¿Dónde está la colección de Silvio Berlusconi?
El magnate falleció el pasado 12 de julio de 2023 a los 86 años. Con una fortuna estimada a su muerte en 6.500 millones de euros, en vida se convirtió en el tercer hombre más rico de Italia. Durante años amasó una inmensa colección de arte en su mansión en Villa San Martino (Árcore). Pero contra todo pronóstico y para disgusto de sus herederos, apenas unas pocas piezas merecen la pena. Para añadir más problemas a la historia, se desconoce el paradero de algunos de los cuadros más señeros.
Silvio Berlusconi ha sido uno de los personajes más icónicos, para bien y para mal, de la Italia de las últimas décadas. A los mil y un prismas que componen su controvertida figura se ha sumado ahora –y no para bien– el de su «faceta» como coleccionista. El magnate amasó a lo largo de su carrera una fortuna estimada a su muerte en 6.500 millones. Además, reunió entre 2018 y 2022 una colección de más de 25.000 cuadros. Para ello invirtió más de 20 millones de euros. El conjunto se instaló, a excepción de las piezas más señeras, en un hangar de 4.500 metros cuadrados situado frente a su mansión en Villa San Martino en Árcore (Milán).
Al ya complejo reparto de su herencia –aunque el magnate dejó todo bien atado antes de su muerte– le ha surgido una desagradable sorpresa. Y es que sus herederos han recibido como un jarro de agua fría la escasa valoración artística de su colección. Porque la realidad es que prácticamente todo el conjunto ha sido calificado como «poco más que unas estampitas compradas en un mercadillo». Es decir, que su criterio artístico fue poco menos que nulo y gastó muy por encima de su verdadero valor.
Según Vittorio Sgarbi, amigo íntimo de Berlusconi, además de crítico de arte y subsecretario del Ministerio de Cultura de Italtia, el político compró la mayoría de las obras a través de los programas de teletienda que se emitían de madrugada en la televisión. Además, en su elección contaba más el precio de la pieza que su valor artístico. Entre las más de 20.000 piezas se encuentran vistas de París, Nápoles o Venecia, además de estampas religiosas que se entremezclan con imágenes de mujeres desnudas. A tal despropósito se suma además el mal estado de conservación de algunas de ellas y la nada desdeñable cantidad de 800.000 euros anuales que cuesta el alquiler del hangar donde se almacenan.
De tan aciaga noticia se salvan solo un puñado de cuadros que colgaban de los muros de su mansión a las afueras de Milán, entre ellos dos atribuidos a Giampretrino y Procaccini. Este último estaría, según Sgarbi, en el altar donde se encuentran las cenizas de los padres del magnate. A ellos se sumaría un lienzo de Pietro della Vecchia y una réplica de la Antea de Parmigianino que poseen los museos napolitanos de Capodimonte. Con todo, los más interesantes son una versión desnuda de la Mona Lisa de Leonardo y, sobre todo, el retrato de Ippolito de Medici de Tiziano de 1533, firmado y valorado entre 3 y 4 millones de euros.
A la dificultad de valorar y vender a un precio razonable la colección –los herederos nunca podrán recuperarán el enorme montante gastado por el magnate, que triplica el patrimonio que ahora heredan– se suma ahora un nuevo capítulo a esta rocambolesca historia. Y es que se desconoce el paradero de algunas de las pinturas más señaladas, entre ellas la ya citada versión desnuda (obviamente del círculo, nunca autógrafa) de la Mona Lisa. ¿Dónde está la colección de Silvio Berlusconi?