabel Coixet. Collages Aprendizaje de la desobediencia, comisariada por la académica y profesora Estrella de Diego y coordinada por Paula Luengo, responsable del Área de Exposiciones del Thyssen. La exhibición, que reúne alrededor de 50 collages de la artista y cineasta barcelonesa, estará abierta hasta el 14 de septiembre y forma parte de la programación de PhotoEspaña 2025.
Isabel Coixet (Barcelona, 1960) lleva años indagando a través de los collages con papeles y fotografías que nos interpelan, como hace en sus películas, a los espectadores o visitantes en un espacio narrativo muy cercano al cinematográfico a partir de sus juegos de montaje. Tanto en sus películas como en estos soportes más estáticos el objetivo es el mismo: ir construyendo una historia a base de retazos, siempre preocupada por sugerir temas que nos hacen pensar y de ese modo poder ser copartícipes del acto creativo. La importancia de textos elaborados en estos retazos tienen tanta relevancia como la fuerza de sus guiones en sus historias cinematográficas.
Tanto el collage como el cine nacieron a finales del siglo XIX y la primera década del siglo XX. Primero por dos artistas de la vanguardia como Pablo Picasso y Georges Braque y de otros creadores cubistas, que más tarde cultivaron alemanes como Kurt Schwitters o Hanna Höch, que comenzaron a recolectar y pegar trozos e imágenes para construir nuevas realidades.
Ambas disciplinas artísticas, el cine con sus fragmentos y fotogramas en sus inicios introdujeron y fueron modificando la forma de observar el mundo, mientras que en la espontaneidad que revela en el collage su esencia residía en la carga de significado de las piezas que lo componían; en el el cine, según Estrella de Diego, debe tener un “margen para lo adivinatorio”.
Y la comisaria añade que estos collages desprenden la misma desobediencia que reside en sus largometrajes, reflejando temas aparentemente banales, como las pequeñas cosas y la vida corriente, que se convierten en cuestiones abordadas desde puntos de vista inesperados. En ellas incluye frases en diferentes idiomas que se van intercalando como llamadas de atención o puntos de partida para imaginar el relato, reflejo de su manera de jugar con los varios niveles de lecturas.
Y eso es algo común en películas tan singulares como Cosas que nunca te dije (1995), La vida secreta de las palabras (2005) y La Librería (2017), entre otras historias personales que nos ha legado Isabel Coixet.
El montaje en la sala 30 del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza desprende un aire de Gabinete, que atrae al visitante, al reunir medio centenar de collages de Coixet, la mayoría en la pared y una decena en una vitrina. La artista barcelonesa innova con una gran variedad de soportes y técnicas que van desde lo digital al lienzo, pasando por el cartón pluma, el papel y el táblex.
Opta por un formato pequeño y mediano y en ocasiones hay una tendencia a plantearnos como si fuera un juego algunas series de obras, en las que alterna algo lúdico con el contraste y la fuerza visual de cada pieza. La mayoría de estas composiciones datan de estos últimos años, entre 2021 y 2024, aunque también se incluyen algunas de 2014 y 2015, lo que revela una amplia visión de esta técnica en la última década.
En ellos demuestra Isabel Coixet ironía, destellos de surrealismo, el gusto por el texto y ese afán por la reivindicación. su mirada a la naturaleza, el travelling que la lleva a volver a ciertas películas, su reflexión sobre la vanidad, el miedo y el mundo del espectáculo, sin olvidar el fetichismo, el misterio de las mujeres o esa enciclopedia de todos los trabajos femeninos.