Lucía Vallejo ‘instala’ sus pensamientos en el Lazareto de Menorca
La artista bilbaína ha llenado de piezas de cristal y lienzo los espacios de la pequeña isla de Mahon, habitualmente destinada a visitas turísticas por su interés histórico y paisajístico. El proyecto, comisariado por María del Corral, es la primera colaboración del departamento de Medio Ambiente menorquín con una creadora, pero podría no ser la única.
Lazareto es un pequeño islote situado al este de Mahon, una antigua estación de cuarentena a la que llegaban los migrantes tras su largo trasegar por el mar de Oriente y África. Aquí debían permanecer unas semanas antes de continuar su ruta, por miedo a las epidemias de la peste bubónica o la fiebre amarilla. Hoy es un destino turístico, un entorno privilegiado que, desde el pasado mes de julio, se ha convertido además en refugio cultural.
Our thoughts, our cages es la instalación con la que se encuentran los visitantes nada más pisar la isla, a la que solo se puede llegar en barco. Se trata de la última instalación de Lucía Vallejo, que se ha inspirado en el lugar para crear una serie de piezas que transgreden los límites de la pintura y la escultura para relacionarse con el espacio que habitan.
Se crea así un tejido de conexiones entre materiales tan diversos como el vidrio, el lino, la madera o los pigmentos, en relación con los conceptos establecidos en el lugar (en este caso una estación de cuarentena, que bien podría interpretarse como una jaula).
Precisamente las rejas que poblaron el universo de Louise Bourgeois –referente conceptual de la artista bilbaína– fueron un punto de partida para que Vallejo reflexionase sobre el miedo y la falta de libertad de Lazareto. Bajo esta premisa ha creado una quincena de piezas que hasta el próximo 30 de septiembre se reparten por los pozos, la capilla, las caballerizas e incluso las celdas del Lazareto. También la Torre de los Secretos y la Torre del Agua acogen alguno de sus trabajos.
«Organizadas con un lenguaje evidente y a la vez sutil, con una fuerte dimensión personal, estas obras originan signos que se ordenan bajo nuevas relaciones visuales, introduciendo al espectador en un contexto paralelo cargado de tensiones, equilibrios e incógnitas en las que queda atrapado», señalan las comisarias María Corral y Lorena Martínez Corral.
Esta exposición es la primera colaboración entre la artista y el departamento de Medio Ambiente y Reserva de Biosfera local, pero puede que no sea la última. Quizá porque han comprobado los beneficios de una apuesta cultural de calidad, como ya hicieron sus vecinos de Hauser & Wirth.
Lucía Vallejo empezó rasgando las telas, hasta que decidió plegarlas y retorcerlas, esculpiendo el vacío. Su obra está muy vinculada al movimiento de transformación de la pintura, que se expande del lienzo y adquiere en consecuencia una mayor expresividad. Pasó de las dos dimensiones al volumen y su nuevo reto es experimentar con la fusión del vidrio y el textil (una técnica con la que ha creado un lenguaje único). SGM